Ya estamos en plena semana de oposiciones. El sábado pasado, diferentes comunidades hacían su acto de presentación y el domingo se produjo el día D en Navarra. Tenemos información facilitada por quienes siguieron nuestros cursos este año y a los que deseamos, lógicamente, la mejor de las suertes. Al ser una oposición de estabilización y por tanto seguir el RD 270/2022, salieron cinco bolas, Cayeron los temas 5, 8, 46, 54 y 70. Como información relevante, debemos señalar que se indicó a los opositores que los tribunales no tocarán ningún papel que lleven a la exposición oral aunque sí podrán mostrarlo. Por otro lado, el tiempo que se invierta en conectar dispositivos electrónicos será detraído de los treinta minutos de la misma, por lo que parece recomendable llevar todo dispuesto en papel para no perder tiempo.
Pero, además de todo esto, hoy es lunes y eso quiere decir que es el día de la publicación de la solución de nuestro ¡Ponte a prueba!, el sencillo acertijo con el que acompañamos a las nobles y valientes personas que preparan la temida prueba de comentario de texto de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura.
Como cada semana, nuestros seguidores han demostrado su fino olfato literario dando buena cuenta del texto propuesto. Y así, Eva López Santuy Sara Piélagos Martín y Lidia Parra González indican acertadamente su género, época y movimiento literario con contundentes argumentos. Mari Ángeles Bermejo y Maria Pilar Carbonero Muñoz aciertan al señalar al autor y Lydia P García y SanBG hacen pleno al indicar acertadamente la obra del que este poema forma parte. ¡Enhorabuena a todas ellas y ojalá que el día D tengan el mismo acierto!
Y es que, efectivamente, se trataba del poema de Pido la paz y la palabra (1955) del poeta bilbaíno Blas de Otero (1916-1979).
Y nada más por hoy. Mañana volveremos con nuestra entrada de fondo.
Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos sus versos.
Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.
Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.
¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.
Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y uno.