Este artículo está dedicado esencialmente a esas personas que al ponerse a estudiar y preparar las oposiciones (quizá después de mucho tiempo sin hacerlo), se encuentran en una situación anímica delicada. Mi objetivo, como preparador de Lengua, es hacerles ver que hay un camino de esperanza y que su travesía acabará en la plaza si tienen valor y se esfuerzan.
Más o menos se presentan a las oposiciones de Lengua unas treinta mil personas en toda España y en los años más generosos solo el 10% consigue su objetivo. La clave está en conocer cómo son las personas que alcanzan la plaza y aprender de sus travesías exitosas. Puedes ver algunas en nuestra sección de Testimonios. De esto trataba nuestro artículo de la semana pasada y de esto mismo trata el de hoy.
El choque con la realidad al preparar las oposiciones de Lengua cada septiembre
En estos inicios de curso se produce año tras año el choque con la realidad del estudio. Un proceso que yo viví como opositor entre 1992 y 1998 y he vivido ininterrumpidamente desde 1999 como preparador de Lengua. La consecución de la plaza en las oposiciones de Lengua es un verdadero sueño para miles de personas que cada año se embarcan en esta aventura.
La clave para alcanzar la plaza en las oposiciones de Lengua es persistir
Ya lo decíamos el pasado artículo: para obtener la plaza hay que dominar las destrezas básicas de nuestra área (leer, escribir y hablar), tener una aceptable competencia literaria y, sobre todo, ser capaz de persistir en el empeño. Yo, como preparador de Lengua, diría que es la cualidad más importante de un opositor. Aristóteles decía que eran tres las potencias del alma: memoria, voluntad y entendimiento.
Yo, como preparador de Lengua diría que, efectivamente son la memoria (pues es imposible sin ella afrontar la vastedad del temario y de todos los conocimientos que debemos dominar), el entendimiento (que nos permite comprender y expresarnos correctamente) y la voluntad de persistir.
Antes de iniciar la preparación de las oposiciones de Lengua somos todo ilusión
Cuando nos planteamos opositar somos todo ilusión. Reconocer esto no es malo. La ilusión por mejorar nuestras vidas y darles un horizonte más es indisociable en los seres humanos. Sin ella, no habríamos salido de las cuevas, ni habríamos llegado a América o a la Luna. La ilusión proviene de nuestra conciencia de la existencia del tiempo y de nuestra capacidad de planear. Y la aplicamos a las oposiciones de Lengua. Todos nos hemos aventurado soñando un trabajo precioso y estable que nos permita hacer lo que más nos gusta en libertad. Así que realización personal, seguridad y ansias de libertad son los tres pilares de nuestra ilusión.
El choque de la realidad del inicio de la preparación de las oposiciones de Lengua
Pero al llegar la primera semana de estudio, esa ilusión, que sigue intacta, choca con la realidad. La preparación de las oposiciones de Lengua exige mucho tiempo y eso, como decíamos en nuestro anterior artículo, implica que los nuevos bloques de tiempo que antes dedicábamos a la familia, a otras actividades o, simplemente, a no hacer nada que ahora deben emplearse en una actividad muy absorbente que nos exige una concentración total. Y eso no es nada fácil: ni abandonar los viejos hábitos ni adoptar un nuevo hábito diario tan duro. Eso explica que muchas personas se tambaleen en esa primera semana como cuando un avión toca tierra al aterrizar. Es imposible no hacerlo.
El estudio se nos atraganta
Además, la actividad fundamental, al inicio, es el estudio, que se nos puede atragantar. Nuestro Método de estudio Opolengua es infalible. Esto está demostrado por centenares de personas que lo han usado con éxito desde 1992 (yo, como opositor, el primero). No es una cosa extraordinaria. Se trata de una serie de mecanismos absolutamente exactos de repetición durante la memorización y de repasos con la finalidad de evitar la curva del olvido en las oposiciones y garantizar que el tema se queda en nuestra memoria para toda la vida. Ese objetivo es posible y yo, como profesor de Lengua, no me he preparado una clase teórica en mis veintisiete años en los institutos. Pero ese objetivo es muy muy ambicioso y tenemos que comprender que alcanzarlo, tener un dominio absoluto de un tema para siempre y mantenerlo durante toda la vida exige un tremendo esfuerzo.
Esto quiere decir que el estudio se nos puede atragantar, sigamos nuestro método o no. Y hay que asumir esta situación. Sin dramatizar y sin agobiarnos. Porque asumirlo realmente significa siempre tener una alternativa. Sin ella no podremos salir adelante. Y cuál es la alternativa: el tiempo y la experiencia.
La mala noticia es el tiempo de retraso y la buena es nuestra confianza en que llegaremos
Lo único que quiere decir que tardemos más tiempo del que esperábamos al estudiar cada tema es que tardaremos más en dominar el temario y, por tanto, nuestras posibilidades de que nos salga una bola serán menores (eso no quiere decir que no existan). Eso quiere decir que nuestra travesía puede que sea más larga (y digo tan solo puede, porque luego está el azar de las bolas que salgan). Pero eso quiere decir también que llegaremos y no que naufragaremos. Llegaremos. Si estuviésemos cruzando el Atlántico en un velero en mitad de una tempestad tremenda en la que el 90% de las embarcaciones naufraga y la mala noticia fuera que llegaríamos más tarde, yo daría gracias a Dios y botes de alegría. Ese es el planteamiento que hemos de hacernos.
