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¡Ponte a prueba! 29/2020 (Solución) Oposiciones de Lengua castellana y literatura

Oposiciones Lengua Castellana

Como cada lunes, volvemos con la solución de nuestro “¡Ponte a prueba!”, el acertijo con el que queremos servir de piedra de toque y pasatiempo a las personas que preparan la oposición de Lengua Castellana y Literatura en su vertiente del comentario de texto.

Esta semana anunciábamos que reconocer obra y autor era difícil, pues a este autor nadie le ha escrito un capítulo importante en ninguna historia de la literatura española. Y por ello, decíamos que nos bastaba para hacer un buen comentario, señalar la época, el género y el movimiento.

Y en este sentido ha habido bastantes personas que podrían hacer un buen comentario pues se han referido acertadamente al movimiento en el que encuadrar la obra. Así ha sucedido con Mercedes Mateos, Dani ED, Elena González, Laura Fernández y Ángela EM. Por otra parte, Adrián Gómez Acosta sí reconoce acertadamente el tema. ¡Enhorabuena a todos ellos! Ojalá que el día D haya la misma fortuna.

Tritptolemo

Y es que efectivamente, el texto era la oda del poeta y revolucionario republicano Bernardo López García (1838-1870) “Al dos de mayo”, escrita en 1866. Una obra que se hizo muy conocida en su época y lo siguió siendo hasta el punto de que en los años cuarenta, nada más acabar la Guerra Civil se recitaba por los niños en los colegios.

Y nada más por hoy. El miércoles volveremos con nuestra entrada de análisis de la actualidad de las oposiciones.

Oigo, patria, tu aflicción,
y escucho el triste concierto
que forman, tocando a muerto,
la campana y el cañón;
sobre tu invicto pendón
miro flotantes pendones,
y oigo alzarse a otras regiones
en estrofas funerarias,
de la iglesia las plegarias,
y del arte las canciones.

Lloras, porque te insultaron
los que su amor te ofrecieron
¡a ti, a quien siempre temieron
porque tu gloria admiraron;
a ti, por quien se inclinaron
los mundos de zona a zona;
a ti, soberbia matrona
que, libre de extraño yugo,
no has tenido más verdugo
que el peso de tu corona!

Doquiera la mente mía
sus alas rápidas lleva,
allí un sepulcro se eleva
contando tu valentía.
Desde la cumbre bravía
que el sol indio tornasola,
hasta el África, que inmola
sus hijos en torpe guerra,
¡no hay un puñado de tierra
sin una tumba española!

Tembló el orbe a tus legiones,
y de la espantada esfera
sujetaron la carrera
las garras de tus leones.
Nadie humilló tus pendones
ni te arrancó la victoria;
pues de tu gigante gloria
no cabe el rayo fecundo,
ni en los ámbitos del mundo,
ni en el libro de la historia.

Siempre en lucha desigual
cantan tu invicta arrogancia,
Sagunto, Cádiz, Numancia,
Zaragoza y San Marcial.
En tu suelo virginal
no arraigan extraños fueros;
porque, indómitos y fieros,
saben hacer sus vasallos
frenos para sus caballos
con los cetros extranjeros.

Y aún hubo en la tierra un hombre
que osó profanar tu manto.
¡Espacio falta a mi canto
para maldecir su nombre!
Sin que el recuerdo me asombre,
con ansia abriré la historia;
¡presta luz a mi memoria!
y el mundo y la patria, a coro,
oirán el himno sonoro
de tus recuerdos de gloria.

Aquel genio de ambición
que, en su delirio profundo,
cantando guerra, hizo al mundo
sepulcro de su nación,
hirió al ibero león
ansiando a España regir;
y no llegó a percibir,
ebrio de orgullo y poder,
que no puede esclavo ser,
pueblo que sabe morir.

¡Guerra! clamó ante el altar
el sacerdote con ira;
¡guerra! repitió la lira
con indómito cantar:
¡guerra! gritó al despertar
el pueblo que al mundo aterra;
y cuando en hispana tierra
pasos extraños se oyeron,
hasta las tumbas se abrieron
gritando: ¡Venganza y guerra!

La virgen, con patrio ardor,
ansiosa salta del lecho;
el niño bebe en su pecho
odio a muerte al invasor;
la madre mata su amor,
y, cuando calmado está,
grita al hijo que se va:
«¡Pues que la patria lo quiere,
lánzate al combate, y muere:
tu madre te vengará!»

Y suenan patrias canciones
cantando santos deberes;
y van roncas las mujeres
empujando los cañones;
al pie de libres pendones
el grito de patria zumba
y el rudo cañón retumba,
y el vil invasor se aterra,
y al suelo le falta tierra
para cubrir tanta tumba!

¡Mártires de la lealtad,
que del honor al arrullo
fuisteis de la patria orgullo
y honra de la humanidad,
¡en la tumba descansad!
que el valiente pueblo ibero
jura con rostro altanero
que, hasta que España sucumba,
no pisará vuestra tumba
la planta del extranjero!