La incertidumbre es una constante en la vida del opositor
En las últimas semanas se han ido sucediendo noticias sobre las oposiciones de 2018. Salen las novedades en cuanto al carácter eliminatorio de las pruebas, en cuanto a la ponderación de las pruebas o surgen noticias sobre el Pacto de la Educación y los acuerdos a los que se puedan llegar en cuanto al sistema de acceso. Recibo correos de personas alarmadas que sienten incertidumbre, tienen temor sobre lo que les deparará el futuro. ¿Y si este año no consigo plaza porque no tengo suficientes puntos? ¿Y si cambian el temario para 2019? ¿Y si cambian el modelo de acceso también para entonces? ¿Y si incluyen en Asturias el bable como requisito previo? ¿Y si…? ¿Y si…?
Desgraciadamente, yo no tengo una bola de cristal y no puedo predecir con certeza absoluta el futuro. Sí tengo una experiencia de casi treinta años en el mundo de las oposiciones y por eso, ya he visto de todo. Por no irnos a los años ochenta y noventa, habrá quien recuerde el fiasco de 2011 cuando el último Consejo de ministros del Gobierno Zapatero (una vez ya perdidas las elecciones ante Rajoy) decidió aprobar un nuevo temario y lo publicó incluso en el BOE un 28 de diciembre (día de los inocentes) como ironía del destino. Ese temario duró menos de un mes porque el primer Consejo de ministros de Rajoy lo derogó, sustituyéndolo por el anterior de Felipe González de 1993. O las oposiciones de Andalucía que, convocadas por la Junta en marzo de 2012, fueron recurridas por el Gobierno de España en mayo dejando sin efecto su convocatoria cuando ya los opositores habían pagado las tasas… En fin, ¿qué no hemos visto?
Nuestro trabajo depende de la coyuntura política siempre y eso quiere decir incertidumbre. Siempre. Es consustancial a la vida del opositor de igual forma que el devenir de una empresa de transportes depende del precio de la gasolina.
En realidad, si lo pensamos, todas las preguntas se resumen en una: ¿obtendré la plaza algún día?
Mantener la fe
Y la respuesta única, fuerte y verdadera es: ¡sí! ¡claro que sí! «Ruin sea quien por ruin se tiene», que dice Areúsa en La Celestina. Claro que venceremos.
Esta es una idea central con la que debemos alimentar nuestra fe día sí y día también. Y no es la fe del carbonero, sino la fe basada en los datos reales. Esta oposición la aprueba todo el mundo a condición de que persista y de que no se hunda en el océano. Yo he preparado ya a muchas personas y puedo afirmar que quien no obtiene la plaza es porque abandona. Pondré tan solo una anécdota de las muchas que podría escribir ahora. En 2008 yo preparaba un grupo de opositores. Una persona abandonó la preparación a mitad del curso. Pero, aun así, se presentó en junio de 2008 y entró en listas. En ocho años no la llamaron y había olvidado todo lo referente a las oposiciones. Yo me la encontraba a veces por Jerez y nos saludábamos y conversábamos brevemente. Hace un par de meses me dijo: “Quién me iba a decir, Eduardo, que el tiempo que le dediqué a las oposiciones en 2008 me iba a salir rentable diez años después… ¡Me han llamado para una sustitución!” Estaba pletórica. Y ahora está, diez años después, reactivada y con esperanzas renovadas…
El futuro es nuestro
Sí. El futuro es nuestro. Esto es así. ¿Y por qué? Pues porque hay varias cuestiones que son seguras: el sistema educativo no va a destruirse. La educación pública se va a mantener, de una forma u otra, con toda certeza. Porque si no fuera así, simplemente es que estamos en una guerra o se ha destruido España. Cada vez va a haber más recursos en educación. No oigáis las voces de quienes anuncian el apocalipsis todos los días. Desde que yo nací ha habido agoreros que pronosticaban la revolución y el hundimiento del sistema quejándose de que las condiciones de vida de los pobres eran cada vez peores, pero lo cierto es que la sociedad, con sus altibajos naturales, ha mejorado materialmente (y la educación mucho más) de forma espectacular en los últimos cuarenta años. ¿Cómo creéis que eran los medios de los institutos en 1990? ¿Y en 1975? Además, miles de personas nos jubilamos cada año. Y esas plazas hay que cubrirlas. Luego, estudiad, estudiad y estudiad. Estudiemos en serio porque hay un lugar en el mundo para nosotros. Y es una plaza en el sistema de educación público.
Nosotros venceremos
Es verdad que el objetivo es difícil y que se tarda años en conquistarlo. No se puede negar. El objetivo va a moverse, como siempre, sí. Algunas cosas en los próximos años cambiarán seguro. Pero nosotros cambiaremos también el rumbo para dirigirnos lo más rápida y directamente hacia él, haciendo que lo que se puede conseguir en cinco o seis años (y para algunas personas, nunca) se consiga en tres o cuatro.
Sí. Cambiarán las cosas, pero nosotros siempre estaremos ahí, solucionando nuestras dudas y mejorando nuestros temarios, adaptándonos a las normas de acceso que marque el Real Decreto que nos toque, afilando nuestras capacidades hacia las destrezas que las pruebas prácticas nos exijan.
Por eso, si algo necesitamos es la calma. Por eso, si algo necesitamos es la fe. Necesitamos tener calma y mirar el futuro con esa certeza. Hemos de acostarnos cada día sabiendo que hemos avanzado, aunque sea una milésima parte hacia el lejano objetivo. Hemos de acostarnos sabiendo que ese objetivo puede tardar todavía en tenerse a la vista cuatro o cinco años, pero lo alcanzaremos. Lo alcanzaremos. No importa lo que nos cueste. No nos rendiremos jamás.