¡Ponte a prueba! 36/2022 (Solución)

¡Ponte a prueba! 36/2022 (Solución)

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Hoy es lunes e iniciamos la semana con la penúltima solución del curso de nuestro ¡Ponte a prueba!, el texto con el que retamos desde 2016 a las personas que con su esfuerzo y valor preparan la siempre temida prueba de comentario de las oposiciones de
Lengua Castellana y Literatura, aunque abierta, por supuesto, a quienes aman nuestra lengua y literatura milenarias.

Este fin de semana ya anunciábamos un reto complicado. Un autor que aparece en el temario, pero no es de los más leídos de su siglo en la actualidad y unos rasgos que nos podían llevar, con sensibilidad literaria, a dar con las claves referidas a su época, movimiento y género literario.

Y nuevamente el texto ha sido un crisol en el que nuestros participantes han demostrado su fína sensibilidad literaria. Hay que darles, por tanto, la enhorabuena y desearles que el día D pueda aparecer un texto así, pues donde muchos naufragarían, ellos alcanzarían tierra donde asentar los pies para construir su comentario.

Y así, José Manuel Serrano Valero indica la época del texto y alguno de sus rasgos. David González Garrido y Sara Piélagos Martín se refieren a Galdós y la explicación de su juicio está muy bien razonada por Rafael Robledo Simón al señalar que es una prosa “engolada” y heredera, sin lugar a dudas, de Cervantes. Pero Verónica Prezioso acierta al señalar que no es Galdós. Y así nos encontramos con un autor con espíritu y aire cervantino, patriota y abiertamente cristiano. Su carácter precursor del realismo viene determinado en la última frase en la que el narrador nos dice que lo que va a desarrollar es real.

Y es que se trataba del cuento “El extranjero. Epílogo de la guerra de la Independencia”, publicado por Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891) en El eco de Occidente el 1 de enero de 1854.

Y nada más por hoy. Feliz semana de estudio. Saludos y ánimo.

Al culpado que cayere debajo de tu jurisdicción considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto estuviere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente, porque, aunque los atributos de Dios son todos iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia, aconsejó, en fin, don Quijote a Sancho Panza.
Para dar realce a todas estas elevadísimas doctrinas, y cediendo también a un espíritu de equidad, nosotros, que nos complacemos frecuentemente en referir y celebrar los actos heroicos de los españoles durante la Guerra de la Independencia, y en condenar y maldecir la perfidia y crueldad de los invasores, vamos a narrar hoy un hecho que, sin entibiar en el corazón el amor a la patria, fortifica otro sentimiento no menos sublime y profundamente cristiano: el amor a nuestro prójimo; sentimiento que, si por congénita desventura de la humana especie, ha de transigir con la dura ley de la guerra, puede y debe resplandecer cuando el enemigo está humillado.
El hecho fue el siguiente, según me lo han contado personas dignas de entera fe que intervinieron en él muy de cerca y que todavía andan por el mundo. Oíd sus palabras textuales.