Hoy tratamos de la inseguridad personal: un aspecto fundamental relacionado con las características personales, la actitud y las emociones que influyen en las oposiciones. La inseguridad es una emoción que tiene una potencia enorme y opera en la profundidad de nuestra conciencia y, sin que nos demos cuenta, puede darnos pequeños disgustos en tareas menores de la oposición (como los repasos o la confección de comentarios) y hasta ser el motor real y profundo del abandono de la preparación. Es por ello que resulta imprescindible tratarlo aquí. Antes de continuar la lectura, no olvides esto: en cuanto tengas síntomas de inseguridad, no dudes en trasladármelos. Estaremos en comunicación y los solventaremos. Esa es mi función como preparador de Lengua.
Mis experiencias con la inseguridad como preparador de Lengua
Llevo muchos años como preparador de Lengua. Desde septiembre de 1999. Así que este año cumplo veinticinco. He almacenado muchas experiencias. Y desde el principio me di cuenta de que mi labor era, sobre todo, emocional. Una opositora, ese primer año (2000), al finalizar el curso y no sacar la plaza (tampoco había muchas), me dijo: “Eres muy bueno; pero te falta un látigo.” Esa persona necesitaba que la exigieran y yo ese año no la exigí como ella deseaba. Volvió a confiar en mí ocho años después y sacó su plaza. Ella no era la misma en 2008 y yo, como preparador de Lengua, tampoco.
Cada persona tiene una necesidad y unas circunstancias que son únicas. Y por eso el mayor reto que tengo como preparador de Lengua es la individualización de los cursos. Decía que llevo veinticinco años en esto y en este tiempo cada curso, cada sesión, cada día me ha ofrecido experiencias que me han permitido reflexionar para mejorar mis cursos. Nunca dejamos de evolucionar. Y por eso este mismo año hemos lanzado dentro del Curso Total la llamada Modalidad Crucero, especialmente pensada para quienes tienen muy poco tiempo para estudiar. Fue una sugerencia que me hizo Rubén Castaño que durante 2024 sacó su plaza estudiando una media de cinco horas semanales.
Importancia de los elementos emocionales y de la erudición
No nos cansaremos de insistir en que, por importantes que sean el dominio de los temas, de los comentarios y de la programación, lo fundamental en las oposiciones de Lengua, es el elemento emocional. Nuestro temario no es un galimatías incomprensible, ni el número de temas supera el centenar, ni nuestras prácticas son accesibles tan solo a Einstein. La oposición de Lengua está al alcance del común de los mortales. Y la prueba la tenéis en las personas que conocéis que han obtenido la plaza, tanto profesores vuestros, como familiares, amigos y conocidos. Casi ninguno de ellos es un erudito. Seguro. Lo que sí serán, en su mayor parte, es personas que fueron capaces en su momento de adaptar su vida a las oposiciones y atesorar cualidades como la constancia, la templanza y, sobre todo, la fe. Esa es la divisa que distingue a quien obtiene la plaza de quien no lo hace.
La inseguridad es una muestra de humanidad
Ya dice Hamlet: “Ser o no ser”. Todos somos inseguros en alguna faceta. La inseguridad es humana. ¿Y cómo no sentir inseguridad en las oposiciones de Lengua, cuando hay tantos elementos desconocidos o imprevisibles? Por tanto, no nos debemos avergonzar de ella. Es imposible que tengamos la certeza de que somos invulnerables y de que todo lo que vayamos a encarar salga perfecto. Y en las oposiciones de Lengua, donde hay siempre un enorme grado de incertidumbre, aparecen más brotes de inseguridad que en otras facetas de la vida en las que todo es mucho más previsible.
¿Cómo se manifiesta la inseguridad en las oposiciones de Lengua?
En las oposiciones de Lengua la inseguridad se manifiesta de diferentes formas. Podemos sentirnos inseguros ante la prueba del tema (por tener faltas de ortografía, por no ser capaces de memorizar los temas al ritmo que desearíamos, por no estar contentos con nuestros repasos, por creer que nos podemos quedar en blanco el día del examen). Podemos sentirnos inseguros ante la prueba del comentario (por no haber leído suficientes obras, por no saber hacer los comentarios que se nos piden, por no saber gestionar el tiempo, por no tener confianza en reconocer las obras que nos caigan…) y podemos sentirnos inseguros en la prueba oral (por no dominar la expresión oral, por tener miedo a que nuestra programación no guste al tribunal, por tener miedo a las preguntas…). Hay mil razones para sentirse inseguro.
Síntomas de la inseguridad en las oposiciones de Lengua
¿Cómo podemos detectar nuestra inseguridad antes de que nos expulse de la travesía? Tenemos varias pistas. Pondremos algunas:
- Hacer trampas en la realización de los ejercicios; es decir, no realizamos los ejercicios como se nos dice, sino que empleamos más tiempo o copiamos de otros textos mientras resolvemos los simulacros.
- Esquivar los apartados de la preparación que nos resultan más traumáticos; por ejemplo, el repaso.
- Estamos constantemente pensando en que otras personas irán mejor preparadas que nosotros y estarán avanzando más.
- Nos da vergüenza reconocer (incluso ante nosotros mismos) que nos sentimos inseguros ante las oposiciones.
- No somos capaces de señalar exactamente cuáles son las causas de nuestra inseguridad.
- Nos sentimos incapaces de aprobar las oposiciones y obtener la plaza.
