Comienzo hoy una serie donde pretendo contar mi historia como preparador de Lengua, desde sus inicios en 1999 hasta la actualidad. Creo que es un buen momento para echar la vista atrás. Este curso próximo cumpliré veinticinco años ininterrumpidos de dedicación a esta actividad fascinante y enriquecedora. Y como contar en un solo artículo mi evolución como preparador de Lengua Castellana y Literatura es absolutamente imposible, me he decidido a escribir esta serie que hoy comienza.
De ser opositor de Lengua a ser preparador de Lengua
No se puede desligar mi historia como preparador de Lengua de mi evolución como opositor, pues de las enseñanzas obtenidas durante ese periodo extraje las bases para preparar a otras personas hasta que consiguieran llegar al mismo puerto al que había arribado yo. Yo me presenté siete veces a las oposiciones entre 1992 y 1998. En todas fracasé en mi asalto a la plaza excepto, lógicamente, en la última ocasión.
Cada vez que no obtenía la plaza, era una enorme decepción. En una ocasión, como en 1994, el tribunal se equivocó con mi nota (me suspendió el comentario y en realidad era la segunda nota del tribunal) y lo reconoció quince días después. En otra ocasión, en 1996, me quedé a 0,11 de la plaza por no tener suficientes méritos en el concurso. Fueron días difíciles. Cada vez que te pasa esto, sabes que has de volver a estudiar en septiembre con todo lo que eso supone… Pero jamás tiré la toalla.
La fe es muy importante en la vida. Y yo la tengo. Cada vez que eso ocurría, yo siempre pensaba que Dios, el Destino, la propia vida, seguía su plan y que todos aquellos sinsabores al final tendrían un sentido. Mientras tanto, seguía preparándome, creando mi propio temario año a año. Era como la hormiguita o la tortuga de las fábulas, laborando para el futuro. Y efectivamente, sin mi temario absolutamente original, sin mis siete encerronas, sin mi trabajo como comentarista durante meses y meses, no hubiera llegado a ser preparador de Lengua.
La influencia de mi experiencia política para ser preparador de Lengua
Desde 1980, al entrar en el Colegio Montserrat (un referente de la pedagogía y de la izquierda política en Madrid) me dediqué al activismo político y participé en las huelgas y manifestaciones contra la LAU de 1980 y luego en todas las que se fueron dando. En 1986 formé parte del grupo difusor del Sindicato de Estudiantes. Llegué a la dirección de la organización y fui quien pidió el permiso a la Delegación del Gobierno para la manifestación del 23 de enero de 1987, la más masiva de la historia del movimiento estudiantil español. Viajé durante 1987 por Inglaterra, Bélgica e Italia difundiendo en mítines, asambleas y entrevistas en televisión y radio nuestra lucha estudiantil.
Fui dirigente del Sindicato de Estudiantes y de su organización matriz durante dos años. En ese tiempo gané unas experiencias vitales como organizador y en la dirección de grupos humanos que luego me fueron muy útiles al organizar mis grupos de opositores como preparador de Lengua. La experiencia de hablar en público ante grandes auditorios o participar en entrevistas y debates radiofónicos con Luis del Olmo o Iñaki Gabilondo me resultó muy útil en las encerronas de la oposición de Lengua o leyendo los ejercicios ante el tribunal.
Mi paso por la universidad
Estudié en la Universidad Autónoma de Madrid durante los años 1984 a 1990. Perdí un curso pues a la vez era liberado político y vivía en Valencia desde 1988. En esos años colaboré aun así con Francisco Caudet en su Romancero de la Guerra Civil. Por otro lado, tengo que mencionar especialmente a Francisco Marcos Marín, por su sentido del humor, su bonhomía y su sabiduría. pues sus clases de comentario en su asignatura de Semántica fueron decisivas en mi formación como comentarista de textos.
Jesús Felipe Martínez Sánchez: mi maestro y mi preparador de Lengua
Hay una persona clave en esta historia y es Jesús Felipe Martínez Sánchez. Yo trabajaba en 1992 en un centro concertado, el colegio Siglo XXI de Madrid. Ese centro, fundado en 1970 por una cooperativa de padres (entre los que estaban los míos) siguiendo una iniciativa del PCE, había sido un referente pedagógico en los años setenta en Madrid y en toda España. Yo mismo había estudiado en él. Una parte de sus docentes fueron los artífices de la LOGSE. Mi tutor de 8º EGB, por ejemplo, Alejandro Tiana, desempeñó diferentes cargos durante al mandato socialista con los sucesivos gobiernos de González y Zapatero llegando a ser secretario de Estado de Educación entre 2018 y 2022.
