El ataque terrorista de París es un ataque a nuestra cultura.
A menudo hablamos de cultura y decimos «la cultura gallega», «la cultura catalana» y hasta «la cultura de un valle de los Pirineos». A menudo creemos que la cultura son los libros o la literatura o el cine. Eso es incorrecto. La cultura es, antes que nada, una forma de vida. Y nuestra cultura no es la cultura española, sino la occidental, que tiene sus bases en la Antigüedad grecolatina y en el código de valores que propone la Biblia. Nuestras ideas sobre el bien y el mal, sobre la democracia y el derecho, sobre la medicina o sobre la educación, descienden de una de esas dos ramas. Y sobre esos valores y su evolución se funda nuestra convivencia desde hace más de mil años. Y Francia es España. Y España es Reino Unido. U Reino Unido es Alemania. Y Alemania es Italia. Hay matices, por supuesto, pero nuestra cultura es común. Y ahora más que nunca, debemos tenerlo claro. El ataque de ayer en Francia no es contra los franceses; es un ataque a nuestra cultura occidental de respeto a las leyes por encima de todo y respeto a los valores de igualdad de derechos, fraternidad y libertad. Y quienes nos han atacado, (porque nos han atacado a todos) quieren destruir nuestra cultura de respeto para sustituirla por la barbarie. No habrá educación en la barbarie. Ellos vienen de la barbarie, siembran la barbarie donde pueden y la impondrán donde les dejemos.
No hay diálogo posible con la barbarie. Es hora de que el mundo occidental defienda su cultura.
Nuestras condolencias para las familias de las víctimas, nuestros deseos de que los asesinados descansen en paz y nuestra determinación para castigar a los culpables e instigadores morales y materiales con el mayor rigor.