La enseñanza-ficción en las oposiciones de Lengua
Como decíamos la semana pasada, por norma general, los opositores se ven obligados a realizar un máster para poder presentarse a las oposiciones de Lengua. Salvo excepciones (que hayan hecho Magisterio o que provengan de otra especialidad) esto es lo común. El máster suele estar impartido mayoritariamente por personas que no han dado clase de Lengua en secundaria, que no conocen al alumnado ni las condiciones que se viven en los institutos y/o que, sobre todo, están infectados del virus de la nueva pedagogía y tratan de contagiarlo a los futuros aspirantes, consiguiéndolo en muchos casos.
Los contenidos del máster y la nueva pedagogía
Lo primero que hay que aclarar es a qué nos estamos refiriendo con este marbete de enseñanza-ficción. Se trata de todo lo relacionado con el aprendizaje colaborativo, el aula invertida, la gamificación, el puzle de Aronson, los “lápices al centro” y similares. Todas estas ideas tan sugerentes provienen del mismo lugar y de las mismas cabezas. Los Estados Unidos y los psicólogos sociales que dominan las universidades más chic del país anglosajón (Harvard, Stanford, etc.). Estas geniales aportaciones llevan décadas realizándose en aquel país y todos sabemos (es fácil saberlo hablando con quienes han trabajado allí) qué es lo que se aprende en los centros públicos de los Estados Unidos: nada. No es el objeto de este artículo tratar y desnudar cada una de estas técnicas, pero sí es importante dejar clara una cosa. A pesar de todo lo que nos han dicho en el máster, nuestro objetivo es obtener la plaza y no jugar a profesores revolucionarios.
¿Cuál es nuestro objetivo en la programación de las oposiciones de Lengua?
Nosotros sabemos que el tribunal cuenta con una plantilla de evaluación con los criterios que le marca la Administración para valorar nuestro trabajo. Como esa plantilla la realizan pedagogos e inspectores, está infectada de toda esa burocracia y esa pedagogía que produce urticaria entre los profesores, pues la sufren a diario y sobre todo en las evaluaciones. Por tanto, como opositores, nos enfrentamos a un fuego cruzado: por un lado, la idealización forzosa (la enseñanza-ficción de la consejería de turno) y por el otro, la realidad de los profesores en los centros.
La importancia de la exposición oral y de las explicaciones del profesorado
Hay que partir de una base que se ignora aquí y es decisiva. Lo fundamental en un profesor (y así es también en las oposiciones) es cómo se exprese, su amenidad y claridad expositiva. De hecho, nosotros obtendremos la plaza si lnos expresamos oralmente de forma clara y atractiva y si no lo hacemos así, será difícil que la obtengamos. Y es que es normal: cuando nosotros, como seres humanos, queremos saber algo (aunque sea poner un enchufe o aprender a jugar al tenis), lo que hacemos es buscar a alguien que nos lo explique bien y nos lo enseñe. Hay muchos canales de Youtube que se dedican a esto de infinidad de temas y hay miles y miles de personas que viven justamente de sus explicaciones en esos ámbitos.
La realidad de las aulas está presidida por los alumnos
Hay una cosa que no se nos puede olvidar y es que el día a día en los institutos viene determinado por la realidad del alumnado y el control de la disciplina. Estas super-estratosféricas teorías pedagógicas suponen un alumnado ideal que, mágicamente, va a obedecernos y se va a entusiasmar con lo que le propongamos. Y si no se entusiasma, es nuestra culpa, pues no hemos sido lo suficientemente “motivadores”. Esto se debe, seguramente, a que estas actividades han sido diseñadas para niños de primaria y pensadas por psicólogos que analizan el desarrollo individual de la mente humana, pero que obvian cómo se comportan los adolescentes cuando están en grupo.
Una parte del alumnado no quiere estudiar
La realidad de los adolescentes que vive en su día a día un profesor es que una gran parte del alumnado no quiere estudiar y está en la clase obligado. Esto es lo que explica los datos que año tras año muestra el sindicato ANPE en su Informe, cuando dice que el 24% de los profesores denuncia problemas para mantener la disciplina en la clase. Es más, como es absolutamente normal, son pocos los alumnos que deseen fervientemente estudiar y trabajar en clase. Contrariamente a lo que dicen estas teorías tan novedosas, la mayor parte de la motivación de un alumno (la nuestra lo fue en sus tiempos) es externa: labrarse un porvenir gracias al sistema de enseñanza. Cuando esta motivación externa no funciona o no existe, hay poco qué hacer. Entonces, lo que obvian estas teorías, seguramente porque están diseñadas para niños de menos de doce años, es que el alumno va a buscar cualquier resquicio en la clase para pasarlo bien; pero no estudiando, sino charlando, socializando con sus compañeros o incluso molestando.
