El texto que aparecía en nuestra última entrada era el famoso soneto XXIX de Garcilaso de la Vega. En él podemos apreciar algunos rasgos propios del autor toledano como su gran dominio del ritmo (observemos el predominio de endecasílabos comunes acentuados en 6ª), su léxico llano y selecto y su caracter imitativo pues emplea un mito muy conocido (quizá el más tratado en el Renacimiento) para abundar en los dolores que deben pasar los verdaderos amantes. Es el amore amaro.
Pasando el mar Leandro el animoso,
en amoroso fuego todo ardiendo,
esforzó el viento, y fuese embraveciendo
el agua con un ímpetu furioso.
Vencido del trabajo presuroso,
contrastar a las ondas no pudiendo,
y más del bien que allí perdía muriendo,
que de su propia muerte congojoso,
como pudo, esforzó su voz cansada,
y a las ondas habló desta manera
mas nunca fue su voz de ellas oída:
«Ondas, pues no se excusa que yo muera,
dejadme allá llegar, y a la tornada
vuestro furor ejecutad en mi vida».
Enhorabuena a quienes acertaron
Saludos y ánimo para todos.
