Desafortuanadamente, ya sabemos que en la universidad no nos preparan para hacer comentarios. Salimos de allí sin saber nada y sin tener apenas práctica. Tuve profesores que me enseñaron muchas cosas sobre literatura como Rodríguez Puértolas, Antonio Rey Hazas o Francisco Caudet. Tuve profesores como Diego Catalán que me enseñaron muchas cosas sobre lingüística e historia del español. De esas enseñanzas surgen diferentes enfoques que aplico a mis comentarios de opolengua.com. Pero ninguno de ellos me enseñó de forma sistemática a hacer comentarios de texto.
Pero tuve la suerte de elegir como optativa la asignatura que Marcos Marín daba en la Universidad Autónoma de Madrid, donde nos enseñaba a hacer comentarios de texto. Este profesor, uno de los mejores que he tenido, tenía el buen criterio de decirnos el texto de cada examen con dos o tres meses de antelación. Nos enseñaba a hacer los comentarios y luego nos obligaba a redactarlos en dos horas sin emplear ningún material. Pero el trabajo de meses y sus explicaciones hacían que aprendiésemos a hacer comentarios. Desde aquí, mi agradecimiento.
También debo agradecer aquí las enseñanzas de mi maestro y amigo Jesús Felipe Martínez Sánchez que durante años me estuvo enseñando el arte del comentario yayudándome a preparar la oposición tal y como cuento en la serie de opolengua.com, Mi vida.
Es pues de las enseñanzas de estos dos maestros y de mi estudio de donde surge mi forma de entender y enseñar el comentario de texto. Una forma orientada específicamente para la oposición. De poco sirve leer comentarios de eruditos o los comentarios superpreparados de las academias. El ejercicio de la oposición suele tener muy poco que ver con eso. No se trata, en mi opinión, de demostrar lo bien que comentamos nosotros, sino de enseñar a comentar a otras personas, que es muy distinto.
Y eso ahora es decisivo porque, como ya hemos indicado en ocasiones anteriores, el comentario va a ser la prueba decisiva en las próximas oposiciones. Tanto es así, que si hay pocas plazas, será una verdadera prueba de fuego para los opositores. En la época en que yo oposité y obtuve la plaza, no alcanzaban la segunda fase ni siquiera el 15% de los opositores. Por dar datos concretos, el tribunal de Córdoba en el que yo obtuve mi plaza en 1998, estaba formado por 300 opositores. Sólo había una plaza. Al final hubo dos al no cubrirse el cupo de minusvalía y de acceso del grupo B al A. Pues bien, no llegaron a 20 los aprobados en el comentario. Fue una verdadera escabechina. Pero desde el punto de vista del tribunal, ¿para qué aprobar a 100 si luego solo podían dar una plaza?
Esto quiere decir que el número de plazas determina el número de personas que pasan la prueba. En opolengua.com ya he dicho que una oposición es siempre al fih y al cabo un ejercicio de competencia entre opositores, donde lo que endurece las pruebas no son los textos en sí mismos sino el número de plazas que haya.
Este año habrá pocas plazas. Pero eso no debe desanimar a quienes se embarcan en esta travesia. Antes al contrario, esa circunstancia desanima a muchas personas por lo que al final son pocos quienes se preparan a conciencia. Lo que hay que plantearse es ¿por qué no voy a ser yo uno de ellos?
Esta semana en opolengua.com hemos comenzado el curso de comentario. Se trata de una serie de sesiones en las que trataremos mediante diferentes prácticas (archivos de diferentes tpos, videotutoriales, etc) de cubrir todas las posibilidades que nos pueden aparecer en las oposiciones. Se trata de hacer comentarios reales que yo he seleccionado desde que comencé a opositar, allá por 1994 hasta la última convocatoria con ejercicio práctico en 2006.
En esta ocasión, he comenzado en opolengua.com por el comentario literario. A lo largo del curso iremos precisando más con comentarios literarios más concretos. Pero es buena idea comenzar por poner las bases del comentario literario. Ya sabes que si quieres más información sobre nuestro método, no tienes más que escribirnos a elp@opolengua.com
Saludos y ánimo