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1999-2000: Mi primer curso como preparador de Lengua

Primer año preparador de Lengua

En la entrada anterior inicié una serie en la que voy a contar mi trayectoria como preparador de Lengua, desde sus inicios en 1999 hasta la actualidad. En la primera entrega expliqué las influencias vitales que dieron lugar a que me plantease ser preparador de Lengua. En esta segunda voy a recordar cómo se produjo efectivamente ese salto en mi vida.

Han pasado muchos años desde entonces y hasta 2002 en que digitalicé completamente la preparación, lo único que tenía informatizado era el temario y los comentarios (ya que en aquel tiempo no había que realizar una programación). Eso quiere decir que no tengo los datos de los opositores que tuve como preparador de Lengua ni en el curso 1999-2000 ni en el 2000-2001.

La petición de destino 1999

La madre de mis hijas no quería vivir en Estepona. Prefería Cádiz. Yo en Estepona estaba a gusto y además tenía primos y tíos en Marbella, pero conocía bien la costa de Cádiz desde hacía muchos años y también me agradaba la idea de instalarnos allí. Así que compramos una preciosa casa unifamiliar en la playa de las Redes, en El Puerto de Santa María y nos fuimos allí a vivir en julio de 1999. No había entonces más urbanización allí que los bloques de apartamentos y la nuestra, que Urbis bautizó como El Naranjal porque todas las casas eran de ese color. La playa, a doscientos metros de mi casa. El sueño de cualquiera. Sol, playa, mar. Una casa preciosa con jardín a la que yo metí muchísimas horas. Y, sobre todas las cosas, una hija anhelada durante mucho tiempo en camino. ¿Qué más podía pedir?

Preparador Lengua Sara Mano 1999
La mano de mi hija Sara.

Por eso, al llegar la petición de destinos, mal aconsejado por mis compañeras de departamento de Estepona (que me habían asegurado que no me darían la definitiva en muchos años y que me concederían la primera o segunda petición que pusiera), yo incluí en la instancia tan solo diez institutos, todos ellos de El Puerto de Santa María ordenados lógicamente por la cercanía a mi domicilio: el primero de ellos, el IES Pintor Juan Lara.

Playa de las Redes (El Puerto de Santa Maria) 1999.

Pepe Pulido me habla de Bornos

Pero yo era amigo del director del centro, Pepe Pulido (ceutí inteligente y gran director) y estando en su despacho, me dijo “¿Y por qué no pones también Bornos? Es un instituto precioso. Yo estuve allí de maravilla.” Y sin creer jamás que acabaría allí, lo puse. Gracias a Dios que fue así, porque si no llego a ponerlo, hubiera acabado en Almería, pues el programa informático si no encuentra peticiones, actúa por orden alfabético y de hecho, en el destino provisional, me tocó el IES Canjayar en las Alpujarras de Almería, lo que me alarmó terriblemente, pues estaba a 565 kilometros de curvas de mi casa, de mi mujer y mi hija.

Así que respiré de alivio cuando en la definitiva vi que me había tocado mi última petición, precisamente la que me había recomendado Pepe Pulido, el IES El Convento, de Bornos.

Preparador Lengua IES El Convento
IES El Convento (Bornos). Un precioso e impresionante edificio cuya construcción finalizó en 1597.

Mi destino en Bornos

Así que en junio de 1999, Dios (o el Destino) me condujeron a Bornos, un pequeño y precioso pueblo de la sierra de Cádiz con un impresionante legado histórico y monumental. Basta con recordar que fue sede del Adelantado mayor de Castilla durante la Reconquista; es decir, era la base militar desde la que se lanzaron las expediciones castellanas contra los musulmanes durante los siglos XIV y XV. El virrey de Nápoles y Sicilia era bornicho y, de hecho, construyó un palacio renacentista que puede ser visitado por todo aquel que quiera acercarse a disfrutarlo. Pero quizá la joya y el orgullo de la localidad sea nuestro instituto, que fue convento durante muchos años, hasta que la alcaldía removió Roma con Santiago hasta convertirlo en instituto de FP en 1974.

IES El Convento: uno de los institutos más bonitos de España

En España hay institutos impresionantes. Lo es el Instituto San Isidro en Madrid (antiguo Colegio Imperial), lo es el instituto de Soria en el que dio clase Antonio Machado o el instituto de Medina Sidonia en Cádiz. Pero como edificio en su conjunto, creo que el instituto de Bornos los supera y es el más bonito de España. Puede que en mi juicio influya el hecho de que yo pasé allí trabajando desde 1999 hasta 2011 y conociera personas extraordinarias (algunas de las cuales influyeron muchísimo en mi vida), pero animo a quien pueda, que lo visite y juzgue por sí mismo. Como se puede ver en la foto y en otras más que publicaré en las próximas entradas, es un edificio impresionante.

