Tras el éxito obtenido como preparador de Lengua en las oposiciones de 2004, empecé el siguiente curso con gran ilusión y además con mayor información acerca de cómo habían sido los cambios en las oposiciones de Lengua en Andalucía, por lo que tenía bastante claro cómo diseñar el curso de preparación. Había cambiado el sistema tal y como indicamos en la entrada anterior y ahora ya sabíamos cómo era. Se trataba de modificar algunos detalles de nuestra preparación que había demostrado ser eficaz el curso anterior.
2005: Un preparador de Lengua sin apenas opositores
Como siempre, quería que mi formación fuera lo más personalizada posible. Y este año lo iba a ser de forma obligatoria porque la mayor parte de los opositores no buscó realizar cursos de preparación ya que se sabía fehacientemente que en 2005 no iba a haber oposiciones de Lengua.
El resultado fue que solo tuve ese año tres opositores: Mari Carmen, Mariluz (que entendía perfectamente que por el escaso tiempo que podía dedicar a las oposiciones, tenía que plantearse una preparación a largo plazo) y Ana Belén. Esta última, además, se acercaba a verme a Bornos, por lo que en realidad tuve ese curso, como preparador de Lengua, dos grupos: uno de dos personas y otro de una persona.
Objetivos del curso
Como preparador de Lengua, apuntaba semanalmente lo que se hacía en cada una de las sesiones. Aquí tenemos un extracto de lo que se trató en la primera sesión.
- Objetivos que nos planteamos para el curso:
- Dominar el temario en la medida de lo posible.
- Hacer una plantilla de resolución rápida de los ejercicios de comentario.
- Hacer ejercicios prácticos relacionados con cada uno de los temas.
- Preparar desde el inicio la programación, de manera que se puedan mezclar unas cosas con otras.
- Realizar planes de estudio individualizados.
Comienzo de los controles semanales
Ese año comencé con la realización de los controles semanales. Cada opositor tenía su propio plan de estudio y yo seguía semana a semana, como preparador de Lengua, su evolución. Al llegar a la sesión me entregaban o decían la lista de temas que ya tenían estudiados y yo les mandaba realizar uno de ellos en una hora. El resultado era positivo pues se producía una tensión que les obligaba a estudiar más al saber que un tema les sería preguntado nada más llegar a la sesión.
Seguimiento del plan de estudio personalizado
Acto seguido, supervisaba, como preparador de Lengua, la evolución del plan de estudio de cada opositor y dialogaba individualizadamente si se estaban cumpliendo los objetivos o no y por qué, dando consejos y pautas de actuación para que el plan pudiera llevarse a término o modificándolo si era preciso, lo cual era común, pues los planes siempre son una aproximación ideal a la realidad; es decir, siempre los diseñamos sin contar con los obstáculos que luego la realidad nos va a interponer (enfermedades, imprevistos en el instituto o en la familia, etc.).
Por ello, era y es común que modificáramos los planes a lo largo del curso, incluso en varias ocasiones. A mí, como preparador de Lengua, el diseño y actualización de los planes de estudio es una cosa que me encanta, pues organizar la realidad y disponer de forma razonada las fuerzas para vencer siempre me ha gustado, ya sea jugando al ajedrez, dirigiendo (como he dirigido) equipos de fútbol o sindicatos u organizando travesías. Ese es un aspecto que, como ser humano, me encanta desde niño.
Resolución de dudas
Tal y como seguimos haciendo ahora, dedicábamos un espacio de la sesión a la resolución de dudas del temario. En ocasiones este apartado duraba más y en otras menos, pero como preparador de Lengua pude realizarlo con sencillez aquel año, pues en un caso (el de Ana Belén) era una clase particular y en el otro tenía tan solo dos opositoras.
Realización de ejercicios prácticos
En cada sesión realizábamos tres ejercicios prácticos en una hora y media. Se trataba, imitando lo ocurrido en las oposiciones, de breves preguntas acerca de textos. Estas preguntas eran concretas y versaban sobre el contenido del temario, por lo que teníamos una batería de decenas de preguntas del temario y un método para realizar su resolución. Se trataba de aplicar ese método semana a semana de forma que los opositores lo interiorizaran y luego lo aplicaran con seguridad el día del examen de las oposiciones de Lengua.
Elaboración de una programación didáctica
El apartado final de cada sesión era la parte didáctica. Como profesor, yo tenía mucha experiencia ya con la elaboración de las programaciones. Cuando había realizado los libros para editorial Akal, teníamos que entregar al Ministerio de Educación la programación del libro, por lo que llevaba realizándolas desde 1997, incluso antes de que fuera obligatoria su presentación en los institutos siguiendo los formatos actuales. Esto puede resultar casi increíble para los profesores actuales, pero sí, hubo una época en que no había burocracia en los centros y una junta de evaluación duraba tan solo unos cinco o diez minutos.
