Oposiciones de Lengua castellana y literatura ¡Ponte a prueba! 26/2016 (Solución)

Oposiciones de Lengua castellana y literatura ¡Ponte a prueba! 26/2016 (Solución)

Esta semana en nuestro concurso paralelo a nuestro curso de comentario Opolengua para preparar las oposiciones de Lengua castellana y literatura, elegimos una obra del teatro social. Y hay varias personas que han acertado la obra y el autor. Carla Romero, Ismael Pérez Romero y Gala González. Ale Gala acertó también la obra aunque no el autor.

Se trata de Historia de una escalera de Antonio Buero Vallejo, el gran dramaturgo de la época franquista. Efectivamente, Buero fue encarcelado junto a Miguel Hernández al finalizar la guerra (es obra suya su famoso retrato) y tras ser puesto en libertad, se ganó un puesto de preferencia entre el público y la crítica teatral con obras que criticaban aspectos de la realidad social o del propio régimen franquista con la suficiente inteligencia para burlar la censura y promover un debate en la sociedad. Esta obra de hecho ganó un premio oficial, el Lope de Vega y fue estrenada en 1949 con un éxito absoluto. La escena, efectivamente, pertenece al primer acto. Esta obra es importante para los opositores de Lengua castellana y literatura porque ha sido lectura obligatoria durante muchos años en selectividad y es muy conocida por los profesores de bachillerato por lo que no reconocerla en un examen en las oposiciones de Lengua y literatura puede ser bastante negativo. Os animo pues a leerla por su calidad y su importancia.

(Con un suspiro de disgusto, vuelve a recostarse en el pasamanos. Pausa. Urbano llega al primer rellano. Viste traje azul mahón. Es un muchacho fuerte y moreno, de fisonomía ruda, pero expresiva: un proletario. Fernando lo mira avanzar en silencio. Urbano comienza a subir la escalera y se detiene al verle).

Urbano: ¡Hola! ¿Qué haces ahí?

Fernando: Hola, Urbano. Nada.

Urbano: Tienes cara de enfado.

Fernando: No es nada.

Urbano: Baja al «casinillo». (Señalando el hueco de la ventana) Te invito a un cigarro. (Pausa) ¡Baja, hombre! (Fernando empieza a bajar sin prisa) Algo te pasa. (Sacando la

petaca) ¿No se puede saber?

Fernando: (Que ha llegado) Nada, lo de siempre… (Se recuestan en la pared del «casinillo». Mientras hacen los pitillos) ¡Que estoy harto de todo esto!

Urbano: (Riendo) Eso es ya muy viejo. Creí que te ocurría algo.

Fernando: Puedes reírte. Pero te aseguro que no sé cómo aguanto. (Breve pausa) En fin, ¡para qué hablar! ¿Qué hay por tu fábrica?

Urbano: ¡Muchas cosas! Desde la última huelga de metalúrgicos la gente se sindica a toda prisa. A ver cuándo nos imitáis los dependientes.

Fernando: No me interesan esas cosas.

Urbano: Porque eres tonto. No sé de qué te sirve tanta lectura.

Fernando: ¿Me quieres decir lo que sacáis en limpio de esos líos?

Urbano: Fernando, eres un desgraciado. Y lo peor es que no lo sabes. Los pobres diablos como nosotros nunca lograremos mejorar de vida sin la ayuda mutua. Y eso es el sindicato. ¡Solidaridad! Esa es nuestra palabra. Y sería la tuya si te dieses cuenta de

que no eres más que un triste hortera. ¡Pero como te crees un marqués!

Fernando: No me creo nada. Sólo quiero subir. ¿Comprendes? ¡Subir! Y dejar toda esta sordidez en que vivimos.

Urbano: Y a los demás que los parta un rayo.

Fernando: ¿Qué tengo yo que ver con los demás? Nadie hace nada por nadie. Y vosotros os metéis en el sindicato porque no tenéis arranque para subir solos. Pero ese no es

camino para mí. Yo sé que puedo subir y subiré solo.

Urbano: ¿Se puede uno reír?

Fernando: Haz lo que te de la gana.

Urbano: (Sonriendo) Escucha, papanatas. Para subir solo, como dices, tendrías que trabajar todos los días diez horas en la papelería; no podrías faltar nunca, como has hecho hoy…