Si hay una cosa segura en las oposiciones de 2014 es que el ejercicio práctico será fundamental para obtener la plaza. Desarrollaremos hoy esta idea para clarificar lo que hemos denominado en entradas anteriores el “escenario de combate”.
Lo primero que hay que comprender, la base de la que partimos es que el número de plazas será reducido. Adaptándonos al caso andaluz, esto quiere decir que si sacasen 90 plazas e hicieran 30 tribunales repartiendo unos 3500 inscritos entre ellos (esto, obviamente, no es más que una aproximación teórica…), cada tribunal tendría 3 plazas para algo más de 100 opositores. Es decir tendría que eliminar unos 110 opositores para dar las tres plazas. ¿Cómo se ha hecho esto siempre? Pues cuando ha habido oposiciones eliminatorias, a la encerrona no han llegado más de 15 personas. Si lo pensáis, es de lógica. Resultaría absurdo llevar a la encerrona a 50 personas. Por tanto, lo primero que hay que tener claro es que pocas serán las personas que lleguen a la encerrona.
Lo segundo que hay que comprender es que el tema será eliminatorio, pero mucho menos que el comentario. ¿Por qué? Pues por la propia naturaleza de la prueba. Cualquier persona puede llevar un buen tema a condición de que tenga un temario bueno y reducido, como el mío. Basta con que se lo aprenda y lo vuelque. Incluso, un temario y un método de estudio como el mío, facilita enormemente al opositor la redacción con vigor y amenidad; el propio tema se la da hecha. Es más, incluso si la persona tiene ciertos conocimientos sobre el tema (un interino que lo ha impartido muchas veces) aunque no se lo haya estudiado, puede intentarlo. Eso quiere decir, por lógica, que el tema se puede reducir prácticamente a una cuestión de probabilidad y suerte. Tantos temas llevo, tantas posibilidades tengo de pasar la fase.
Sin embargo, el ejercicio práctico es muy distinto. Aquí no solo se trata de tener los conocimientos previos, sino que se trata de aplicarlos y redactar de la forma más armónica posible. Desarrollaremos estos conceptos brevemente.
Para empezar, para poder hacer el comentario sobre un texto es preciso dominar la teoría de ese texto. No es posible hacer un buen comentario de un texto de Garcilaso sin saber qué es el petrarquismo. Hay muchos opositores que creen que esta cuestión es secundaria y sin embargo, es básica. Esto es muy importante porque elimina automáticamente a un montón de personas que no dominen ese tema. Eso es lo que queremos decir cuando en la oposición hay un temario oculto: el que se pone de manifiesto en la teoría sobre el comentario.
Por otro lado, hay que saber aplicar los conocimientos al texto. Y esto quiere decir dominar la técnica del comentario. Eso es imposible sin una guía, sin orientaciones que nos indiquen por dónde debemos caminar. Hay personas que se compran un libro de comentario o van a las academias a que les orienten y a ellas les debemos decir que eso es mejor que nada. Pero hay que tener mucho cuidado con estas orientaciones, pues a menudo se trata de comentarios realizados en condiciones absolutamente distintas a las que reunirá el ejercicio real de oposiciones y eso tiene un gran peligro: creer que uno se está preparando, cuando no es así. No es lo mismo prepararse para un maratón que para una carrera de velocidad, como es el caso de las oposiciones. Mucho cuidado con esta idea que ya desarrollaremos otro día.
Finalmente, es fundamental saber redactar un comentario. Y aquí volvemos a lo mismo, no es lo mismo redactar un comentario que redactar una carta. Hay que saber repartirse los tiempos, disponer la información, rematar las ideas y ejemplificarlas adecuadamente.
En síntesis, todo esto hace que el comentario sea la prueba del algodón: teoría y práctica. Y esto hace que la prueba sea tan complicada y selectiva que acaba convirtiéndose (así lo ha sido siempre) en la prueba del algodón de las oposiciones. Un opositor puede “parecer” que sabe más de lo que sabe al desarrollar un tema, pues acude a su memoria. Pero es imposible impostar un comentario. El tribunal se da cuenta automáticamente y psicológicamente lo tiene mucho más en cuenta que el tema pues hasta cierto punto se siente burlado. Por eso esta oposición va a ser muy distinta a las anteriores. Los tribunales no permitirán divagaciones ni tonterías cuando tienen que eliminar a 85 personas de 100. Muchos comentarios ni siquiera serán leídos por completo. Al primer error o al segundo, fuera. Eso quiere decir que no se puede improvisar y que quien lo haga será castigado duramente. De los 100 comentarios presentados, ni siquiera 20 pasarán esa prueba del algodón. El comentario no engaña.
Toda técnica es mejorable con la experiencia. Y lo que debemos buscar, sobre todo, es que alguien nos oriente sobre la técnica a emplear y corrija nuestros textos. Eso es lo que yo me propongo con los videotutoriales de mi página web. Podéis haceros una idea de mis métodos a través del curso de iniciación al comentario que tengo a vuestra disposición de forma gratuita en esta web. Si tienes interés en saber más, pincha en la zona de contacto para enviarme un correo e ingresar en la plataforma del Aula virtual. Como siempre, saludos y ánimo.
Y ahora, para las personas con nostalgia de los noventa…