Hoy es nuevamente viernes y finalizamos la semana en www.opolengua.com con la noticia de que hoy se ha publicado la convocatoria de oposiciones de Andalucía (que analizaremos detenidamente el martes) y, como no, con nuestro acertijo ¡Ponte a prueba!, ese reto con el que queremos orientar desde 2016 a las sufridas y nunca suficientemente alabadas personas que preparan la prueba de comentario de texto de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura, justro la prueba a la que se enfrentarán en Andalucía en junio de este año. Como sabemos, en Andalucía se ponen cuatro textos (a elegir dos) que retan la competencia literaria del opositor que ha de comentarlos, sin más apoyo que sus conocimientos y sensibilidad. Como decía Julio César, “un ejército combate igual que entrena” y por ello hay que enfrentarse a este pasatiempo sin más apoyo que nuestro bagaje personal. Finalmente, se trata de un reto en el que pueden participar quienes opositan, por supuesto, pero también (como decía nuestra Constitución de Cádiz de 1812), “los españoles de ambos hemisferios” y quienes aman nuestra lengua y literatura.
El texto que hoy traemos perfectamente puede aparecer en Andalucía (o en Madrid) en junio de este año. Y ello por muchísimas razones, pues sus versos son una muestra muy característica de su autor, tanto temática como formalmente. Incluso algunos de sus versos nos pueden sonar pues se emplean como ejemplo en muchos manuales de retórica. Es ideal reconocer la obra, pero como ya sabemos, habrá que ver qué pregunta acompañaría el texto, pero hay que tener claro que en las oposiciones podeemos armar un buen comentario aunque no conozcamos la obra razonando su género, su época y su movimiento.
Como siempre, puedes participar escribiendo comentarios en la página de Facebook de opolengua.com (no en la mía personal) hasta el domingo por la noche. Nosotros daremos el lunes la solución del reto y la lista de acertantes.
Y nada más por hoy. Feliz fin de semana. Saludos y ánimo.
Cerca del Tajo, en soledad amena,
de verdes sauces hay una espesura,
toda de hiedra revestida y llena
que por el tronco va hasta el altura
y así la teje arriba y encadena
que’l sol no halla paso a la verdura;
el agua baña el prado con sonido,
alegrando la hierba y el oído.
Con tanta mansedumbre el cristalino
Tajo en aquella parte caminaba
que pudieran los ojos el camino
determinar apenas que llevaba.
Peinando sus cabellos d’oro fino,
una ninfa del agua do moraba
la cabeza sacó, y el prado ameno
vido de flores y de sombra lleno.
Movióla el sitio umbroso, el manso viento,
el suave olor d’aquel florido suelo;
las aves en el fresco apartamiento
vio descansar del trabajoso vuelo;
secaba entonces el terreno aliento
el sol, subido en la mitad del cielo;
en el silencio solo se ’scuchaba
un susurro de abejas que sonaba.
