¡Ponte a prueba! 1/2019 Oposiciones de Lengua castellana y literatura

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En Opolengua ya hemos comenzado nuestros cursos de oposiciones tanto el Curso Total a un año vista, como el Curso Opolengua Oro, que tiene una duración de dos años y está diseñado para preparar concienzudamente las oposiciones de 2020. Así que, como todos los años, también comenzamos nuestra prueba semanal que supone un pasatiempo, un reto y un chequeo de los conocimientos y lecturas que atesoramos y que, por tanto, forman parte de neustro acervo. Como sabemos, en la prueba decisiva y más eliminatoria, la del comentario, se trata de reconocer y relacionar lecturas ya hechas previamente.

Y comenzamos este año nuestro concurso con un texto que apareció este año pasado en las oposiciones 2018. No se trata de un texto fácil y efectivamente resultó muy eliminatorio. Vayamos con él. Se trata de acertar autor, obra, época, movimiento y género literario. Quién acierta todas las cuestiones tiene un pleno, pero en muchas ocasiones, no hay nadie en el tribunal que acierte todo por lo que en textos difíciles, señalar género, época y movimiento pueden ser más que suficientes para realizar un comentario digno y hasta brillante.

Como ya sabéis se participa a través de la página de Opolengua en Facebook y en ella, el lunes por la tarde publicaremos la solución y los nombres de las personas que hayan acertado.

La niña tenía la cara oscura y los ojos como endrinas. La niña llevaba el cabello partido en dos mechones, trenzados a cada lado de la cara. Todos los días iba a la escuela, con su cuaderno lleno de letras y la manzana brillante de la merienda. Pero las niñas de la escuela le decían: «Niña fea»; y no le daban la mano, ni se querían poner a su lado, ni en la rueda ni en la comba: «Tú vete, niña fea». La niña fea se comía su manzana, mirándolas desde lejos, desde las acacias, junto a los rosales silvestres, las abejas de oro, las hormigas malignas y la tierra caliente de sol. Allí nadie le decía: «Vete». Un día, la tierra le dijo: «Tú tienes mi color». A la niña le pusieron flores de espino en la cabeza, flores de trapo y de papel rizado en la boca, cintas azules y moradas en las muñecas. Era muy tarde, y todos dijeron: «Qué bonita es». Pero ella se fue a su color caliente, al aroma escondido, al dulce escondite donde se juega con las sombras alargadas de los árboles, flores no nacidas y semillas de girasol.