Estamos ya en octubre y, como todos los años, los opositores se enfrentan a los primeros escollos en la preparación. La realidad cotidiana con sus presiones (el inicio del curso escolar, la dificultad para memorizar los temas o las obligaciones familiares) distorsiona el plan de estudio del opositor y provoca las primeras situaciones de angustia.
La frustración en las primeras semanas de oposiciones es normal
Cuando iniciamos el estudio de las oposiciones, sobre todo si es nuestro primer año, lo hacemos con enorme ilusión. En nuestro plan mental visualizamos la llegada a la meta el día D y la obtención del premio, el aprobado o incluso la plaza. Estamos deseando enfrentarnos al temario y ponernos a devorar temas como si fuéramos una motocicleta devorando millas. Pero a las dos o tres semanas, nos damos cuenta de que nuestro recorrido se va a parecer más a una dura escalada o una azarosa travesía marítima (de ahí nuestros símiles con la escalada o con la singladura) que con un sencillo recorrido por una carretera en el que apenas hay imprevistos. La oposición se nos muestra en toda su crudeza. Los temas son más duros de estudiar de lo que creíamos, tardamos más tiempo de lo que estimábamos que íbamos a dedicar al estudio de cada tema y la memorización de cada folio se convierte en una tarea rutinaria y titánica. Si ya sentimos esto, es que estamos dentro de lo normal. De ahí viene una frustración, una frustración normal.
¿Cómo manejar la frustración al preparar oposiciones?
En las oposiciones, en el mar y en la propia vida, avanza y alcanza puerto aquel que es capaz de resistir la fuerza del oleaje y asume con espíritu positivo los esfuerzos que ha de realizar y los sufrimientos que ha de padecer. Aquel que incluso comprende que hay momentos de tremenda dureza en los que hemos de conformamos con mantener lo que ya tenemos y aguantar semanas mejores.
Afrontar la preparación de oposiciones positivamente
Para afrontar positivamente esta situación debemos mirar a nuestro alrededor porque en esta travesía no vamos solos. Esto es una singladura en la que salimos muchísimos opositores y muchos no serán capaces de llegar al final. Cuando flaqueemos, debemos darnos cuenta de que todos están sufriendo las mismas pruebas que nosotros con la certeza de que serán los otros y no uno mismo quien acabará cediendo.
Y es que no existe el opositor que no sufra. Esta es la primera idea que debemos plantear. Existe el opositor que se alimenta del sufrimiento y lo convierte en energía positiva para avanzar y el que, desgraciadamente, se va hundiendo en su ansiedad y rinde poco o incluso deja de estudiar.Así que es conveniente saber que no solo sufrimos nosotros, sino todo el mundo. El que resiste, vence.
La segunda cuestión es asumir las condiciones de estudio reales que tenemos y adecuar nuestro esfuerzo para no desfondarnos. De la misma manera que cuando hay mucho viento, el buen patrón recoge vela para que el viento no nos escore demasiado el barco o incluso rompa las velas, en las oposiciones hay que asumir un ritmo lo más constante posible que nos permita avanzar sin agobiarnos; es decir, encontrar nuestra velocidad de crucero.
La finalidad de todo esto es no zozobrar o rendirnos a las inclemencias del estudio, sino ser capaces de irnos fortaleciendo y aprendiendo de nuestro esfuerzo para avanzar cada día un poco más. En esa humildad, en esa sencillez y en ese callado esfuerzo estará nuestra grandeza y nuestro crecimiento como personas. No hay crecimiento y avance sin dolor. No hay travesía sin viento. Y si ya lo estamos aprendiendo, es que estamos en el buen camino.
A todos los que se han lanzado al mar, saludos y ánimo.