«Cómo conseguí mi plaza» por Fátima Gómez Escarraza (Andalucía)

«Cómo conseguí mi plaza» por Fátima Gómez Escarraza (Andalucía)

Con esta pequeña biografía tan sólo pretendo mostrar cual ha sido mi recorrido desde que empecé con este lío de las oposiciones hasta que me he sacado la plaza en el 2016.

Mi nombre es Fátima y tengo 37 años. Me licencié en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla en el año 2004. La primera vez que me presenté a las oposiciones tenía 26 años y trabajaba a turno partido en un restaurante en Sevilla. Estudiaba robándole horas al sueño porque tampoco me quedaba tiempo para mucho más. Siempre he estudiado trabajando, desde mi primer curso de universidad. Y no me fue mal, aprobamos 25 personas y aunque no saqué una nota alta, me quedé a un puesto de sacarme la plaza, había 19 plazas y me quedé la 20ª. Ese año no trabajé; comencé a trabajar en el 2007 desde principio de curso. Desde entonces me he pasado diez años recorriendo Andalucía.

Las oposiciones del 2008, si no recuerdo mal, fueron aquellas en que hubo una convocatoria masiva, saqué un 7, pero se primó a los interinos con mucho tiempo de servicio y no saqué plaza. En la siguiente convocatoria, la de 2010, había 7 plazas por tribunal y me quedé la 13ª. En la de 2012 estudié desde septiembre, pero anularon el proceso de oposición en mayo. En la del 2014 quedé la 5ª, pero sólo había 3 plazas. En esta última quedé la segunda del tribunal.

Las tres primeras veces que me presenté iba con los apuntes de Claustro, con los que tenía que hacer un gran esfuerzo de síntesis pues los temas tenían alrededor de 20 páginas cada uno. Aún así en el examen siempre tenía que volver a sintetizar y tuve que hacer un gran esfuerzo para rehacer los apuntes y que fueran más unitarios pues daban la impresión de ser un corta y pega de manuales.

En 2012 conocí a Eduardo y a partir de aquí estudié con sus apuntes que eran mucho más sintéticos y compactos, pero ese año anularon las oposiciones, como ya he dicho. De todas formas era más sencillo estudiar estos temas porque eran más breves. Siempre, excepto en el 2014 en el que me estudié tan sólo 20 temas, llevé alrededor de 45, mezclados entre lengua y literatura. No siempre me preparaba los mismos pues me cansaba de estudiar lo mismo y aunque supongo que hacía un mayor esfuerzo, pero era la única manera a veces de estudiar.

Respecto a la práctica, aunque es cierto que en la carrera no hice muchos comentarios de texto, se me daban bien y siempre por una tendencia natural he leído mucho. Eduardo, sin embargo, me ayudó mucho a reordenar y sistematizar mis comentarios y hace años que leo de forma sistemática, no lo que me apetece leer, sino aquello que pensaba me podía servir para la oposición.

En estos 10 años pasé por sitios como Tíjola, en el interior de Almería o el norte de Córdoba en Sierra Morena. Pasé por unos 13 centros y cambié de casa al menos dos veces cada año, una en septiembre y otra a finales de junio, cuando volvía a mudar mis cosas a casa de mis padres hasta que en septiembre me daban mi nuevo destino. No puedo dejar de sonreír, por no llorar, si pienso en todos los junios que me he pasado corrigiendo exámenes y poniendo notas a la vez que estudiaba y a la vez que hacía los exámenes de oposición y la mudanza.

Las cuatro primeras convocatorias estudié desde septiembre, las dos últimas desde enero.

En todos estos años, y a pesar de que soy bastante positiva y me recuperaba pronto, más o menos, de otra oposición sin plaza, se me ha quedado el tic de despertarme sobresaltada de la siesta pensando que tenía que estudiar, hacerlo todo rápido (cocinar, hacer la compra o depilarme) para sacar más tiempo para estudiar, decir «no» casi sistemáticamente a cualquier plan o proyecto que requiriera de mucho tiempo, pues me ha dado la impresión de vivir sin tiempo casi para mí.

Además de eso, claro, es preciso hablar de lo que han sufrido los que han estado a mi lado. Mis días de desgana, de apatía, mi pesimismo a veces. Siempre fui una buena estudiante. Nunca repetí ningún curso y en la carrera, aunque no tenía unas notas brillantes, tampoco fueron malas y suspendí pocas asignaturas. Eso sí, soy trabajadora y perseverante y responsable hasta unos límites insospechados.

¿He aprendido algo en estos años además de lengua y literatura? Es obvio que sí, muchas cosas supongo; el esfuerzo, el rehacerte una vez tras otra, la humildad…¿Me ha merecido la pena? Bueno…me gusta mi trabajo y me da de comer. Aunque si tuviera que volver a empezar, sabiendo el esfuerzo que me iba a costar, no creo que lo hiciese.

En realidad yo pensaba que nunca iba a llegar el momento de sacarme la plaza y de dejar esa rueda en la que me daba la impresión de estar metida y el tiempo circular. ¿Por que seguía estudiando, entonces? Pues básicamente porque si estudiaba tenía alguna posibilidad de que eso alguna vez cambiara y porque no me gustaba lo que veía  en los interinos mayores con los que me he ido encontrando estos años, vidas deshilachadas de gente con 60 años.

En todos estos años no he tenido estabilidad casi en ningún sentido. Cambiar de sitio implica, como todo el que lo ha experimentado sabe, cambiar de círculo social, de proyectos, de hábitos incluso. Implica ruptura de parejas…en fin…implica renunciar a muchas cosas.

Ahora que me he sacado la plaza espero encontrarle un sentido y la satisfacción a todo el esfuerzo que he hecho. De todas formas, tengo que decir, que siempre pensé que cuando me sacara la plaza iba a ser muy feliz y en realidad no ha sido tan así, por cuestiones personales. Está claro que sacarse una plaza de oposición en los tiempos que corren, no es poca cosa, pero tampoco asegura la felicidad. Si merece la pena o no es algo que cada uno debe decidir. ¡Mira tú qué rápido se resumen diez años…!

Un saludo y ánimo a todo aquel que esté en este lío.