¿Y si con la pandemia no tengo nada de tiempo para estudiar las oposiciones?

¿Y si con la pandemia no tengo nada de tiempo para estudiar las oposiciones?

Photo by Joshua Clay on Unsplash
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La entrada de hoy tiene relación con una serie de correos que estas semanas he ido contestando a personas que se encontraban desalentadas, tristes, ansiosas o incluso angustiadas por la situación que la pandemia ha causado en el estudio de las oposiciones. 

Lo primero es validar nuestros sentimientos: querernos

Lo que estamos viviendo es muy grave. Son miles de muertos y contagiados en nuestro país. Son muchos muertos también y muchos contagiados entre los sanitarios. Ya quedarán pocas personas en España que, de forma directa o indirecta, no hayan conocido casos de personas que han muerto de forma dramática y sin poder ser despedidos humanamente por sus allegados. Y eso no solo tiene un coste brutal en términos de dolor para las familias y amigos de estas personas que, sin la pandemia, seguirían vivas. Ese dolor nos alcanza a todos como las ondas cuando cae una piedra a un lago. Y a todos nos alcanza el miedo. El miedo al contagio, a que a alguno de los nuestros (padres, abuelos, tíos…) les ataque el maldito virus. Y la incertidumbre por la situación económica que viene… Y la incertidumbre sobre cómo gestionará el Gobierno el futuro… ¿Cuánto terminará todo esto? 

Es además para todos nosotros una situación absolutamente nueva, para la que no estábamos preparados y que vamos gestionando como podemos. Hemos improvisado en el trabajo, con los hijos… Todo lo que era nuestro mundo estable, previsible y rutinario se ha venido abajo estrepitosamente.

¿Cómo sentirnos ante una situación así? Desorientados, temerosos, ansiosos, tensos… Son los sentimientos normales ante una situación como esta. Así que por donde hay que empezar es por reconocernos nuestros sentimientos y nuestro derecho a sentirlos. Seríamos personas sin sentimientos ni empatía si no nos sintiéramos así. ¡Han muerto miles de personas por culpa del virus!

Recoger velas

Y eso quiere decir que no hay que culpabilizarnos por recoger parte de las velas de las oposiciones o incluso reconocernos que no tenemos nada de tiempo para estudiar. Leo correos de personas que me dicen literalmente esto. “No tengo ni tiempo ni espacio físico para estudiar”. El teletrabajo de la pareja, la ayuda a los hijos en las tareas escolares, la realización de las tareas domésticas, la atención informática a los alumnos, la asistencia a reuniones virtuales con los compañeros del instituto, la redacción de papeles burocráticos del instituto… ¡No tengo tiempo! 

Para quien no tienen tiempo vamos a dar una serie de ideas que pueden serles útiles.

No es tan grave dejar de estudiar un tiempo

Lo primero es ser consciente de que en las oposiciones la mayoría (que yo cifraría en un 80% o incluso más) no estudia seriamente hasta que está la convocatoria encima. La mayor parte de estas personas que no estudian no hacen absolutamente nada y no sufren por ello. Al llegar marzo estudian un poco y se presentan. También entre ellas hay otro tipo de personas que pueden ser muy activas en Facebook, en Instagram o en mirar páginas: miran informaciones, acumulan temarios, comentarios e ideas… pero no estudian tampoco. Estudiar sabemos lo que es y es duro, solitario e introspectivo. Así que si tú no puedes estudiar, debes saber que no hay miles de personas adelantándote, sino unas pocas que, gracias a sus condiciones especiales personales y vitales, sí pueden sobreponerse algo más a esta tragedia. Pero la plaza no la vas a perder, porque la inmensa mayoría no está tampoco haciendo nada…

Hacerse grabaciones para repasar

Esto es cierto: hay que repasar los temas que llevemos. Pero ¿y si no tengo tiempo? Pues mi consejo es entonces que nos grabemos los temas en el móvil y los vayamos escuchando mientras hacemos las tareas domésticas o en situaciones en las que podamos oírlos. Eso no será como un repaso, pero evitará que perdamos el tema.

Implicar a los hijos si es posible

En la medida de lo posible, teniendo en cuenta su edad y temperamento, podemos implicar a nuestros hijos repasando los temas. Esto es posible si, como indica nuestro método, los repasos son breves (un máximo de quince minutos), pues esperar que un adolescente o un niño ya mayor nos esté escuchando horas es verdaderamente difícil, pero en bloques de quince minutos es posible.

Mirar por la web para la programación

Hay veces que por razones del trabajo del instituto o por distracción, tenemos que entrar en la Red y ahora mismo se están dando iniciativas interesantes que podemos incluir en la programación. Podemos volcar también la experiencia que estamos adquiriendo en nuestra nueva faceta de trabajo digital con nuestros alumnos para mejorar la programación que ya avanzábamos.

Relajarse, pero pensando en la oposición

Y también hemos de relajarnos. Solos, con la pareja, con los hijos… ahora es imprescindible buscar momentos para la paz. Y podemos relacionar esos momentos, de forma más relajada, con la oposición. Podemos leer o podemos ver obras de teatro clásico en la televisión. La página de RTVE tiene una gran oferta de clásicos realizados durante los setenta que están muy bien hechos.

El amor es la mejor respuesta

Y buscar amor. Ese amor, esa necesidad de sentirnos comprendidos, de sentirnos protegidos y unidos en el destino con otras personas es también importante en estos momentos. La pareja, los hijos, los familiares, los amigos… Todos son ahora muy importantes, Hay que cuidarlos y preocuparse por ellos. Nada de lo que ahora ocurra se nos va a olvidar. Y el amor es una hucha en la que lo que almacenamos no se pierde nunca. No se olvidan los sentimientos: el entusiasmo, la firmeza de carácter, la solidaridad… son manifestaciones que el amor multiplica y conserva. No lo olvidemos: hasta el día más duro tiene su fin si hay amor en nuestra existencia. Comunicar el amor que sentimos a quienes queremos. Un correo, una llamada, un abrazo, un beso… Esa es la mejor receta para las personas que opositan y no tienen nada de tiempo. El amor nos trae la calma para hacer todo lo demás.