Nos acercamos con ilusión y nerviosismo al Súper Día D. El día 22 de junio está marcado como el día decisivo en varias comunidades autónomas. Mañana es el acto de presentación en otras como Andalucía. Es hora de repasos, de revisar pequeños detalles, de ultimar la exposición oral… Son tantas cosas… y tan solo hay veinticuatro horas cada día. Así que, hoy viernes es bueno relajarse un rato y disfrutar probando nuestra competencia literaria con nuestro ¡Ponte a prueba!, el reto con el que acompañamos a las nobles y esforzadas personas que preparan la siempre temida prueba de comentario de texto de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura. Como siempre decimos, a este acertijo pueden sumarse quienes aman nuestra lengua milenaria y su maravillosa literatura.
La propuesta de la semana: un texto posible
Hoy traemos, como casi siempre, un texto perfectamente posible. De hecho, textos escritos por la misma mano ya han aparecido en las oposiciones así que aquí, como en la guerra, si ha caído un proyectil en un sitio, puede volver a hacerlo. Como siempre, se trata de reconocer el texto y su autoría e incluso situarlo dentro de sus etapas literarias, pero si ello no es posible se puede hacer un gran comentario si razonamos adecuadamente su adscripción a su época, movimiento y género literario.
¿Por qué y cómo participar en el Ponte a prueba?
Es muy bueno hacerlo, pues vas a enfrentarte con más realismo a las sensaciones que sentirás el día D. Participar es sencillo: se trata de escribir un comentario en la página de Facebook de opolengua.com hasta el domingo por la noche. La única norma es no usar internet, pues el día D no dispondremos de la Red. Nosotros publicaremos el lunes la solución del acertijo y la lista de acertantes.
Y nada más por hoy. Feliz fin de semana. Saludos y ánimo
Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos sus versos.
Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.
Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.
¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.
Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y uno.