Ponte a prueba 26/2023

Ponte a prueba 26/2023

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Finalizamos la semana en www.opolengua.com como siempre lo hacemos, con la publicación de nuestro ¡Ponte a prueba!, el acertijo que desde 2016 pretende ayudar de forma amena a las personas que preparan con gran esfuerzo y valor las exigentes pruebas de comentario de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura. Unas pruebas en las que hay que comentar un texto sin más bagaje que nuestra competencia y sensibilidad literaria. Como siempre, nuestro reto está abierto a la participación de todas las personas que aman la lengua y la literatura española en todo el mundo.

Hoy traemos un texto muy interesante, como desvelaremos el lunes y que, creemos podría inspirar perfectamente a los presidentes del tribunal número 1 de las comunidades autónomas, pues son quienes ponen los textos y las preguntas de los ejercicios de oposiciones. Como siempre decimos, es fenomenal reconocer obra y autoría pues nos permite la realización de un gran comentario desde el punto de vista deductivo, pero podemos realizar también un gran comentario inductivo si somos capaces de razonar la adscripción del texto a una época, un género y un movimiento literario.

Como siempre, puedes participar escribiendo comentarios en la página de Facebook de opolengua.com (no en la mía personal) hasta el domingo por la noche. Las normas para participar en el reto son escribir los comentarios sin leer los anteriores y no acudir a internet para ayudarnos en la resolución del enigma, pues el día D no habrá más ayuda que nuestro bagaje. Nosotros daremos el lunes la solución del reto y la lista de acertantes.

Y nada más por hoy. Saludos y ánimo.

¿Quién es la necia que desea casarse, viendo tantos y tan lastimosos ejemplos? ¿Cómo es mi ánimo tan poco, mi valor tan afeminado y mi cobardía tanta que no quito la vida, no solo a la enemiga de mi sosiego, sino al ingrato que me trata con tanto rigor?
¡Mas, ay, que tengo amor! Y en lo uno temo perderle y en lo otro enojarle: ¿por qué, vanos legisladores del mundo, atáis nuestras manos para las venganzas, imposibilitando nuestras fuerzas con vuestras falsas opiniones, pues nos negáis letras y armas? ¿Nuestra alma no es la misma que la de los hombres? Pues si ella es la que da valor al cuerpo, ¿quién obliga a los nuestros a tanta cobardía?
Yo aseguro que si entendierais que también había en nosotras valor y fortaleza, no os burlaríais como os burláis; y así, por tenernos sujetas desde que nacemos, vais enflaqueciendo nuestras fuerzas con los temores de la honra, y el entendimiento con el recato de la vergüenza; dándonos por espadas ruecas, y por libros almohadillas.
¡Mas triste de mí! ¿De qué sirven estos pensamientos, pues ya no sirven para remediar cosas tan sin remedio? Lo que ahora importa es pensar cómo daré a esta mujer lo que pide.
Diciendo esto, se ponía a pensar qué haría, y luego volvía de nuevo a sus quejas.
Quien oyera las que está dando Laura, dirá que la fuerza del amor está en su punto, mas aún faltaba otro extremo mayor, y fue que viendo cerrar la noche, y viendo ser la más oscura y tenebrosa que en todo aquel invierno había hecho (respondiendo a su pretensión su opinión), sin mirar a lo que se ponía y lo que aventuraba si don Diego venía y la hallaba fuera, diciendo a sus criadas que si venía le dijesen que estaba en casa de alguna de las muchas señoras que había en Nápoles, poniéndose un manto de una de ellas, con una pequeña linternilla se puso en la calle y fue a buscar lo que ella pensaba había de ser su remedio.