La percepción de un adolescente de un profesor no es la misma que tiene un niño con un maestro
Hay que añadir a esto que la percepción de la realidad que tiene un adolescente no tiene nada que ver con la que tiene un niño, sobre todo entre los varones, que ya pesan y miden más que la mayor parte de los docentes y están en un periodo vital donde justamente quieren probar sus fuerzas enfrentándose al adulto. Todo esto es lo que ocurre en las clases reales. En un colegio es rarísimo que el alumno sienta que puede elevar el tono o enfrentarse a un maestro. Son niños… En el instituto hay adolescentes de dos metros y cien kilos de peso. No tiene nada que ver.
Pensar qué pensará el tribunal de las oposiciones de Lengua
Por tanto, cuando diseñemos cualquier actividad, es preciso imaginar lo que pensarán en el tribunal al escucharnos. ¿Si llevásemos a la práctica esta actividad, mantendríamos el control de la clase? Esta pregunta no sale en las casillas de las plantillas de evaluación, pero se va a plantear en la mente del tribunal.
Satisfacer a la nueva pedagogía y a los profesores en las oposiciones de Lengua
Así pues, en la programación de las oposiciones de Lengua debemos satisfacer (o, mejor dicho, no contrariar) a los dos modelos de enseñanza existentes. Por un lado, la de los políticos, que emplean a sus serviles pedagogos para diseñar un sistema educativo ideal que tiene poco que ver con la realidad. Esta tendencia se manifiesta en lo que acabamos de referir, en las plantillas de evaluación. Por otro lado, la de los profesores que conforman el tribunal, que sí han dado clase y saben lo que a ellos les funciona y lo que no.
¿Y entonces qué debemos hacer en nuestra programación para las oposiciones de Lengua? Las tres preguntas básicas
Pues como se dice vulgarmente, “nadar y guardar la ropa”. Es decir, hacer un enfoque que cumpla con la plantilla de corrección, pero que dé respuesta a tres preguntas básicas: ¿es esto atractivo para los alumnos? ¿es la forma más rápida y eficaz de que los alumnos aprendan estos contenidos o estos procedimientos? ¿le ilusionará a un profesor hacer esta actividad? Si lo que estamos diseñando cumple estas tres preguntas es ideal. Ese es el reto. Otra idea que yo siempre planteo a los opositores es: ¿si fuéramos a aprender a esquiar, a visitar un museo o a hacer una receta de cocina emplearíamos un método pedagógico similar al que planteamos en nuestra programación? Si la respuesta es no, lo mejor es que busquemos otra técnica.
Pasaremos ahora a lo concreto realizando un breve análisis de algunas de estas teorías
El aprendizaje colaborativo en las oposiciones de Lengua
Hay muchas maneras de conformar un aprendizaje colaborativo y algunas de ellas son realmente útiles, pues pueden permitir que los alumnos vivan en el centro de estudio el funcionamiento real de un centro de trabajo o investigación. Pero hay un modelo de aprendizaje que está muy difundido y que reparte entre los alumnos que conforman el grupo los roles de secretario, portavoz, coordinador y controlador u otros similares. No sabemos de dónde han sacado estos papeles, pero no hay ningún grupo humano que realmente encare proyectos y los lleve a la práctica que se organice así. Ni una redacción de un periódico, ni una empresa de publicidad, ni un despacho de abogados, ni nada. No estamos en contra de que se trabaje en grupo siempre que sea con sentido común, repartiendo las tareas del trabajo con claridad y evaluando a cada miembro del grupo por separado en función de su rendimiento. Lo que no resultará conveniente y ocurre a menudo es que el grupo sea al final un sitio donde trabaje uno de los alumnos (que al final, lógicamente, se siente frustrado) y los demás miren lo que hace para obtener exactamente la misma calificación. Por tanto, hagamos equipos, pero con sentido común, por ejemplo, imitando la redacción de una revista.
La gamificación en las oposiciones de Lengua
Empezando por el nombre, como digo siempre a los opositores: Si no defendemos los profesores de español nuestra propia lengua, ¿quién lo va a hacer? ¿Qué ejemplo damos a nuestros alumnos como profesores de Lengua calcando expresiones del inglés sin necesidad? Habiendo palabras españolas o latinas (como ludificación), ¿por qué copiar del inglés? ¿Cómo corregiremos a nuestros alumnos cuando empleen ellos palabras calcadas del inglés? Dicho esto, y entrando en el fondo de la cuestión, el juego nos parece muy interesante, pero no como elemento central de la enseñanza. Y siempre debe garantizarse que el juego está justificado porque conduce a un nivel de conocimiento superior y no porque sirva como mero elemento motivador. Cuando esto es así, una vez que del juego se pasa al esfuerzo intelectual, automáticamente, el alumno que no tiene deseo interior por aprender, esa motivación externa de la que hablábamos al principio, abandona la actividad. El único elemento verdaderamente motivador es el propio deseo de saber y de progresar socialmente del alumno.
