En estos días, me llegan muchos correos. Y es que son momentos muy importantes para muchas personas. Quiero seguir alimentando el blog, sobre todo para aquellas que lo están pasando mal. Porque algunos correos son de gentes contentas y agradecidas a la vida. Han pasado a la siguiente fase y viven la ilusión y el orgullo del difícil aprobado. Si estrás entre esas personas, mi más cálida enhorabuena. Todavía te queda un trecho para alcanzar tu plaza, pero la inyección de confianza que da ver el aprobado es enorme y tú lo sabes. Parece que todo el mundo está a tu alcance y así es en verdad. Créetelo y aprovecha esa energía para alimentar tu triunfo. Intenta grabar en tu memoria estos instantes porque habrá momentos en tu vida (en las oposiciones y fuera de ellas) en que ese almacén de confianza te haga falta y siempre podrás echar mano de los buenos recuerdos para sostener tu tristeza.
Pero siempre necesita más abrazo, más ánimo y calor la persona que ha tenido la desgracia de no ver su nombre en la lista de aprobados. Sé lo que se siente porque yo tardé siete oposiciones en verme ahí y la decepción es a veces enorme. Enorme. Todo se tambalea ¿Cómo es posible que esto me haya pasado? ¿Todo lo que he hecho hasta ahora estaba mal y yo estaba de espaldas a esa realidad? Y en estos momentos, pocas palabras te pueden consolar. Yo también me he sentido así antes de obtener la plaza. Vas con ilusión y con angustia al tribunal… y no te ves entre los aprobados. O incluso te dicen la nota y esta es muy baja. Te hundes. Son tantas horas robadas al sueño y las personas que te quieren… Son tantas ilusiones las que parecen irse por el sumidero. Es tanta la injusticia que se agolpa en tu corazón porque ves que todos tus esfuerzos no han obtenido su justa recompensa… Te entran ganas de llorar, de no hablar con nadie, de mandarlo todo a paseo. Sí, yo también he estado así. Yo tardé siete oposiciones en verme en la lista de los que habían obtenido plaza como puedes ver si sigues la serie de este blog ”Mi vida”… Y por eso te digo, que también todo eso pasa. Puede durarte horas, días o semanas. Pero llega un momento en que esa tormenta de aflicción y rabia se calma y entonces llega el momento de evaluar, todavía con tristeza, lo que ha ocurrido y lo que hemos de hacer.
Y es difícil saber qué ha ocurrido. Desafortunadamente, el método de evaluación de las oposiciones es injusto e irracional. Y sí, se puede haber dado el caso de que te hayan evaluado mal. De hecho, te garantizo que es frecuente. Y lo peor de todo es que no lo sabrás nunca. En las oposiciones hay muchos elementos que no son justos ni objetivos. Debería ser de otra manera, pero es así. Los miembros de los tribunales no tienen garantizada la eficiencia, la sabiduría y desgraciadamente, ni siquiera la bondad. Y eso repercute de forma muy negativa sobre todo el proceso. Ten en cuenta que en los últimos treinta años son miles las personas que han obtenido la plaza por antigüedad y haciendo solo la encerrona. ¿Eso demuestra que esas personas sabían algo? Pues esas mismas personas que no sabían mucho son las que te evalúan ahora. El año que yo aprobé en mi tribunal había 2 plazas para 300 inscritos. Yo he preparado entre 2008 y 2010 a personas en cuyos tribunales había 30 plazas para 100. Es decir, ese tipo de personas son las que forman la abrumadora mayoría de profesores de secundaria de entre los que salen los miembros del tribunal. Y eso condiciona todo. Es triste pero es así.
Así que afortunada o desafortunadamente, sin ver los ejercicios, no puedo decirte si has cometido errores de bulto que justifican tu nota o bien se ha cometido una injusticia (lo que tampoco me extrañaría).
Sí hay una cosa que es segura: no dejes jamás que te hunda un mal resultado, un tribunal de torpes e ignorantes o una formación previa equivocada. Tú vales más que todo eso y tu vida es tuya. No dejes que te la aplasten. Levántate y lucha, lucha y vuelve a luchar. Solo en la lucha está la verdad y el crecimiento personal. Solo vencen los que resisten. Solo levantándonos y mirando con alegría al sol se consiguen los objetivos. De los que caen y no se levantan, no se vuelve a saber nada. No dejes que un mal resultado te hunda. Se valiente. Ten valor y esfuérzate. Yo me levanté en 1992, 1993, 1994 y 1996. Yo me levanté seis veces. Y a la séptima, en julio de 1998, lo conseguí después de 70 meses de pelea constante. Sé de lo que hablo y sé que esto es así. Convierte toda esta frustración en orgullo, en la gasolina que te moverá hacia tu futuro. Y en ese camino, largo y duro, pero de fuerza y crecimiento personal, ya sabes donde tienes un apoyo para nutrirte y crecer, para que el embrión de tus esperanzas germine y se haga realidad. Un fuerte abrazo.
Eduardo López Prieto
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