Acaba otra semana de preparación. Nuevos vídeos, nuevos materiales. Nuestros cursos siguen avanzando sin prisa, pero sin pausa. Y hoy es viernes de nuevo, por lo que tenemos una nueva cita con nuestro ¡Ponte a prueba!, el amable acertijo con el que acompañamos desde 2015 a las nobles y abnegadas personas que preparan la prueba del comentario de texto de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura.
La propuesta de la semana: otro texto ya aparecido en las oposiciones
Hoy traemos nuevamente una obra que ha aparecido en las oposiciones. Es interesante hacer propuestas así, porque nos permiten hacernos una idea de qué tipo de textos pueden caer en próximas convocatorias. Como se dice de las bombas en las guerras, donde ha caído una, es más posible que caiga otra que donde no ha caído ninguna, precisamente porque en ese lugar ya ha caído. Traducido a las oposiciones, el texto que ya ha caído, puede volver a caer con más probabilidad que uno que no lo ha hecho y lo cierto es que es verdad, pues entre miles y miles de obras escritas en español las hay que han caído en repetidas ocasiones y miles y miles que no han caído nunca.
En el caso de hoy, se trata de una obra que podríamos considerar más sencilla, por lo que para destacar en el ejercicio, sería preciso situar el fragmento dentro de la obra de forma funcional. Si ello no es posible, no hay que desesperar si somos capaces de adscribirla a una época, a un movimiento o a un género de forma razonada basándonos en sus rasgos temáticos y formales.
¿Por qué y cómo participar en el Ponte a prueba?
Participar en el Ponte a prueba es útil porque simplemente seguirlo nos ayuda a preparar las oposiciones debido a la selección de textos que hacemos. Pero aún podemos extraer más jugo del acertijo si lo hacemos a través de la página de Facebook de opolengua.com, pues leyendo los comentarios de los participantes podemos aprender muchas cosas. Ya, si participamos nosotros mismos la experiencia es más enriquecedora porque la exposición pública nos acerca a lo que viviremos el día D, cuando nuestro juicio sea decisivo. Las normas de participación son harto simples. Podemos poner nuestros comentarios hasta el domingo por la noche en la página de Facebook de opolengua.com empleando tan solo nuestra competencia literaria, sin usar internet ni ver los comentarios de los otros participantes. Nosotros publicaremos el lunes la solución del acertijo y la lista de acertantes.
Y nada más por hoy.
Saludos y ánimo.
MARTIRIO cierra la puerta por donde ha salido MARÍA JOSEFA y se dirige a la puerta del corral. Allí vacila, pero avanza dos pasos más.)
MARTIRIO.- (En voz baja.) Adela. (Pausa. Avanza hasta la misma puerta. En voz alta.) ¡Adela!
(Aparece ADELA. Viene un poco despeinada.)
ADELA.- ¿Por qué me buscas?
MARTIRIO.- ¡Deja a ese hombre!
ADELA.- ¿Quién eres tú para decírmelo?
MARTIRIO.- No es ése el sitio de una mujer honrada.
ADELA.- ¡Con qué ganas te has quedado de ocuparlo!
MARTIRIO.- (En voz alta.) Ha llegado el momento de que yo hable. Esto no puede seguir así.
ADELA.- Esto no es más que el comienzo. He tenido fuerza para adelantarme. El brío y el mérito que tú no tienes. He visto la muerte debajo de estos techos y he salido a buscar lo que era mío, lo que me pertenecía.
MARTIRIO.- Ese hombre sin alma vino por otra. Tú te has atravesado.
ADELA.- Vino por el dinero, pero sus ojos los puso siempre en mí.
MARTIRIO.- Yo no permitiré que lo arrebates. Él se casará con Angustias.
ADELA.- Sabes mejor que yo que no la quiere.
MARTIRIO.- Lo sé.
ADELA.- Sabes, porque lo has visto, que me quiere a mí.
MARTIRIO.- (Despechada.) Sí.
ADELA.- (Acercándose.) Me quiere a mí. Me quiere a mí.
MARTIRIO.- Clávame un cuchillo si es tu gusto, pero no me lo digas más.
ADELA.- Por eso procuras que no vaya con él. No te importa que abrace a la que no quiere; a mí, tampoco. Ya puede estar cien años con Angustias, pero que me abrace a mí se te hace terrible, porque tú lo quieres también, lo quieres.
MARTIRIO.- (Dramática.) ¡Sí! Déjame decirlo con la cabeza fuera de los embozos. ¡Sí! Déjame que el pecho se me rompa como una granada de amargura. ¡Le quiero!
ADELA.- (En un arranque y abrazándola.) Martirio, Martirio, yo no tengo la culpa.
MARTIRIO.- ¡No me abraces! No quieras ablandar mis ojos. Mi sangre ya no es tuya. Aunque quisiera verte como hermana, no te miro ya más que como mujer. (La rechaza.)
ADELA.- Aquí no hay ningún remedio. La que tenga que ahogarse que se ahogue. Pepe el Romano es mío. Él me lleva a los juncos de la orilla.
MARTIRIO.- ¡No será!
ADELA.- Ya no aguanto el horror de estos techos después de haber probado el sabor de su boca. Seré lo que él quiera que sea. Todo el pueblo contra mí, quemándome con sus dedos de lumbre, perseguida por los que dicen que son decentes, y me pondré la corona de espinas que tienen las que son queridas de algún hombre casado.
MARTIRIO.- ¡Calla!
ADELA.- Sí. Sí. (En voz baja.) Vamos a dormir, vamos a dejar que se case con Angustias, ya no me importa, pero yo me iré a una casita sola donde él me verá cuando quiera, cuando le venga en gana.
MARTIRIO.- Eso no pasará mientras yo tenga una gota de sangre en el cuerpo.
ADELA.- No a ti, que eres débil; a un caballo encabritado soy capaz de poner de rodillas con la fuerza de mi dedo meñique.
MARTIRIO.- No levantes esa voz que me irrita. Tengo el corazón lleno de una fuerza tan mala, que, sin quererlo yo, a mí misma me ahoga.
ADELA.- Nos enseñan a querer a las hermanas. Dios me ha debido dejar sola en medio de la oscuridad, porque te veo como si no te hubiera visto nunca.
(Se oye un silbido y ADELA corre a la puerta, pero MARTIRIO se le pone delante.)
MARTIRIO.- ¿Dónde vas?
ADELA.- ¡Quítate de la puerta!
MARTIRIO.- ¡Pasa si puedes!
ADELA.- ¡Aparta! (Lucha.)
MARTIRIO.- (A voces.) ¡Madre, madre!