Los planes de estudio en las oposiciones están para adaptarlos

Los planes de estudio en las oposiciones están para adaptarlos

Hay algunas ideas que un opositor debe saber para sentirse más tranquilo. Yo llevo un tiempo preparando opositores, concretamente desde 1999-2000, por lo que el año que viene cumpliré veinte años dedicados a este menester. En este tiempo, ha sido raro el opositor que ha preparado con garantías más de treinta y cinco temas en un curso. Solo he tenido un caso, entre centenares de personas preparadas por mí (y otros tantos centenares de personas que han obtenido la plaza), de un opositor que se aprendiera el temario entero en un curso. Y ese opositor, amigo mío desde entonces, era un caso excepcional por su inteligencia, brillantez y capacidad de lectura. También hay que decir que en los tiempos del opositor susodicho no había que preparar programación, con lo que no se invertía tiempo en este menester. Pero la normalidad, yo mismo, nos movemos entre los veinte y treintaicinco temas por año.  Eso quiere decir que lo normal es estudiarse (bien estudiados, eso sí) entre dos y tres temas al mes. 

Pero a estas alturas del curso, hay personas que no pueden con ese ritmo de un tema cada dos semanas y se preocupan enormemente, porque creen que están fracasando de cara a ellos mismos (con el consiguiente sentimiento de culpa) y creen además que su aprobado en las oposiciones está comprometido. Y estas dos ideas son incorrectas. Para serenar los ánimos de estos opositores escribo estas líneas.

Lo primero que hay que tener claro es que esto es normal. La cifra de dos temas por mes es una simple aproximación mecánica a la realidad y, en verdad, una forma incorrecta de plantearse el estudio y la vida. 

La finalidad del plan de estudios en las oposiciones

Los planes no están nunca hechos concebidos para ser cumplidos al cien por cien. Ni en una empresa, ni en un partido político ni en un Gobierno de una nación. Una empresa se traza unos objetivos de negocio, un partido político un objetivo electoral y un Gobierno unas perspectivas económicas a sabiendas de que su cumplimiento es casi imposible. Como hemos dicho, el objetivo ha de servir para que esas organizaciones tensen sus fuerzas al máximo para alcanzarlo. Ese es el verdadero objetivo del plan de estudio y, si luego se dan las circunstancias óptimas, poder cumplirlo. Y si no se dan las circunstancias óptimas, lo que es lo normal, habremos conseguido así aproximarnos lo máximo al objetivo. Por tanto, lo primero es comprender que lo que nos ocurre es normal.

La vida se nos interpone ante las oposiciones constantemente.

¿Qué ocurriría si todas las personas que componen el Gobierno, todos los trabajadores de una empresa o todos los militantes de un partido se enfrentaran a un problema familiar o médico que durase una semana? Pues que, lógicamente, la acción de la organización se resentiría. Pues bien, nosotros somos los únicos miembros de nuestra propia organización, por lo que un problema personal, por pura lógica, nos afecta y nos desvía del objetivo. No tenemos sustituto en el estudio de las oposiciones Y ese problema personal se interpone muchas veces en forma de enfermedad, necesidades afectivas o problemas familiares. Así pues, hay que estar preparados y asumir que esto nos pueda ocurrir. Y no hay opositor al que no le ocurra esto en uno o dos años. A uno le ocurre en una semana y a otro en otra. ¿Qué hacer? Pues como yo digo siempre: cuando nada se interpone en nuestro camino, hay que avanzar a tope, dejarnos caer por esa semana con buenos vientos y aprovechar su impulso sin desviarnos por otras cuestiones. Y cuando vienen malas, que vendrán, hay que recoger velas y capear el temporal. Hay semanas que se tuercen y no podemos levantarlas y otras en las que tenemos el viento a favor. De lo que se trata es de aprovechar al máximo las semanas en que todo nos va de cara y resistir en las que se nos tuercen. De esta forma compensaremos una situación con otra.

Hacer lo máximo es siempre la solución. ¿Y cómo se hace esto? Reduciendo la actividad al mínimo. Y es que lo máximo, a veces, es lo mínimo, paradójicamente. Ese mínimo ha de ser siempre el repaso de los temas o la realización de pequeñas tareas a las que dediquemos poco tiempo. De ahí la importancia de tener un buen método de repaso como el que nosotros proponemos desde Opohispania.

El arte de adaptar el plan de estudio

Nosotros estamos para ayudar a las personas que opositan a adaptar su plan de estudios a su realidad. Nuestros cursos integran la posibilidad de recabar nuestra ayuda y apoyo a la hora de diseñar y actualizar el plan de estudio. Nuestro correo y nuestro teléfono está siempre abierto para que nuestros opositores puedan recibir ayuda, si la necesitan, para tomar las decisiones que les permitan optimizar su estudio.  

Hay que adaptar tres facetas: estudio, comentario y programación. Lo fundamental, la base, es siempre el estudio. Pero no podemos desatender los demás flancos. Hay personas que prefieren comenzar con la programación, quitársela de en medio y seguir por los otros aspectos. Temario y estudio van obligatoriamente de la mano, pues no podremos hacer jamás un buen comentario sin dominar los rasgos del período y la obra. 

Nosotros recomendamos avanzar con todo a la vez, pero nuestros cursos conceden al opositor plena libertad, pues están colgados íntegramente en la plataforma desde el primer día en que entramos. 

Y ahora mismo, ¿cuántos temas llevamos? Si hemos empezado a estudiar en septiembre, deberíamos llevar once temas (a dos temas al mes).  Si llevamos diez u once temas vamos fenomenal. Si estamos por debajo de este objetivo, debemos intentar apretar buscando bolsas de tiempo donde pueda haberlas con la intención de enjugar la distancia perdida. 

Pero si no podemos encontrar ese tiempo extra a medio plazo, debemos modificar nuestro objetivo para que sea creíble y movilice todo nuestro organismo, todo nuestro esfuerzo y nuestra fe para alcanzarlo. Solo así será un objetivo útil.

La confianza y la persistencia son claves en las oposiciones

Persistir es siempre la clave. Hay que confiar en nuestra decisión inquebrantable de alcanzar la meta. Habrá muchas personas que desistirán y otras muchas que perderán demasiadas energías en lanzarse piedras contra su propia auto-estima en vez de concentrarlas en el objetivo. Nosotros no podemos estar ahí. Hay que confiar en que a una semana mala le seguirá otra buena y de que incluso a temporadas largas malas les salen otras buenas. El sistema educativo público es una necesidad social y se va a mantener siempre. Esa es una certeza incontable sobre la que construir nuestra confianza porque significa que habrá plazas hoy, el 2020, en 2022 y en 2030. El ciclo de jubilaciones y nuevas plazas, las bajadas de las ratios no van a parar nunca mientras la economía crezca y la economía, con sus cíclicas crisis, mantiene una curva ascendente desde el siglo XIX. Esa es la realidad incontestable. Por tanto, confianza.

Y confianza en nosotros mismos y en nuestro compromiso. Lo cierto es que hay una forma incontestable de saber si estamos haciendo las cosas bien. ¿Estamos haciendo lo máximo que podemos? Si la respuesta es sí, no hay más que hablar. Hay que avanzar en función de lo que cada uno de nosotros somos capaces de hacer. Y si nosotros estamos cumpliendo, no nos ha de caber duda: el futuro es nuestro.