Hoy es lunes y, tras los terribles acontecimientos de la semana pasada, comenzamos la nuestra consagrados al trabajo, pero con un recuerdo a quienes han perdido tanto en la Comunidad Valenciana. Hoy es, por tanto, el día en que hacemos pública la solución de y la relación de acertantes de nuestro reto con la que queremos apoyar a quienes preparan la temida prueba del comentario de texto de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura.
El texto elegido tenía sus dificultades, pues no era de los más leídos en ESO o Bachillerato, pero su autor aparece con mucha frecuencia en la selectividad y también ha aparecido en las oposiciones, por lo que resulta pertinente tener muy en cuenta su obra.
Y, como siempre, nuestros seguidores han dado con la clave, por lo que estamos muy contentos. Así, Julia Pérez Pérez, Cris Alrío y Amaya G. Arregui aciertan en el género y sitúan la obra en su época histórica. Lidia Parra González y Marisa Márquez Marín lo emparentan acertadamente con el movimiento literario (aunque sobre esto habría disputas dado el carácter personalísimo de su autor), San BG y Rosana Hidalgo Llorente (a la que damos la bienvenida al reto) aciertan con el autor. Eva López Santuy concreta aún más, al señalar la trilogía de la que proviene la obra y su autoría de forma acertada.
Y es que, efectivamente, se trataba del inicio de Romance de lobos (1908) de don Ramón del Valle Inclán (1866-1936), una magnífica obra de teatro que integra las Comedias bárbaras, piezas de necesaria y gratísima lectura en toda ocasión.
Y nada más por hoy. Reiteramos nuestro apoyo y nuestro cariño a la Comunidad Valenciana deseando en momentos tan dramáticos como estos.
Y nada más por hoy. Saludos y ánimo
EL CABALLERO.- ¡Maldecido animal!… ¡Tiene todos los demonios en el cuerpo!… ¡Un rayo me parta y me confunda!
UNA VOZ.- ¡No maldigas, pecador!
OTRA VOZ.- ¡Tu alma es negra como un tizón del Infierno, pecador!
OTRA VOZ.- ¡Piensa en la hora de la muerte, pecador!
OTRA VOZ.- ¡Siete diablos hierven aceite en una gran caldera para achicharrar tu cuerpo mortal, pecador!
EL CABALLERO.- ¿Quién me habla? ¿Sois voces del otro mundo? ¿Sois almas en pena, o sois hijos de puta?
(RETIEMBLA un gran trueno en el aire, y el potro se encabrita, con amenaza de desarzonar al jinete. Entre los maizales brillan las luces de la Santa Compaña. El Caballero siente erizarse los cabellos en su frente, y disipados los vapores del mosto. Se oyen gemidos de agonía y herrumbroso son de cadenas que arrastran en la noche oscura, las ánimas en pena que vienen al mundo para cumplir penitencia. La blanca procesión pasa como una niebla sobre los maizales.)
UNA VOZ.- ¡Sigue con nosotros, pecador!
OTRA VOZ.- ¡Toma un cirio encendido, pecador!
OTRA VOZ.- ¡Alumbra el camino del camposanto, pecador!
(EL CABALLERO siente el escalofrío de la muerte, viendo en su mano oscilar la llama de un cirio. La procesión de las ánimas le rodea, y un aire frío, aliento de sepultura, le arrastra en el giro de los blancos fantasmas que marchan al son de cadenas y salmodian en latín.)
UNA VOZ.- ¡Reza con los muertos por los que van a morir! ¡Reza, pecador!
OTRA VOZ.- ¡Sigue con las ánimas hasta que cante el gallo negro!
OTRA VOZ.- ¡Eres nuestro hermano, y todos somos hijos de Satanás!
OTRA VOZ.- ¡El pecado es sangre, y hace hermanos a los hombres como la sangre de los padres!
OTRA VOZ.- ¡A todos nos dió la leche de sus tetas peludas, la Madre Diablesa!
MUCHAS VOCES.- …¡La madre coja, coja y bisoja, que rompe los pucheros! ¡La madre morueca, que hila en su rueca los cordones de los frailes putañeros, y la cuerda del ajusticiado que nació de un bandullo embrujado! ¡La madre bisoja, bisoja corneja, que se espioja con los dientes de una vieja! ¡La madre tiñosa, tiñosa raposa, que se mea en la hoguera y guarda el cuerno del carnero en la faltriquera, y del cuerno hizo un alfiletero! Madre bruja, que con la aguja que lleva en el cuerno, cose los virgos en el Infierno y los calzones de los maridos cabrones!
(EL CABALLERO siente que una ráfaga le arrebata de la silla, y ve desaparecer a su caballo en una carrera infernal. Mira temblar la luz del cirio sobre su puño cerrado, y advierte con espanto que sólo oprime un hueso de muerto. Cierra los ojos, y la tierra le falta bajo el pie y se siente llevado por los aires. Cuando de nuevo se atreve a mirar, la procesión se detiene a la orilla de un río donde las brujas departen sentadas en rueda. Por la otra orilla va un entierro. Canta un gallo.)
LAS BRUJAS.- ¡Cantó el gallo blanco, pico al canto!
(LOS fantasmas han desaparecido en una niebla, las brujas comienzan a levantar un puente y parecen murciélagos revoloteando sobre el río, ancho como un mar. En la orilla opuesta está detenido el entierro. Canta otro gallo.)
LAS BRUJAS.- ¡Canta el gallo pinto, ande el pico!
(AL TRAVÉS de una humareda espesa los arcos del puente comienzan a surgir en la noche. Las aguas, negras y siniestras, espuman bajo ellos con el hervor de las calderas del Infierno. Ya sólo falta colocar una piedra, y las brujas se apresuran, porque se acerca el día. Inmóvil, en la orilla opuesta, el entierro espera el puente para pasar. Canta otro gallo.)
LAS BRUJAS.- ¡Canta el gallo negro, pico quedo!
(EL CORRO de las brujas dejan caer en el fondo de la corriente, la piedra que todas en un remolino llevaban por el aire, y huyen convertidas en murciélagos. El entierro se vuelve hacia la aldea y desaparece en una niebla. El Caballero, como si despertase de un sueño, se halla tendido en medio de la vereda. La luna ha trasmontado los cipreses del cementerio y los nimba de oro. El caballo pace la yerba lozana y olorosa que crece en el rocío de la tapia. El Caballero vuelve a montar y emprende el camino de su casa.)