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Las nuevas corrientes pedagógicas en las oposiciones de Lengua

Dentro de las programaciones que corregimos todos los años para las oposiciones de Lengua hay un tipo que se repite con frecuencia. Es el de aquellas personas que no han dado nunca clase en secundaria y están influidas por las orientaciones recibidas en el máster. Allí les han contado que las nuevas tendencias pedagógicas (aprendizaje colaborativo, lápices al centro, puzle de Aronson, ludificación, folio giratorio, aula invertida, etc.) son el último grito, lo más moderno y lo mejor que pueden incluir en su programación para las oposiciones de Lengua, sin detenerse a pensar qué es lo que se suele hacer en los institutos. La pregunta es: ¿es esto verdad? ¿qué hacer? Este primer artículo tiene la finalidad de bajarles a la Tierra. El siguiente, la semana que viene, tratará de cómo conquistarla.

¿Cuál es la finalidad de nuestra programación en las oposiciones de Lengua?

Como bien sabemos, la segunda prueba de la oposición de Lengua, la definitiva y final, sirve para valorar la capacidad pedagógica de los aspirantes a la plaza. En esta prueba, que es una exposición oral ante el tribunal, el aspirante debe defender una programación anual y exponer con diferentes materiales, una de sus unidades didácticas. Se trata, por tanto, de una lección magistral que da el opositor al tribunal. A partir de ella, el tribunal le da o no la plaza. Básicamente esto es lo que ocurre. Obviamente, la finalidad de nuestra programación es obtener la plaza. Debemos hacer, por tanto, una programación que resulte atractiva y eficaz, de forma que ilusione y atraiga a los miembros del tribunal. Esto, que parece una obviedad, no es tan sencillo. Pasemos a ver por qué.

La presencia de la política en la segunda prueba de las oposiciones de Lengua

El tribunal de las oposiciones tiene una plantilla basada en los criterios de evaluación que suelen ser públicos. Si la leemos, nos daremos cuenta de que en ella aparecen todos los aspectos que mencionan las leyes, sin espacio para el sentido común ni para la gran pregunta que debería ser la fundamental: ¿se trata de la metodología/actividad/modelo de evaluación más eficaz para que los alumnos aprendan de la forma más rápida? En vez de eso, aparece toda su jerga y su selva burocrática. Lo malo es que esa selva viene marcada con puntuación y si el tribunal es rígido (unos lo son más que otros) la aplicará. Y, por ejemplo, las NEAE (a las que en la realidad se les da escasa atención, como no puede ser de otra manera cuando tienes que mantener el orden ante veinticinco alumnos) pueden aparecer marcadas con dos puntos o se indica en otro ítem que “se incluyen todos los principios/orientaciones pedagógicas marcados en la norma de referencia para cada cuerpo y especialidad.”

¿De dónde vienen todas estas teorías pedagógicas?

Lo primero, para hacernos una idea nítida, es ver de dónde vienen estas teorías y quiénes son sus creadores. En primer lugar, de la francofonía proceden ilustres pedagogos como Rousseau, que fue un pensador tan amante de la infancia y tan caritativo que abandonó a sus cinco hijos en un orfanato o a Piaget (1896-1980), que era biólogo y no dio una clase en secundaria o en primaria en toda su vida y cuyos únicos objetos experimentales fueron sus propios hijos; es decir, tres personas. Pero el grueso de estos “investigadores” proviene de los Estados Unidos. Tanto Gardner (el creador de la teoría de las inteligencias múltiples), como Aronson (creador del puzle) o David H. Rose y Ann Meyer (creadores del DUA) son psicólogos sin ninguna experiencia docente en institutos y por tanto no hay demostración empírica de sus teorías. Merril, otro de los popes, estuvo siempre ligado a la mormona Universidad de Utah y fue miembro del “Comité seleccionado sobre el futuro de la educación superior en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”. Y Bloom, el de la taxonomía, era otro psicólogo estadounidense que no pisó un instituto en su vida.

No hay ninguna prueba experimental que demuestre la superioridad de estas metodologías

No hay ni un solo estudio experimental en el mundo que haya comparado la enseñanza más tradicional con sus teorías y haya demostrado que sus métodos son mejores para enseñar cosas. Lo que sí sabemos es que en la única medición empírica de los diferentes sistemas de enseñanza (PISA) Estados Unidos ocupa en Matemáticas el puesto número 34 (a más de 100 puntos de Singapur) y por debajo de la media de la OCDE. Tras el éxito de estos modelos educativos en EEUU, lógicamente, los pedagogos europeos (y entre ellos, los españoles) importaron tan exitosos métodos y esto ha conducido a que el primer país europeo en PISA sea Estonia, y que los seis primeros países en la clasificación sean Singapur, Macao, Taiwan, Hong Kong, Japón y Corea del Sur, donde ninguna de estas teorías se llevan a cabo.

