Ponte a prueba 18/2023

Ponte a prueba 18/2023

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Durante esta semana hemos realizado para nuestro Curso de Programación LOMLOE un video de cuarenta minutos explicando detalladamente y con ejemplos cómo realizar el apartado de la evaluación de nuestra programación. También hemos perfeccionado nuestro Curso Unidad 2023 incluyendo cómo hacer una situación de aprendizaje. Pero hoy es otra vez viernes y por ello en www.opolengua.com, publicamos nuestro sencillo acertijo ¡Ponte a prueba!, que quiere ayudar a las esforzadas y valerosas personas que preparan las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura a encarar la siempre temida e incierta prueba del comentario de texto, que es la verdadera prueba del algodón en las oposiciones, pues en ella todo depende de nuestro saber, de nuestro talento y de la suerte que tengamos con el texto que nos caiga. El día D nos enfrentaremos a ese texto sin más ayuda que nuestra competencia literaria, por lo que aquí debemos emplear los mismos medios que usaremos ese día; es decir, ninguno. Como siempre el acertijo no tiene más vocación que la de divertir a todas los hispanohablantes que, en ambos hemisferios, aman la lengua española y su literatura.

Hoy traemos un texto muy interesante que también estamos seguros de que podría aparecer este mismo año en las oposiciones. Como siempre, debemos reconocer la obra y su autoría. Pero es probable que esto no sea posible y con razonar la adscripción del texto a su género, su época y su movimiento podemos podremos salir bien librados de la prueba.

Como siempre, puedes participar escribiendo comentarios en la página de Facebook de opolengua.com (no en la mía personal) hasta el domingo por la noche. Nosotros daremos el lunes la solución del reto y la lista de acertantes.

Y nada más por hoy. Feliz fin de semana. Saludos y ánimo.

Doña Carmen, usté hace sopa magi, la de sobre?, le dijo Isora a la vieja. No, miniña, por qué? Dice mi abuela que la sopa magi es sopa de putas. Ah miniña, pues no sé. Yo la sopa que hago la hago de las gallinas que yo tengo. Doña Carmen estaba virada de la cabeza pero era buena. Casi todo el mundo la despreciaba, porque, como decía abuela, tenía cosas de guárdame un cachorro. Doña Carmen se olvidaba de casi todas las cosas, pasaba largas horas caminando y repitiendo rezados que nadie conocía, tenía un perro con los dientes de abajo salidos pafuera, salidos pafuera como los de un camello. Perro sato, perro sato, jala y que te cargue el diablo, le decía. A veces le posaba la mano sobre la cabeza con cariño, otras le gritaba juite, perro, juite, perro del demonio. Doña Carmen lo olvidaba casi todo pero era una mujer generosa. Le gustaba que Isora la visitara. Vivía por debajo de la iglesia, en una casita de piedras pintadas de blanco con la puerta pintada de verde y las tejas viejas y llenas de mujo y de lagartos y de lonas de zapatos viejos traídos de Caracas, Venezuela, y de verodes grandes como arbolitos. Doña Carmen lo olvidaba todo menos pelar las papas, eso sí sabía, las pelaba en círculos, las ponía de canto y con un cuchillo con el cabo de madera les sacaba la cáscara como un collar enorme. Doña Carmen hacía papas fritas con güevos para merendar. Isora le llevaba las papas y los güevos de la venta de la abuela y ella guardaba un poquito pa la merienda de Isora. Guardaba un poquito pa la merienda de Isora y si yo iba pues también me daba. Me daba, pero a mí doña Carmen no me quería tanto como quería a Isora, eso ya yo lo sabía. Isora sabía hablar con las viejas. Yo me limitaba a escuchar lo que se decían. Ustedes quieren un fisquito café, misniñas? A mí no me dejan beber café, le respondí. Yo sí, un fisquito, dijo Isora. Un fisquito namás. Ella siempre un fisquito namás. Lo probaba todo. Una vez comió comida de perro de la que había en la venta para saber lo que se sentía. Ella lo probaba todo y después si era necesario lo vomitaba. Yo tenía miedo de que mis padres me olieran el café de la boca y me arrestaran, pero Isora nunca tenía miedo. No tenía miedo aunque la abuela la amenazara con meterle un leñazo. Ella pensaba que la vida solo era una vez y que había que probar un fisquito siempre que se pudiese. Y un fisquito de anís, miniña? Un fisquito namás. Un fisquito namás. Un fisquito namás, decía.