El puzle de Aronson en las oposiciones de Lengua
Esto se trata, como sabemos, de dividir la clase en grupos de tres, cuatro o cinco integrantes. Se supone que reciben un texto o una información que se divide en tantos apartados como miembros tenga el grupo. Una vez hecho esto, cada uno de esos miembros, se convierte (de forma mágica) en un “experto” y se reúne con los otros recién nombrados “expertos” en los otros grupos para debatir y aprender lo que dice en su parte del tema. Una vez han llegado a sus conclusiones (lógicamente, cada uno a las suyas) el “experto” se reúne en su grupo base con sus otros compañeros (que ahora también son “expertos” en sus respectivos temas) para transmitirles la información. Es decir, el alumno en todo este largo proceso va a acabar recibiendo la explicación no del que deber ser realmente el único experto de la clase (el profesor, que ha hecho una carrera y ha obtenido su plaza) sino de un alumno al azar, que puede ser perfectamente un alumno que no sepa nada y se entere de menos, como cualquier persona que haya dado clase sabe. Yo, desde luego, para mis hijas, prefiero alguien que sepa lo que explica para que no se vean obligadas a meterse luego en Youtube para encontrar explicaciones magistrales de buenos profesores que las brindan gratuitamente.
Lápices al centro en la clase de Lengua
Esta técnica es similar a la anterior y consiste en que los alumnos se dividan por grupos y digan las palabras mágicas “lápices al centro” (como si tuvieran cuatro o cinco años) y se pongan a debatir sobre cómo realizar un ejercicio. Imaginemos un análisis sintáctico de una oración compleja o un comentario de texto literario. Después de debatir durante un rato, ya toman el lápiz y se ponen a resolverlo. Y mágicamente, ya lo saben hacer. Imaginemos que vamos a aprender a esquiar y nos dicen que hagamos esta técnica para aprender. Una academia de esquí así no tendría ni un solo alumno.
El folio giratorio en las oposiciones de Lengua
Esto consiste en que los alumnos se dividen en grupos para realizar una tarea y cada uno va escribiendo una parte de la misma. Volvamos a imaginar un análisis morfológico y topémonos con un grupo donde haya dos integrantes que no sepan lo que deben hacer. ¿No será mejor que los alumnos se dividan por parejas y uno de mayor nivel ayude al menos adelantado a hacer la tarea? Pues no, folio giratorio, que es más chupiguay.
El aula invertida en las oposiciones de Lengua
Esta dinámica se inició en Estados Unidos porque ya había institutos en las barriadas más pobres en los que explicar era imposible debido al caos en el que se desarrollaban las clases. El profesor, entonces, se dedicaba a crear videos y luego en las clases los alumnos que querían realizaban las tareas con ayuda del profesor mientras el resto seguía despotricando sin freno. Es decir, esto supone dejar la clase magistral para casa y hacer ejercicios en clase. Comprendemos perfectamente que en un medio así, abandonada completamente la vía disciplinaria y permitiendo a los alumnos disruptivos que se enseñoreen de la clase, sea precisa esta técnica. Pero tiene sus desventajas. La primera es que las dudas que surgen en directo no se pueden resolver al instante; la segunda, mucho más importante, es que el profesor no puede ver las caras de quienes le escuchan y advertir si debe insistir en una idea porque no ha quedado clara o saber si se está produciendo la comprensión de sus alumnos. Resulta curioso, por otro lado, que esta técnica, que no es otra cosa que una clase magistral enlatada, se vea muy moderna y que, sin embargo, la explicación de toda la vida en directo se vea como algo negativo.
Usar la clase invertida en nuestra programación
Hay, además, que añadir otra cosa que es muy importante: nuestros alumnos cuando acaban las clases y van a casa buscan explicaciones magistrales en canales de Youtube desarrollados por profesores que explican bien. Como decíamos al principio, esto es una muestra más de que cuando queremos aprender, los seres humanos buscamos a alguien que nos explique y nos enseñe. Nosotros podemos usar los vídeos y de hecho yo tengo decenas en mi blog www.lashispaniola.es que uso con mis alumnos, pero nunca para suplir la explicación en clase, sino como refuerzo o recordatorio de las mismas.