La experiencia es fundamental
Además, la experiencia nos demuestra dos cosas. Lo primero es que todas las personas que persisten alcanzan la plaza y la segunda es que, si hacemos las cosas bien, cada vez tendremos más experiencia y bagaje en las diferentes facetas de la oposición de Lengua y eso querrá decir que nuestra llegada a puerto será cada vez más cercana. Veremos la plaza igual que Rodrigo de Triana avistó América mucho antes de llegar.
La rutina es imprescindible en las oposiciones de Lengua
Al chocar con la realidad, en mi experiencia como preparador de Lengua, hay tres cosas que debemos hacer. La primera es encapsular tiempo dedicado a la oposición y convertirlo en una rutina. Palabras como rutina o persistencia cuadran mal con estos tiempos de buenismo romántico donde parece que el deseo puede convertirse en realidad sin esfuerzo.
Pero quienes ya sabemos que la vida va en serio, sabemos que la rutina es la base de cualquier progreso humano. Y eso quiere decir también que los seres humanos se diferencian entre sí por su capacidad de afrontar rutinas. Solo los que son capaces de hacerlo alcanzan metas elevadas. Esto es así y no puede ser de otra manera en el deporte, en la ciencia y en las oposiciones de Lengua.
El éxito es siempre la suma de pequeños fracasos
El éxito es siempre una suma de pequeños fracasos. ¿Por qué? Pues porque alcanzar el éxito siempre proviene de un objetivo magnífico. Para correr un maratón en dos horas, un atleta sigue una serie de corredores que le van marcando un ritmo que él no alcanza nunca, pero que le ayuda a finalizar el recorrido en el tiempo que desea. Así se alcanza el triunfo final. Pongamos otro ejemplo. Colón se planteaba una ruta a las Indias para conseguir especias que resultasen más baratas. Ese y no otro era el objetivo del viaje colombino. Para alcanzar ese objetivo se hicieron muchos planes intermedios, que nunca salieron perfectamente bien, porque los objetivos y los sueños siempre son ambiciosos y no hay plan perfecto. Hubo hasta motines en los barcos. Y Colón no logró su objetivo final: una ruta directa a las Indias. Pero España, al final, encontró la ruta a la India y a China tras encontrar el océano Pacífico. De ese error ha surgido toda una civilización y una cultura común para seiscientos millones de personas. Bendito sea.
Asumir los pequeños fracasos es básico en las oposiciones de Lengua
Pongamos nuestro caso. Nosotros tenemos mil objetivos: hacer perfectamente el temario, la programación o los comentarios. Esos son los objetivos. Y son objetivos imposibles porque es imposible hacer todo perfectamente. Esto quiere decir que el objetivo nos marca un ideal y por ello nos acerca a la plaza. Pero hemos de asumir que solo la alcanzaremos si cada una de las pequeñas frustraciones intermedias no nos hacen abandonar. Es decir, hemos de asumir la frustración constante en nuestras vidas sin que eso nos lleve a abandonar. En las oposiciones de Lengua naufragan (y esto como preparador de Lengua lo he visto mil veces) aquellas personas que no tienen resistencia a la frustración. La frustración es consustancial a la vida y a las oposiciones de Lengua.
Darnos ánimos y pequeños para persistir
Es fundamental darnos ánimos para resistir, para persistir, para asumir los pequeños fracasos como pasos imprescindibles hacia la victoria final. Lo vamos a lograr, claro que sí. Vamos a formar parte de ese 10% que lo logra. Vamos a tener fe y ánimo. ¿Y de dónde lo vamos a sacar?
Crecimiento personal, fe en el triunfo y conquista de la libertad son claves en las oposiciones de Lengua
Para mí, el mayor ánimo es el crecimiento personal, la fe en el triunfo y la visualización de mi vida cuando haya obtenido la plaza: la conquista de la seguridad y la libertad individual. Veamos brevemente los tres.
El crecimiento personal es un combustible infinito. De hecho, la vida es una travesía gigantesca en una nave espacial gigantescas también (el planeta Tierra) en la que venimos a desarrollarnos como personas. Y si nos gusta lo que estamos aprendiendo en las oposiciones, el tiempo es para nosotros. Y si no nos gusta, es que nos hemos equivocado de oposición.
La fe en el triunfo proviene de la experiencia de quienes han alcanzado el objetivo. América existe y hay muchos veleros que ya han alcanzado las tierras americanas. Sabemos cuál es el camino. Solo se trata de persistir e imitarlos. América es nuestra libertad y nuestra seguridad y está allí esperándonos a la vuelta del océano. ¡Vamos para allá sin dudarlo! Lo vamos a conseguir.
El papel del preparador de Lengua en tu travesía
La mayor aportación que yo hago como preparador de Lengua es dedicarme en exclusiva a esta tarea y monitorizar y ayudar a las personas que quieren cruzar el Atlántico de las oposiciones de Lengua. Le pongo todas las ganas del mundo, dedico mi tiempo en exclusiva a esta tarea y pongo toda la sabiduría que tengo (que no es tanta como mi ilusión). Y sobre todo, me pongo en la piel de cada persona que se acerca a mí. Si asumes que vas a frustrarte un poco cada semana, pero quieres llegar al puerto de destino, yo puedo ayudarte.
¡A por la plaza!
Saludos y ánimo.