¡Ponte a prueba! 22/2018 Oposiciones de Lengua Castellana y literatura

¡Ponte a prueba! 22/2018 Oposiciones de Lengua Castellana y literatura

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Hoy es viernes y como siempre, en www.opolengua.com dedicamos un espacio a nuestro acertijo de fin de semana en el que proponemos un texto para que los opositores de Lengua castellana y literatura puedan probarse acertando a qué obra, género, movimiento, época y autor pertenece el texto propuesto. Una buena forma de ponerse a prueba y ver qué haríamos si nos encontráramos el texto en cuestiones el temido y ansiado día D.

El texto que traemos hoy es de obligado conocimiento y quienes hayan cursado COU lo identificarán pues era una de las lecturas obligatorias de aquel curso anterior a la malhadada LOGSE. Grandísima obra y grandísimo autor que marcó sin duda toda una época de nuestra literatura y fue el más importante de su tiempo.

Cuando nos encontramos con un fragmento como este, de una obra tan conocida como esta, no se trata tan solo de identificar la obra, ya que lo harán muchas personas, sino que para destacar será preciso señalar también su ubicación dentro de la misma de forma que nos situemos un punto por encima de nuestros competidores. La preparación es, al fin y al cabo, una lucha individual porque las plazas no se reparten por grupos, sino que cada persona conquista la suya.

Y ya, sin más dilación, ahí va el texto. Ya sabéis que se puede participar en el acertijo a través de nuestra página de Facebook y que las soluciones se darán (también en nuestra página) el lunes.

Una pausa. El padre sigue mirando su postal. Vicente lo mira y se levanta. Despacio, va a su lado y se sienta junto a la mesa, de perfil al Padre, para no verle la cara.)

VICENTE:  Es cierto, padre. Me empujaban. Y yo no quise bajar. Les abandoné, y la niña murió por mi culpa. Yo también era un niño y la vida humana no valía nada entonces… En la guerra habían muerto cientos de miles de personas… Y muchos niños y niñas también…, de hambre o por las bombas… Cuando me enteré de su muerte pensé: un niño más. Una niña que ni siquiera había empezado a vivir… (Saca lentamente del bolsillo el monigote de papel que su padre le dio días atrás.) Apenas era más que este muñeco que me dio usted… (Lo muestra con triste sonrisa.) Sí. Pensé esa ignominia1 para tranquilizarme. Quisiera que me entendiese, aunque sé que no me entiende. Le hablo como quien habla a Dios sin creer en Dios, porque quisiera que Él estuviese ahí… (El padre deja lentamente de mirar la postal y empieza a mirarlo, muy atento.) Pero no está, y nadie es castigado, y la vida sigue. Míreme: estoy llorando. Dentro de un momento me iré, con la pequeña ilusión de que me ha escuchado, a seguir haciendo víctimas… De vez en cuando pensaré que hice cuanto pude confesándome a usted y que ya no había remedio, puesto que usted no entiende… El otro loco, mi hermano, me diría: hay remedio. Pero ¿quién puede terminar con las canalladas en un mundo canalla?
(Manosea el arrugado muñeco que sacó.)
EL PADRE: Yo.
VICENTE: (Lo mira.) ¿Qué dice? (Se miran. Vicente desvía la vista.) Nada. ¿Qué va a decir? Y, sin embargo, quisiera que me entendiese y me castigase, como cuando era un niño, para poder perdonarme luego… Pero ¿quién puede ya perdonar, ni castigar? Yo no creo en nada y usted está loco. (Suspira.) Le aseguro que estoy cansado de ser hombre. Esta vida de temores y de mala fe fatiga mortalmente. Pero no se puede volver a la niñez.
EL PADRE: No. (Se oyen golpecitos en los cristales. El padre mira al tragaluz con repentina ansiedad. El hijo mira también, turbado.)

VICENTE:¿Quién llamó? (Breve silencio.) Niños. Siempre hay un niño que llama. (Suspira.) Ahora hay que volver ahí arriba… y seguir pisoteando a los demás. Tenga. Se lo devuelvo.
(Le entrega el muñeco de papel.)
EL PADRE: No. (Con energía.) ¡No!
VICENTE:¿Qué?
EL PADRE: No subas al tren.
VICENTE: Y a lo hice, padre.
EL PADRE: Tú no subirás al tren.
(Comienza a oírse, muy lejano, el ruido del tren.) (Lo mira.)