Preparador Lengua Tumba Adelantado Bornos
Tumba del Adelantado Mayor de Castilla, en la capilla del IES El Convento de Bornos. 1507. Cinco siglos nos contemplan.

Su puerta de acceso tachonada escondía preciosos tesoros que forman parte de nuestro patrimonio histórico cultural: un claustro renacentista donde los alumnos disfrutaban del recreo, una centenaria capilla era el lugar en que se celebraban los claustros de profesores o su iglesia convertida en salón de actos, unas aulas que eran antiguas estancias del convento o un patio que era el antiguo huerto del mismo. Yo, y los turistas que visitaban el centro, se quedaban suspendidos por su armoniosa belleza renacentista.

El primer curso fue muy bonito y tengo recuerdo de alumnos con los que aún tengo trato. Ya son mujeres y hombres hechos y derechos. Para mí fue también muy grato poder experimentar con ellos mis libros de texto, con gran éxito además, tanto los de bachillerato como el de 3ºESO, que era mi libro favorito.

Preparador Lengua ·ESO Akal

Las oposiciones de 2000

Se sabía que en junio de 2000 habría oposiciones. Tocaba. No habría muchas plazas de Lengua (ya estábamos acostumbrados a eso por los esfuerzos de España para cumplir con las normas de Alemania y poder entrar en el euro), pero quien se presentase bien preparado podría conseguirlo de la misma forma en la que lo había hecho yo en 1998. La primera parte de las pruebas consistiría en redactar un tema en dos horas (dos bolas) y realizar un comentario filológico-literario y otro lingüístico (en dos horas cada uno). Quien superase esta fase realizaría la encerrona, que consistiría en la exposición oral de una hora sobre un tema del temario (entre dos bolas de los 72 temas) con un debate posterior de quince minutos con el tribunal.

Casi la misma oposición que había aprobado yo, pues había quitado el tema de legislación (de un temario de catorce temas se sacaba una sola bola. Conocía perfectamente esa oposición: podía convertirme en preparador de Lengua.

Me propongo convertirme en preparador de Lengua

Y así llegamos a septiembre de 1999, con mi hija a punto de nacer (lo haría el 20 de octubre de 1999, el día que más llovió del siglo XX en El Puerto), nueva casa y nuevo centro. Y nuevos proyectos. La idea de mi inspector no había caído en saco roto y en cuanto llegó septiembre me propuse formar un grupo de opositores para convertirme en preparador de Lengua. Tenía un temario original escrito completamente por mí y decenas de comentarios realizados por mí en los últimos seis años. Tenía lugar. En mi casa había un sótano magnífico con claraboyas que le daban luz natural al estilo de los sótanos británicos. Ahí se reuniría el grupo, pensé. Solo me faltaban los opositores.

Formar un grupo de opositores de Lengua

¿Cómo lo hice? Como ya dije en mi entrada anterior, yo partía de una experiencia política de muchos años. Primero en el movimiento estudiantil y luego en el terreno sindical. Nada más terminar la carrera en 1990 comencé a trabajar en el colegio Siglo XXI y me afilié a FETE-UGT. Pronto fui miembro del comité de empresa. En 1996 abandoné la UGT (pues el sindicato apoyaba que las listas de interinos estuvieran blindadas) y formé un sindicato propio con otros compañeros (muchos de ellos interinos jóvenes procedentes de UGT y CCOO) que se llamó AICEP (Asociación de Interinos por la Calidad de la Enseñanza Pública) y fui elegido presidente del mismo, cargo que ocupé hasta que obtuve mi plaza.

Partí de esa experiencia y siguiendo los mismos métodos con los que había multiplicado la afiliación al Sindicato de Estudiantes en Madrid o en Valencia o a la AICEP, lancé una campaña entre interinos gaditanos para formar un grupo de trabajo. Todo ese proceso de captación de opositores me rejuveneció. Mucho más me gustó ver que obtenía respuestas de diferentes institutos.

Mi grupo de opositores-interinos

Convoqué una reunión en mi casa a la que asistieron unos ocho o diez interinos, no recuerdo bien. Una parte había venido en el mismo coche desde Algeciras y La Línea y luego había otras dos o tres personas que eran de Jerez. En esta primera toma de contacto yo les expliqué cómo se estructuraría el curso.

Todas las semanas haríamos un control de un tema (lo que duraría una hora); después yo les entregaría y expondría dos temas durante otra hora, luego realizaríamos un comentario in situ y corregiríamos el de la semana anterior. En total, una sesión semanal de cuatro horas y media, desde las 16’30 hasta las 21,15 con quince minutos de recreo en el jardín de mi casa con un café y cigarrillo para quien fumara. Todos de acuerdo. Al finalizar la sesión, yo estaba exultante. ¡Me encantaba ser preparador de Lengua!