La razón de la hegemonía de la nueva pedagogía es política

Entonces ¿por qué tienen tanta fama y por qué les tenemos que hacer caso? Pues por razones políticas. Estos pedagogos han escrito las teorías que deseaban los políticos. Esa es la razón de su éxito. La transformación de los institutos de centros de saber en centros de aparcamientos obligatorios para adolescentes es la clave que explica todo. En ninguno de los países asiáticos la educación secundaria es un aparcamiento de menores. Estos señores pedagogos han dado la solución a los políticos: la mejor forma de aprender es la que convierte el aprendizaje en una actividad que es placentera y no implica un verdadero esfuerzo. Es decir, la que intenta convertir el aparcamiento en un parque de atracciones. En los países en los que los políticos quieren que la educación secundaria genere decenas de miles de personas capacitadas para ser una élite llevada a dirigir la sociedad (y si les dejan, el mundo entero), lógicamente, estas teorías no tienen ningún predicamento.

La presencia de la realidad en la segunda prueba de las oposiciones de Lengua

La realidad está representada por los miembros del tribunal. En el master no se dice que la inmensa mayoría del profesorado está harta de los políticos y de los pedagogos. Los ven como personas que viven fuera de la realidad y que cada dos o tres años les lanzan una nueva moda. Los que llevamos décadas en esto hemos visto tantas desde que se implantó la LOGSE y se acabó con el BUP… La evaluación por conceptos, procedimientos y actitudes, la importancia de las UDI’s, la de los proyectos y el ABP (que ya ha iniciado su declinar) y ahora el último grito (hasta que salga el siguiente de la cabeza de un pedagogo político): el DUA, los ODS y las situaciones de aprendizaje.

¿Qué es lo que realmente se hace en los institutos?

En cada instituto se hace una cosa, lógicamente. Pero en términos generales, en los institutos se sigue haciendo lo que dice el sentido común. Y es hacer unas buenas explicaciones y luego hacer ejercicios, exámenes y trabajos. Esta es la realidad. ¿Y por qué es así? Pues porque todo lo que se sale de esto, en la mayor parte de las ocasiones funciona peor por una de estas razones. O bien los alumnos aprenden poco o menos, o bien la clase se escapa de las manos disciplinariamente.

¿Cómo es realmente un instituto?

Estas metodologías parten de una idea falsa y es la de que los alumnos van al instituto a aprender y en cuanto les lanzamos una idea, como una varita mágica, se ponen todos a disfrutar deliciosamente del aprendizaje. La realidad es que los alumnos son adolescentes y el instituto es principalmente un medio de reunión social. Y por ello, la actividad fundamental de los alumnos es buscar el mejor medio de pasar entretenidos ese rato. Este tipo de metodologías puede dar pie a que la clase acabe en un caos. Y, por ello, muchos profesores, tras ponerlas en práctica, dan un paso atrás porque comprueban que hay otras más útiles. Por otro lado, está la prueba del algodón, que es el examen. Es ahí donde realmente se ve lo que sabe el alumno, porque los trabajos (y más hoy con la IA) pueden encubrir perfectamente la escasa capacidad de un alumno. Y hay muchas veces que, al hacer el examen, se comprueba que el alumno ha aprendido mucho menos que con el sistema tradicional.

¿Y entonces desechamos las metodologías novedosas en nuestra programación de Lengua?

La respuesta a esta pregunta es un no rotundo. No podemos hacerlo, ya que está en las propias bases de la convocatoria y en los criterios de evaluación de los tribunales. Además, puede haber en el tribunal (sobre todo entre los presidentes, que son designados por el brazo político de la pedagogía) profesores que crean en estas metodologías e incluso a los que les haya ido bien con ellas. Por tanto, no podemos prescindir de ellas. Tenemos que hacer un ejercicio de enseñanza-ficción.

La enseñanza-ficción

Las programaciones, por tanto, pertenecen, debido a la presión política, a un nuevo género literario que algunos han bautizado con acierto como “enseñanza ficción”. Este género debe utilizar la siempre novedosa jerga pedagógica (que dura unos pocos años y ni ellos mismos entienden), ignorar la realidad del aula y suponer que lo que se dice en la programación se hace realmente en los centros, sobre todo cuanto se refiere a la atención a la diversidad. Los que van a las oposiciones saben de la existencia del género y son indulgentes. Todos saben que el emperador está desnudo, pero pocos o ninguno lo dirán en público.

¿Podemos hacer entonces una buena programación para las oposiciones de Lengua que satisfaga a políticos y profesores?

Por supuesto que sí. Y de eso es de lo que tratamos en los cursos de programación de Opolengua. Contamos con un formidable equipo, el Equipo Opolengua, en el que me acompañan funcionarios de carrera que destacaron como opositores, con experiencia en tribunales, jefaturas de estudio, jefaturas de departamento; es decir, con el bagaje necesario para ayudarte a hacer una programación eficaz y brillante que responda también de forma positiva a las plantillas de los tribunales.

La semana que viene trataremos de todas las prácticas señaladas antes: aprendizaje colaborativo, lápices al centro, puzle de Aronson, ludificación, folio giratorio, aula invertida, etc. y veremos cuáles son las mejores soluciones que podemos adoptar ante ellas.   

Saludos y ánimo. ¡A por la plaza!