La metodología tradicional en las oposiciones de Lengua
Entonces, ¿se pueden hacer cosas tradicionales en las oposiciones de Lengua? ¡Por supuesto! Si son las cosas que se hacen realmente en el día a día en las clases, ¿cómo no se van a poder hacer en las oposiciones? Un profesor de Lengua explica en clase, manda trabajos y ejercicios que corrige en la pizarra y luego pone exámenes. Les guste más o menos a la inspección, esto es así y no puede cambiar mucho, porque es la única manera real de saber si los alumnos están aprendiendo o no.
¿Cuál es la alternativa entonces para triunfar en las oposiciones de Lengua?
Daremos ahora una serie de pinceladas acerca de cómo debemos realizar nuestra programación.
Partir del currículo y hacer una buena secuenciación es decisivo en las oposiciones de Lengua
Los alumnos no van a clase a divertirse, sino a aprender. El tribunal quiere que los alumnos aprendan realmente. Por tanto, la primera regla es que queden claros los contenidos que se van a tratar y que su organización secuencial sea lógica. Para ello, la experiencia es un grado. Secuenciar es importantísimo a la hora de hacer una buena programación. Saber qué cantidad de contenido nos da tiempo a avanzar en una sesión es la única manera de secuenciar bien.
Partir de los intereses de los alumnos en las oposiciones de Lengua
Una vez hecha la secuenciación, debemos incluir en las programaciones los elementos de metodología tradicional mezclándolos con actividades que resulten eficaces para aprender y que además resulten atractivas al tribunal y a los alumnos. ¿Y cómo saber qué interesa a los alumnos? Es bien sencillo: preguntándoles en una encuesta al inicio de cada curso cuáles son sus intereses. A partir de ahí podemos saber qué productos culturales les interesan para programar buscando cauces de relación entre lo que nosotros queremos (que aprendan lengua y literatura española) y lo que a ellos les atrae. Si, por ejemplo, al trabajar los géneros literarios partimos de los géneros musicales que les gustan a ellos, podremos hacer actividades y trabajos que a ellos les interesen y les sirvan para aprender mejor lo que es un género literario, cómo nace y cómo muere.
Buscar la originalidad y el brillo en las oposiciones de Lengua
Esto se llama imaginación. Desgraciadamente, no todos tenemos imaginación. El propio sistema de enseñanza en España parte de esta falacia instalada por los pedagogos: suponer que un profesor es algo así como un mago o un creador. Si tenemos imaginación, debemos ponerla encima de la mesa no tanto en la metodología, sino en la propia actividad en sí. Convertir, por ejemplo, el grupo-clase en una editorial o una agencia de publicidad puede ser original y luego, sin embargo, en las actividades nos olvidaremos de sandeces neopedagógicas. Las actividades serán interesantes porque serán simplemente las que hace una editorial o una agencia de publicidad realmente. Si no tenemos imaginación, debemos buscarla inspirándonos o pidiendo ayuda. Y no olvidar que se trata de buscar la originalidad más en la propuesta de la actividad que en repetir las mismas técnicas pedagógicas supuestamente novedosas que aparecen ahora en muchísimas programaciones.
Hacer lo que a nosotros nos gusta en las oposiciones de Lengua
Esto es también muy importante. Yo digo siempre que hay dos cosas que se transmiten con gran fuerza: el miedo y el entusiasmo. Si nos gusta el cine, metamos cine; si nos gusta la música, metamos música. La única norma ante esto es no ir contra la corriente, no ir contra los gustos de los alumnos. Por mucho que nos apasione un tema, si a los alumnos no les gusta, hay que desecharlo.
Cuenta con nosotros para diseñar tu programación de las oposiciones de Lengua
En Opolengua tenemos una gran ventaja y es que ya somos más de diez personas en el equipo de trabajo y casi todas ellas se dedican precisamente a revisar conmigo las programaciones y unidades didácticas. El equipo está formado por funcionarios de carrera, todos profesores de Lengua, casi todos con experiencia en tribunales y/o jefatura de departamento y todos con experiencia cotidiana dando clases de Lengua en sus institutos. Sabemos bien qué funciona y qué no funciona. Conocemos el currículo y nos encanta lo que hacemos. Tenemos el Curso de Programación LOMLOE, que está integrado en nuestro Curso Total y el Curso Oro, en el que encontrarás decenas de vídeos, materiales modelo y podrás contar con nosotros para resolver tus dudas y corregir tus materiales. Nuestro objetivo es el mismo que el tuyo: obtener la plaza.