Ponte a prueba 37/2023 (Solución)

Ponte a prueba 37/2023 (Solución)

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El sábado pasado fue el ejercicio práctico en comunidades como Andalucía y Extremadura. Hubo suerte diversa en temas y comentarios y toca ahora esperar las calificaciones. En Madrid el ejercicio práctico será este fin de semana que viene. Y como siempre, al ser lunes, comenzamos la semana de trabajo con la solución de nuestro ¡Ponte a prueba!, el reto con el que desde 2016 acompañamos a las nobles y esforzadas personas que preparan las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura en su prueba de comentario. Este será el último ¡Ponte a prueba! del curso.

El viernes pasado planteamos un texto que ya había aparecido en las oposiciones y, como siempre, nuestros participantes dieron con la obra, la autoría, la época, el género y el movimiento literario. Y así tanto Sandy Rose como Eva López Santuy lo sitúan acertadamente en el siglo XX. Eva además acierta en lo referente al género. Francisco Javier Zambrana Durán y Verónica Prezioso señalan con acierto el nombre del libro de cuentos y la autoría. Y Natalia de la Iglesia hace pleno ,pues a todo esto añade el nombre exacto del cuento.

Y es que, efectivamente, se trataba del cuento “La niña fea”, perteneciente al libro Los niños tontos (1956) de Ana María Matute (1925-2014), que apareció en las oposiciones de Cantabria en 2018.

Y nada más por hoy. Saludos y ánimo.

La niña tenía la cara oscura y los ojos como endrinas. La niña llevaba el cabello partido en dos mechones, trenzados a cada lado de la cara. Todos los días iba a la escuela, con su cuaderno lleno de letras y la manzana brillante de la merienda. Pero las niñas de la escuela le decían: «Niña fea»; y no le daban la mano, ni se querían poner a su lado, ni en la rueda ni en la comba: «Tú vete, niña fea». La niña fea se comía su manzana, mirándolas desde lejos, desde las acacias, junto a los rosales silvestres, las abejas de oro, las hormigas malignas y la tierra caliente de sol. Allí nadie le decía: «Vete». Un día, la tierra le dijo: «Tú tienes mi color». A la niña le pusieron flores de espino en la cabeza, flores de trapo y de papel rizado en la boca, cintas azules y moradas en las muñecas. Era muy tarde, y todos dijeron: «Qué bonita es». Pero ella se fue a su color caliente, al aroma escondido, al dulce escondite donde se juega con las sombras alargadas de los árboles, flores no nacidas y semillas de girasol.