¡Ponte a prueba! 9/2016

¡Ponte a prueba! 9/2016

Ponte a prueba

Aquí va el texto de nuestro acertijo de esta semana:

Hay otra manera de hombres que no son de tan buena calidad como los susodichos: estos son los coléricos, que en ellos predomina y señorea la cólera a las otras calidades. Estos tales son muy curiosos y de gran seso, ardidos, sutiles, sabios, ingeniosos, movidos de ligero y heridores. Y a estos que estas calidades tienen veréis de muchas veces hacer sus hechos tan arrebatados que, si en algo alguna buena calidad tienen, en otro la pierden. Hacen estos tales amando mucho mal: lo uno porque de sí son movidos y en un punto enojados, y tienen las manos prestas a las armas y a herir. Estos tales son sacadores de sangre que en pocos ruidos se hallan que no saquen sangre. Por ende, las mujeres aman a estos mucho por vengar sus injurias, y que ninguno ni alguna no les ose decir peor de señora, teniendo los tales por sí; que si alguno o alguna les dice alguna cosa mal dicha o que no le viene bien, luego revienta su corazón en lágrimas y sollozos cuando entiende que ha de venir él a casa. Y cuando el hombre entra, está ella escondida, o hace que se esconde por desgaire; e dice a los de casa el marido o amigo cuando él viene: «¿Dó Fulana?», o «¿Dó tu señora?». «Señor, allá está en el palacio mucho triste y llorosa». Y cuando él entra, comienza ella de alimpiar sus ojos de las lágrimas -y a las veces se pone saliva en los ojos porque parezca que ha llorado, y friégalos un poquito con las manos y dedos porque se muestren bermejos, encendidos y turbados- y luego esconde la cabeza entre los brazos, o la vuelve, cuando él entra, hacia la pared. Y el otro dice luego: «¿Qué has, amiga?». Ella responde: «No nada». «Pues dime, señora, ¿por qué lloras? que goce yo de ti». Responde: «No por nada». «¿Pues qué cosa es esta? ¡Así goces de mí!». «Vos digo que no nada». «Dime, pese a tal, señora, ¿qué cosa es o quién te enojó, o por qué son estos lloros? ¡Dímelo, pese a tal, señora!». Responde ella: «Lloro mi ventura». Y luego comienza de llorar y los ojos de recio alimpiar, tragando la saliva más venenosa que rejalgar, y dice: «¿Parécevos esto bien, que Fulana o Fulano me ha deshonrado en plaza? ¿Y cómo? Bien a su voluntad llamándome puta amigada. Díjome puta casada, y díjome tales y tales injurias, que más querría ser muerta que ser en vuestro poder venida. ¡Ay de mí, cuitada! ¡Ahora soy difamada y deshonrada! Y ¿de quién? ¡De una puta bellaca, suela de mi zapata!»

Y ahora viene la adivinanza… ¿a qué época, movimiento, autor y obra pertenece este texto?