¡Ponte a prueba! 3/2018 Oposiciones de Lengua y literatura

¡Ponte a prueba! 3/2018 Oposiciones de Lengua y literatura

Ponte a prueba. Logo Opolengua

El texto de hoy en nuestro acertijo de www.opolengua.com es relativamente sencillo. lo he elegido porque muestra fehacientemente por qué en España la obra más representada de la historia es el Don Juan de Zorrilla, La razón es bastante simple: durante el siglo XIX y buena parte del XX era tradición representar el Don Juan en la Noche de Tofos los Santos, es decir, el 31 de octubre: ¿La razón? El muerto resucitado al que se enfrenta don Juan.

Hoy, la cultura norteamericana de Halloween ha desplazado nuestra fiesta popular, pero aún así podemos recordar y hasta revivir las profundas sensaciones que esa noche daría.

Así pues, dado que la obra es fácil, trataremos de señalar el capítulo aproiadamente pues,  cómo veis, es muy conocida. Coo siempre las soluciones a nuestra página de Facebook

Ella le dejaba ver el cuello vigoroso y mórbido, blanco y tentador con su vello negro algo rizado y el nacimiento provocador del moño que subía por la nuca arriba con graciosa tensión y convergencia del cabello. Dudaba don Álvaro si debía en aquella situación atreverse a acercarse un poco más de lo acostumbrado. Sentía en las rodillas el roce de la falda de Ana, más abajo adivinaba su pie, lo tocaba a veces un instante. «Ella estaba aquella noche… en punto de caramelo» (frase simbólica en el pensamiento de Mesía), y con todo no se atrevió. No se acercó ni más ni menos; y eso que ya no tenía allí caballo que lo estorbase. «¡Pero la buena señora se había sublimizado tanto! y como él, por no perderla de vista, y por agradarla, se había hecho el romántico también, el espiritual, el místico… ¡quién diablos iba ahora a arriesgar un ataque personal y pedestre!… ¡Se había puesto aquello en una tessitura endemoniada!». Y lo peor era que no había probabilidades de hacer entrar, en mucho tiempo, a la Regenta por el aro; ¿quién iba a decirle: «bájese usted, amiga mía, que todo esto es volar por los espacios imaginarios»? Por estas consideraciones, que le estaban dando vergüenza, que le parecían ridículas al cabo, don Álvaro resistió el vehemente deseo de pisar un pie a la Regenta o tocarle la pierna con sus rodillas…

Que era lo que estaba haciendo Paquito con Edelmira, su prima. La robusta virgen de aldea parecía un carbón encendido, y mientras don Juan, de rodillas ante doña Inés, le preguntaba si no era verdad que en aquella apartada orilla se respiraba mejor, ella se ahogaba   —45→   y tragaba saliva, sintiendo el pataleo de su primo y oyéndole, cerca de la oreja, palabras que parecían chispas de fragua. Edelmira, a pesar de no haber desmejorado, tenía los ojos rodeados de un ligero tinte obscuro. Se abanicaba sin punto de reposo y tapaba la boca con el abanico cuando en medio de una situación culminante del drama se le antojaba a ella reírse a carcajadas con las ocurrencias del Marquesito, que tenía unas cosas..

Para Ana el cuarto acto no ofrecía punto de comparación con los acontecimientos de su propia vida… ella aún no había llegado al cuarto acto. «¿Representaba aquello lo porvenir? ¿Sucumbiría ella como doña Inés, caería en los brazos de don Juan loca de amor? No lo esperaba; creía tener valor para no entregar jamás el cuerpo, aquel miserable cuerpo que era propiedad de don Víctor sin duda alguna. De todas suertes, ¡qué cuarto acto tan poético! El Guadalquivir allá abajo… Sevilla a lo lejos… La quinta de don Juan, la barca debajo del balcón… la declaración a la luz de la luna… ¡Si aquello era romanticismo, el romanticismo era eterno!…».