Luego, ya como jefe del departamento de Lengua Castellana y Literatura en el IES Mar de Alborán de Estepona y en el IES El Convento, realizaba todas las programaciones de nuestra área. Lógicamente, aplicaba estas experiencias a mis cursos como preparador de Lengua. El disco de opositores, el CD, que había realizado en la convocatoria anterior había resultado un éxito, por lo que lo mantuve y lo actualicé.
El curso en Bornos
En Bornos, siguió la misma dinámica de los años anteriores. El departamento funcionaba fenomenal e incluso mejoró, pues se incorporó Marisa, una profesora muy entusiasta y preparada que, lógicamente, acabaría obteniendo su plaza y formamos un equipo de amigos que realizaba muchísimas iniciativas y que, además, se llevaba muy bien, yéndonos a comer o quedando para tomar algo al menos una vez al mes.
El año del Quijote
Para mí fue también un año muy especial porque con la conmemoración del cuarto centenario de la publicación del Quijote, el centro de formación del profesorado (en Andalucía llamado CEP) de mi zona me pidió que realizara un curso de formación sobre el Quijote. Ya me habían pedido en otras ocasiones que dirigiera cursos de formación, pero yo siempre me había negado, pues me resultaba más estimulante preparar opositores que formar profesores. ¿Por qué? Pues porque la mayor parte de los profesores iba a los cursos sin otra motivación que la de sumar puntos, mientras que en las sesiones de preparación de las oposiciones de Lengua tenían una motivación y una actitud totalmente diferente.
Yo prefería ser preparador de Lengua
Además, el trabajo como preparador de Lengua tenía una tensión vital mucho mayor, pues sus resultados se podían medir de una forma más o menos objetiva y daban un resultado absolutamente tangible: la plaza. Por todo ello, prefería ser preparador de Lengua a ser formador de profesores.
Aquel año sí acepté la propuesta del CEP
Pero ese año, la propuesta del CEP sí me cautivó porque me encanta el Quijote, estaba actualizado en lo referente a su bibliografía y creía que podía diseñar y llevar a la práctica un curso muy fructífero. Además, como preparador de Lengua tenía tan solo tres opositores. Así que le dije que sí al CEP de la zona y dedique un trimestre a ir a Villamartín a impartir el curso. Entre los asistentes, como no, la mitad no tenía el menor interés en el curso. Iban a firmar para largarse luego. Pero otros sí lo tuvieron y realizamos un curso muy bonito. Hice una guía de lectura y cada día teníamos que llevar leídos unos capítulos y los comentábamos desde el punto de vista temático y formal. Era un comentario de texto, pero a lo grande.
El corolario de aquel trabajo era la elaboración por parte de cada profesor de una propuesta didáctica para desarrollar con su alumnado sobre el Quijote, Surgieron propuestas desde 1º de ESO hasta 1º de Bachillerato.
Mi propuesta didáctica con mis alumnos del IES El Convento de Bornos
La mía, en concreto, fue con mi maravilloso grupo de 1º de Bachillerato del IES El Convento, en el que tenía alumnos verdaderamente brillantes. Consistió en que cada uno de los alumnos realizó un trabajo monográfico diferente sobre un aspecto del Quijote a lo largo de todo el curso.
Yo hice una lista de cincuenta trabajos que iban desde la alimentación en el Quijote, el vestuario en el Quijote, la literatura en el Quijote o el papel de la mujer en el Quijote, etc. Repartí los trabajos de forma consensuada y teniendo muy en cuenta su capacidad. A cada alumno le puse una selección de capítulos que debía leer para realizar el trabajo y cada día en el recreo quedaba con uno o dos para supervisar su trabajo. Primero sacaron las citas y notas de la obra y de la bibliografía que les había dado. Luego hicieron un borrador del trabajo y después el trabajo para entregar.
Yo dedicaba los recreos a supervisar la elaboración del trabajo. El resultado fue magnífico. Algunos de ellos, los de los alumnos más brillantes, podían haber sido perfectamente trabajos final de carrera. Todavía conservo algunos de aquellos trabajos. Fue una experiencia docente de las más gratificantes de mi carrera como profesor de Lengua Castellana y Literatura.
Y de premio como preparador de Lengua: el Algarve
Y para finalizar, como preparador de Lengua, siempre recomiendo darse regalos a uno mismo para premiarse el esfuerzo realizado. Aquel año realicé una ruta con mi caravana por el Algarve. Tavira (quizá mi localidad favorita), Olhao, Albufeira, Lagos, Sagres y el cabo de san Vicente. Todo un mes disfrutando una vez más de una región ya conocida, pero en la que en esta ocasión pude profundizar más. El merecido descanso tras un año de duro trabajo tanto como profesor, como preparador de Lengua. Vendrían nuevos retos y estaríamos preparador para afrontarlos.