En ese centro, siendo yo alumno y él profesor, conocí a Jesús, un hombre bondadoso y extraordinariamente culto. Aquí podéis ver su currículo. Con él como maestro, estando yo en 5º de EGB viví historias alucinantes en una época alucinante: la de la Transición. Su forma de dar clase de Lengua nos tenía fascinados, porque se basaba en la creación literaria. Hicimos un libro de relatos (a mí me publicó dos) La narración infantil, que fue editado por el propio Ministerio de Educación en 1976. Podéis leer sus memorias, Retrato con fondo rojo, editadas por Caballo de Troya en la que él rememora aquellos años y habla de mí en varias ocasiones.
Yo mantengo con él una deuda de agradecimiento eterna. En 1992, estaba yo quemado del trabajo en el colegio Siglo XXI, con una jefa insoportable y muchísimas ganas de dejarlo todo, la casualidad (Dios o el Destino) quiso que nos encontráramos en la calle del Arenal. Habían pasado doce años sin vernos, desde 1980 hasta 1992. Yo ya no era un niño, pero nos reconocimos al instante, nos abrazamos y nos fuimos a tomar unas cervezas. Y en el bar del hotel Ópera me convenció de que me presentase a las oposiciones de Lengua.
Me dijo que el camino sería duro, sin duda, porque durante estos años (1990-1993) las oposiciones estaban diseñadas para los interinos; pero me aseguró que él me ayudaría y que, al final, obtendría mi plaza. Me lo dijo con total seguridad. “Tú lees bien, escribes bien, has leído muchísimo desde niño: te sacarás la plaza. Seguro. Yo te ayudaré.” Y así fue: durante los siguientes seis años volvió a ser mi maestro y mi mentor, mi preparador de Lengua. Me abrió las puertas de su casa, de su vida y de su corazón. Hasta me fui con su familia de vacaciones.
Cada dos semanas aproximadamente me pasaba a verle. Le mostraba los temas que iba haciendo y él me sugería ideas sobre su enfoque o bibliografía. Yo mismo buscaba textos y realizaba comentarios que él me corregía oralmente mientras yo se los leía. Y siempre, después, una buena sesión de cervezas. Además, me incluyó en su equipo de trabajo de redacción de libros de texto de la Editorial Akal. Si yo he llegado a ser preparador de Lengua, sin lugar a dudas, fue porque Jesús me enseñó a serlo.
Durante todo este proceso de seis años, no solamente creé mi propio temario original, sino que ideé un método de estudio y repasos, el Método Opohispania, que luego registré en la Propiedad Intelectual y después, ya como preparador de Lengua, he difundido no solo entre opositores de Lengua, sino de otras especialidades con enorme éxito, porque garantiza que puedas escribir tres mil palabras de un tema y hacer el repaso de un tema en 15 minutos.
Desgraciadamente, Jesús murió en 2015, dejándonos como legado su obra y su página web, que contiene infinidad de recursos para los docentes de Lengua.
Dos personas influyeron directamente para que me hiciera preparador de Lengua
Las dos personas que influyeron directamente en mi decisión de convertirme en preparador de Lengua fueron la madre de mis hijas y el inspector de Educación de Málaga que evaluó mi fase de prácticas. La madre de mis hijas fue la primera persona a la que yo ayudé a preparar unas oposiciones. No fueron las oposiciones de Lengua, sino las de Magisterio, pero yo la ayudé a organizar su temario de forma que se adaptara a mi método de estudio y la guié en todo el proceso como mentor. No fui su preparador de Lengua, pero sí su preparador estratégico y emocional.
Fue aquí donde tome conciencia del importante peso que la mentorización tiene en las oposiciones y cómo se afectan las relaciones personales al preparar unas oposiciones, ya que el tiempo que el opositor le dedica a su preparación obligatoriamente lo detrae de otras actividades o personas. De ahí que siempre he considerado esto un elemento fundamental en mi trabajo como preparador de Lengua.
La segunda persona que me animó (ya directamente) a ser preparador de Lengua fue mi inspector de la fase de prácticas. Lamento no recordar su nombre. Era filólogo, discípulo de Manuel Alvar y cuando me vio dar clase a los alumnos del IES Mar de Alborán de Estepona trabamos una relación más afectuosa. Charlando un día me preguntó cómo había sido mi trayectoria hasta la plaza.
Yo le conté lo que ahora estoy aquí recordando y me dijo que él era miembro de UGT y pensaba que yo podía diseñar un curso para que lo impartiera a los afiliados. Me dijo que creía por mi previa actividad política y por mis conocimientos, por mis métodos pedagógicos y por mi forma de comunicar podía ser un gran preparador de Lengua. Además, en Málaga había muchos afiliados de UGT y ganaría un buen dinero. Yo rechacé la idea. Ese año aún no era funcionario, quería descansar tras estar seis años estudiando seis horas diarias y además iba a ser padre. Aún no tenía claro que iba a ser preparador de Lengua, aunque el Destino parecía conducirme irremediablemente a ello.