Los efectos de la inseguridad
Como vemos, los efectos de la inseguridad pueden afectar solo a un ámbito de la preparación, pero también pueden ser catastróficos. Y es que somos conscientes de que la oposición de Lengua se sustenta en las tres patas de sus pruebas. De hecho, el abandono de las oposiciones, el naufragio, se produce cuando esa inseguridad sale de su ámbito y contagia a todo nuestro yo. Ahí ya no creemos que es simplemente un aspecto el que se nos da mal, sino que es imposible que nuestro yo pueda salir con bien del proceso. Abandonamos entonces el barco de las oposiciones en la lancha salvavidas y esperamos el naufragio de nuestras ilusiones que van quedando atrás.
El origen y la transmisión de la inseguridad
En las oposiciones de Lengua, como en todo, también hay un origen o varios orígenes de la inseguridad. Y lo malo es que en muchas ocasiones la inseguridad opera de forma inconsciente; es decir, la albergamos en nuestro interior sin saber que estamos afectados por ese virus y hasta qué punto, por lo que no nos enfrentamos al problema, sino que lo arrastramos día a día. La inseguridad entonces nos lastra y nos impide ir más deprisa. Y un día, en un momento determinado, esa inseguridad da la cara y la reconocemos abiertamente en forma de ansiedad, agobio y pensamientos de abandono. Esto suele ocurrir cuando la inseguridad se ha extendido al cuerpo general, a nuestro yo, y ya hemos sufrido muchísimo y nos vemos incapaces de seguir la travesía: estamos a punto de abandonar. Yo he hablado con muchas personas en ese trance. Y las he convencido de que sigan racionalizando su proceso. Muchas de ellas acabaron conquistando su plaza.
El ejemplo de Guerra y paz
Tolstoi escribió la que para mí es la mejor novela de la historia, solo detrás del Quijote, Guerra y paz. En esta novela está la vida entera y hay una escena especialmente sobrecogedora que yo empleo como preparador de Lengua para establecer una analogía con el proceso de las oposiciones. En esa escena, los soldados rusos se aprestan a una batalla y están con sus fusiles esperando la carga de los franceses. En un momento determinado, la infantería gala se lanza contra ellos con la bayoneta calada y todos aguardan a pie quieto su llegada. Están seguros de que podrán repeler la carga. Pero en un momento determinado, un soldado ruso cree que los van a arrasar y se va de la línea, aterrado. Los dos que están a su lado, al verle, se sienten inseguros también, y hacen lo mismo. Y al final, por contagio, toda la línea rusa se contagia de su terror y abandona la posición. Los franceses consiguen conquistar la cota sin dificultad y sin pegar un solo tiro. Los rusos han sido derrotados por su propia inseguridad.
Lo primero es reconocer nuestra inseguridad en las oposiciones de Lengua
En las oposiciones de Lengua, lo primero es detectar la existencia de la inseguridad. En Opolengua, además de nuestra propia percepción y de las correcciones que recibimos, gracias a nuestra Hoja de Control (HC) tenemos una herramienta objetiva que nos va a permitir analizar nuestra evolución en las oposiciones y nos va a ayudar a detectar esos puntos débiles que nos impiden avanzar. Aquí ya es pertinente realizar una llamada de ayuda para solventar el problema. Para eso estoy yo como preparador de Lengua.
Lo segundo es particularizar nuestra inseguridad en las oposiciones de Lengua
El segundo paso es señalar acertadamente cuál es nuestro problema concreto. ¿Hemos sido siempre personas inseguras o nuestra inseguridad se da solo en la preparación de las oposiciones de Lengua? ¿Es la causa la ortografía? ¿Es que no tenemos base de latín ni conocimientos filológicos? ¿Es que nos faltan lecturas? ¿Es que no sabemos sintaxis? Como dice el método científico: “divide y vencerás”. Debemos aplicar sus enseñanzas y saber que al aislar el problema, al hacerlo pequeño. lo hacemos manejable y más fácilmente solucionable.
El tercer paso es la templanza
El tercer paso es guardar la calma y pedir ayuda. No podemos pretender soluciones mágicas, ni tampoco nos vamos a hundir. Vamos a atajar el problema y a ponerle soluciones. Vamos a salir adelante, poco a poco, comprobando en la práctica que día a día somos capaces de ir ganando seguridad hasta alcanzar nuestro dominio de nosotros mismos para afrontar el resto de la travesía. En las oposiciones se aprenden muchas cosas y somos afortunados por sentir y por crecer. Una cosa que vamos a aprender en esta travesía es a convivir y a sobrellevar la ansiedad, la angustia y la inseguridad. Solo por eso merece la pena vivir y merece la pena este viaje.
El último paso es fortalecer la fe en la victoria
Vamos a enfrentar cada uno de los motivos de tus inseguridades. Y según vayamos resolviendo problemas, acumularemos nuestro mayor capital: la fe y la esperanza. Afrontar esta travesía con fe y esperanza es vital. Decenas de miles de personas antes que nosotros han hecho esta ruta y lo han conseguido. Es posible. Sabemos cómo se llega a puerto. Mi función, como preparador de Lengua, es acompañarte y guiarte en tu travesía personal hasta la plaza. Lo vamos a conseguir. Y un día, no muy lejano, sonreiremos alegremente y hasta con cierta melancolía, recordando cómo crecimos opositando y qué hermoso fue nuestro sacrificio en busca de nuestro mejor yo y de la libertad.
Saludos y ánimo. ¡A por la plaza!