Nuevamente es lunes. Se acercan las oposiciones. Tempus fugit. Y esto quiere decir que debemos comenzar la semana con fuerza, para acercarnos a nuestra meta con la mayor energía y seguridad posibles. ¡Vamos a ello! Y nuestra rutina de trabajo semanal comienza con la publicación de la solución del ¡Ponte a prueba!, nuestro amable reto semanal que pretende ayudar desde 2015 a las nobles y valientes personas que se embarcan en la preparación de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura en su prueba más difícil: la del comentario de texto.
Ya dábamos el pasado viernes varias pistas que podían ser útiles a nuestros seguidores: el hecho de que su autor fuera una presencia habitual en las oposiciones y las propias ideas que esbozaba el fragmento que tenían relación con ideas muy conocidas de su autor, como la relación entre ficción y realidad en la relación Cervantes-Cide Hamete o en el hecho de que los personajes se tengan como entidades reales (como ocurre en Niebla). Como siempre, nuestros seguidores han captado de forma magistral los elementos que nos permiten hacer un gran comentario e incluso la obra de la que estaba extraído el texto.
Y así, Sara Lorenzo y nuestra seguidora destacada San BG aciertan al adscribir el texto a la generación del 98. Nuestra seguidora destacada Eva López Santuy lo relaciona además acertadamente con su autor. Y hacen pleno en esta ocasión dos personas: nuestras seguidoras destacadas Lydia P García, Cris AlRío, Mari Ángeles Bermejo, Laura Alacid Moreno y Lidia Parra González dando además razones de peso que demuestran sus conocimientos y sobre los que se podría armar el comentario con éxito. ¡Enhorabuena a todas ellas y ojalá que tengan el día D esa misma fortuna!
Y es que efectivamente, se trataba del capítulo final de Vida de don Quijote y Sancho (1905) de Miguel de Unamuno (1864-1936), obra en la que reflexiona sobre la obra cervantina y revive diferentes episodios de la misma.
Y nada más por hoy. Nuestro recuerdo a las víctimas de Valencia y sus familiares. Saludos y ánimo.
No cabe duda sino que en El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha que compuso Miguel de Cervantes Saavedra se mostró este muy por encima de lo que podríamos esperar de él juzgándole por sus otras obras; se sobrepujó con mucho a sí mismo. Por lo cual es de creer que el historiador arábigo Cide Hamete Benengeli no es puro recurso literario, sino que encubre una profunda verdad, cual es la de que esa historia se la dictó a Cervantes otro que llevaba dentro de sí, y al que ni antes ni después de haberla escrito trató una vez más; un espíritu que en las profundidades de su alma habitaba. Y esta inmensa lejanía que hay de la historia de nuestro Caballero a todas las demás obras que Cervantes escribió, este patentísimo y espléndido milagro, es la razón principal -si para ello hiciesen, que no hacen falta, razones, miserables siempre- para creer nosotros y confesar que la historia fue real y verdadera, y que el mismo Don Quijote, envolviéndose en Cide Hamete Benengeli, se la dictó a Cervantes. Y aún llego a sospechar que, mientras he estado explicando y comentando esta vida, me han visitado secretamente Don Quijote y Sancho, y aun yo sin saberlo, me han desplegado y descubierto las entretelas de sus corazones.
Y he de añadir aquí que muchas veces tenemos a un escritor por persona real y verdadera e histórica por verle de carne y hueso, y a los sujetos que finge en sus ficciones no más sino por de pura fantasía, y sucede al revés, y es que estos sujetos lo son muy de veras y de toda realidad y se sirven de aquel otro que nos parece de carne y hueso para tomar ellos ser y figura ante los hombres. Y cuando despertemos todos del sueño de la vida, se han de ver a este respecto cosas muy peregrinas y se espantarán los sabios al ver qué es la verdad y qué es la mentira y cuán errados andábamos al pensar que esa quisicosa que llamamos lógica tenga valor alguno fuera de este miserable mundo en que nos tienen presos el tiempo y el espacio, tiranos del espíritu.
Cosas muy peregrinas conoceremos allí respecto a la vida y a la muerte, y allí se verá cuán profundo sentido tiene la primera parte del epitafio que en la sepultura de Don Quijote puso Sansón Carrasco y que dice:
Yace aquí el hidalgo fuerte
que a tanto extremo llegó
de valiente, que se advierte
que la muerte no triunfó
de su vida con la muerte.
Y así es, pues Don Quijote es, merced a su muerte, inmortal; la muerte es nuestra inmortalizadora.
Nada pasa, nada se disipa, nada se anonada; eternízase la más pequeña partecilla de materia y el más débil golpecillo de fuerza, y no hay visión, por huidera que sea, que no quede reflejada para siempre en alguna parte. Así como si al pasar por un punto, en el infinito de las tinieblas, se encendiera y brillara por un momento todo lo que por allí pasase, así brilla un momento en nuestra conciencia del presente cuanto desfila de lo insondable del porvenir a lo insondable del pasado. No hay visión ni cosa ni momento de ella que no descienda de las honduras eternas de donde salió y allí se quede. Sueño es este súbito y momentáneo encendimiento de la sustancia tenebrosa, sueño es la vida, y apagado el pasajero fulgor, desciende su reflejo a las honduras de las tinieblas y allí queda y persiste hasta que una suprema sacudida lo reenciende para siempre un día. Porque la muerte no triunfa de la vida con la muerte de esta. Muerte y vida son mezquinos términos de que nos valemos en esta prisión del tiempo y del espacio; tienen ambas una raíz común y la raigambre de esta raíz arraiga en la eternidad de lo infinito: en Dios, Conciencia del Universo.
Al acabar la historia colgó el historiador su pluma y le dijo: «Aquí quedarás, colgada desta espetera y deste hilo de alambre, ni sé si bien cortada o mal tajada péñola mía, adonde vivirás luengos siglos, si presuntuosos y malandrines historiadores no te descuelgan para profanarte».
Líbreme Dios de meterme a contar sucesos que al puntualísimo historiador de Don Quijote se le hubiesen escapado; nunca me tuve por erudito ni me he metido jamás a escudriñar los archivos caballerescos de la Mancha. Yo solo he querido explicar y comentar su vida.