Rafael, el preparador de Lengua y presidente de tribunal

Lo más llamativo fue que las dos opositoras de Jerez (Rosa y Carmen) me contaron que venían rebotadas de otro preparador, un hombre al que llamaremos Rafael (al que posteriormente conocería personalmente como verá quien siga esta serie). Según estas opositoras manifestaron en mi casa, la semana anterior habían ido a casa del tal Rafael (que obviamente era más rápido que yo) para formar parte de su grupo.

Ante su asombro, les dijo que no tenía temario ni tampoco comentarios. Él simplemente se limitaría a corregirles los materiales que ellas mismas le llevaran, pero les garantizó que tendrían plaza, dándoles a entender que él mismo se encargaría de que ello fuera así al formar parte de los tribunales. ¿Magia? Me quedé de piedra. ¡Corrupción pura y dura! Lo más curioso es que de las cinco o seis personas que habían asistido a la reunión de ese «preparador de Lengua», tan solo ellas se habían negado a seguir en el grupo.

Las dificultades de ser preparador de Lengua

Los de Algeciras vinieron solo una sesión más. Y no fue porque no les gustase el método o les pareciera malo el temario, sino porque quisieron modificar el precio del curso. Yo entonces creo que cobraba 25.000 pesetas por persona y mes. Pero ellos me pidieron que les rebajase la cantidad a la mitad o dejarían de venir. Tenían que sufragar la gasolina… Yo me negué y les expliqué que por esa regla de tres, a todos les tendría que descontar en función de la distancia desde su casa a la mía. Me dijeron que no vendrían más. Y lo cumplieron. Nos quedamos solo cuatro o cinco personas.

Un preparador de Lengua sin opositores

El resto del grupo no era muy sacrificado en la preparación. Por una razón u otra no venían siempre y tampoco estudiaban mucho. Yo, que entonces estaba empezando como preparador de Lengua, no estaba muy satisfecho de su rendimiento. Creía que todo el mundo que se planteaba estudiar las oposiciones lo hacía igual que yo: seis horas al día tronase, lloviese o hubiera un terremoto. Pero las condiciones de Madrid no eran las de Andalucía y creo que eso también influía y mucho.

En Madrid, en aquellos tiempos, si no aprobabas la oposición (encerrona incluida), te sacaban de las listas del llamado grupo A y no tenías vacante. En Andalucía los interinos no necesitaban aprobar porque las listas estaban cerradas. Esto modificaba todo. ¿Por qué matarse a estudiar si cada año se conseguía un destino mejor al darse jubilaciones? Pronto aprendería a motivar a personas que estaban fijos en sus listas de interinos y que además tenían cargas familiares.

“Eres un gran preparador de Lengua, pero te falta un látigo”

En febrero o marzo, las dos opositoras-madres de Jerez me dijeron que abandonaban también el grupo. No estaban estudiando apenas. Ya tenían suficientes temas y comentarios. ¿Para qué seguir? Lo vi lógico. Una de ellas, Rosa, me dijo: “Eres buenísimo, un gran preparador de Lengua, pero te falta un látigo”. Esas palabras se me quedaron grabadas y le pregunté qué quería decirme con ellas. “Yo necesito que me metan caña para estudiar. Si no, no rindo. Y tú te crees que todas las personas somos como tú.” Lección aprendida. Muchas gracias, Rosa. Solo me quedó vivo un opositor: Javier, también de Jerez. Acabé dándole clases particulares.

Me llaman de una academia de Jerez

Al llegar marzo me llamaron de la Academia Arcos 50 de Jerez de la Frontera. Se les había ido el preparador de Lengua y habían oído hablar de mí (la verdad es que no sé cómo pero así era). Me ofrecieron preparar a los tres alumnos que tenían siguiendo los métodos y el temario de la academia. Yo les pedí la misma cantidad que pedía en las clases de mi casa y la academia aceptó generosamente. Yo diseñaría la clase como considerase mejor y explicaría su temario.

Solo había tres alumnos, una roteña muy simpática, otro chico cuyo nombre no recuerdo y Begoña, una chica muy inteligente de El Puerto a la que recuerdo bien porque la he seguido viendo después. El temario de la academia era muy malo y a mí me dieron pena los chicos, así que les facilité también algunos temas míos.

Las primeras plazas como preparador de Lengua

De las personas que ayudé aquel año, dos alcanzaron la plaza. Javier y Rosa. No sabía si era un porcentaje alto o bajo. ¿A cuántas personas había preparado realmente? ¿Contaban los ocho o diez del inicio de los que desaparecieron casi todos? ¿Había que sumarles los tres de la academia, aunque uno de ellos apenas estudiaba? No sabía si debía estar orgulloso o no, porque algunas personas habían abandonado la preparación.

Pero sí sabía una cosa muy importante: dos personas habían sacado la plaza y eso me colmaba de felicidad. Ayudar a alguien a alcanzar una cosa tan importante en la vida, escuchar su voz cuando te comunica los resultados y sentirte parte de su éxito y su felicidad no tenía precio. Eso era en realidad lo más bonito de ser preparador de Lengua. Y yo lo tenía claro: iba a persistir.