¡Ponte a prueba! 31/2022 

¡Ponte a prueba! 31/2022 

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Ya estamos a mediados de mayo y se va acercando el final del curso, con sus presiones. Para nosotros es un viernes que inicia otro fin de semana y, por ello, es el día en el que publicamos nuestro ¡Ponte a prueba!, el reto con el que acompañamos a todas las nobles y valientes personas que preparan con gran esfuerzo y tesón las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura en su siempre temida prueba de comentario. Como siempre, el acertijo está abierto a todas las personas que en ambos hemisferios, como decía la Constitución de Cádiz, son amantes de la lengua y la literatura en español.

Hoy traemos un texto refrescante que yo he usado en ocasiones en mis clases y siempre con buen resultado, pues por su temática suele gustar a los alumnos. Además, aunque esta obra no ha aparecido nunca en las oposiciones, sí lo han hecho otras de la persona que la compuso. Se trata, si ello es posible, de reconocer obra y autor, pero hay que recordar que se puede hacer un buen comentario señalando la época, el género y el movimiento literario en el que encuadraríamos el fragmento.

Como siempre, se puede participar escribiendo comentarios en la página de Facebook de opolengua.com (no en la mía personal) hasta el domingo por la noche. Nosotros daremos el lunes la solución del reto y la lista de acertantes.

Y nada más por hoy. Feliz fin de semana. Saludos y ánimo.

Horas tardó en convencer a los indios, pero, al fin compadecidos, le dieron de comer y al caer la tarde lo despidieron con palabras de consuelo. “El pobre es muy chamaco y lo han engañado”, comentaban entre sí. Billy siguió su camino fingiéndose triste y desolado. Los indios le decían que aprendiera de aquel ejemplo y no volviera a confiar en nadie y mucho menos en un hombre blanco.
Ochenta millas más adelante y tres días después encontró a su amigo que le esperaba bebiendo en un saloon rodeado de viejitas. Rieron, se restituyeron sus posesiones y se repartieron el dinero de las apuestas. El negocio había sido redondo y los indios habían hecho el… indio, como se suele decir. Pero en aquel lugar Alias había dado como nombre propio el de Billy y éste se quedó muy sorprendido al saberlo. Se justificó Alias diciendo que suponía que los indios lo habían matado ya.
-¿Tan seguro estabas?
-Pues… era lo más aparente
-¿Y lo dices así, pendejo?
-Tú inventaste la maula de la carrera. Fue tu cabeza de dónde salió todo el embrollo.
-Puesto a suponer -respondía Bily sombrío-, podrías suponer otra cosa. Pero, además, tanto tú como yo tenemos a cargo la vida de tres indios. Mi nombre no te mejora.
-Bah, los indios no son personas. Con decir que nos atacaron salimos del paso.
Billy, que solía guardar secreto a sus propias hazañas, le contó, sin embargo, a su amigo la aventura de Silver City, donde había matado a un hombre blanco y Alias, asustado, lo miró de una manera diferente y renunció para siempre a llamarse Billy the Kid.