En las pasadas oposiciones de 2018 se ha producido un suceso inhabitual en los procesos selectivos del profesorado y es el hecho de que quedaran muchas plazas desiertas. Este proceso se ha dado de forma general en toda España, pero ha sido más agudo en comunidades y especialidades en las que hacía muchos años que no se convocaban plazas.
Es una sensación muy amarga creer que uno va bien preparado a las oposiciones y encontrarse ya en el primer ejercicio con una nota muy baja en alguno de los ejercicios (generalmente en el comentario), por lo que se nos impide hacer media o bien que entre ambos ejercicios no lleguemos al aprobado. Es casi más amargo suspender la encerrona y quedarnos a las puertas de la plaza (aunque en este caso, sí tenemos el premio de consolación de la entrada en las listas de interinos). Es el momento en que muchas personas sienten frustración, rabia e incluso culpabilizan al tribunal de haber sido injusto.
Analizar las causas del suspenso es vital para acabar aprobando
Efectivamente el proceso debería ser más objetivo y los criterios de corrección de los comentarios deberían hacerse públicos a posteriori. Y mil cosas más. Pero esas son las reglas del juego y desde la autocomplacencia, las quejas y las críticas hacia al exterior no se obtienen las plazas. Es el rigor autocrítico y el esfuerzo lo que conduce al éxito. Hay que analizarse de forma rigurosa para encontrar los posibles errores que nos han llevado a suspender. Lo primero que debemos hacer, superado el momento de decaimiento moral, es analizar las causas del suspenso en las oposiciones. Es la única manera de avanzar y alcanzar el éxito, pues quien no aprende de sus errores está condenado a repetirlos. Es posible que hayamos dado con un tribunal durísimo o incluso injusto, pero también es muy probable que una parte de la responsabilidad sea nuestra. ¿Y qué errores hemos podido cometer?
Durante este verano yo he visitado a todos los tribunales de oposiciones de Madrid, Aragón y Cádiz. Mi intención era fichar colaboradores para Opohispania y ello me ha llevado a entrevistarme con decenas de miembros de tribunales. Casi todos me comentaban los mismos errores en los candidatos suspensos.
El bajo nivel de preparación
“El nivel es bajísimo”. “El nivel es escandaloso.” Estas palabras son una constante entre las personas que, por desgracia para ellas, fueron elegidas por sorteo para ser miembros de los tribunales de oposición. Así que lo primero que tenemos que plantearnos es si estamos sobrevalorando nuestra preparación. Este error es el peor y desgraciadamente el más común. Este error está cada vez más extendido, sobre todo entre los candidatos que estudiaron bajo el modelo LOGSE. Eso no quiere decir, por supuesto que cualquier persona que ha cursado ESO sea una mala opositora. Sería absurdo afirmar esto. Yo tengo y he tenido decenas de estudiantes brillantes. Pero lo cierto es que han cursado, tanto la secundaria como la universidad, en un sistema de baja exigencia. Lo peor de muchas de ellas es que creen que el título les ha costado un gran esfuerzo (porque no han conocido nunca el esfuerzo de verdad) y es normal que, tras aprobar la secundaria y la universidad sin mayores problemas, crean que las oposiciones van a ser lo mismo. Y no son lo mismo. Las oposiciones son una selección y por ello es normal que solo las superen el 10-15% de los candidatos. Si no, no serían una oposición. Es así de simple. Pero para quien ha vivido una selectividad que aprueba el 95% de los candidatos y una carrera en la que no hay selección, la oposición se convierte en un mundo terrible y hostil. Este es el mundo real. Por fin hay que competir unos contra otros. Y quien no asuma esto, no podrá aprobar nunca. Por tanto, ¿qué hacer si suspendí las oposiciones? ¡Estudiar, leer y prepararte!
El comportamiento infantil
La falta de seriedad entre los opositores ha sido otra causa común de suspenso. Casi todos los miembros de tribunal con los que he hablado me han referido anécdotas de opositores que han mostrado un comportamiento poco serio, rayano en lo infantil al afrontar el proceso. Personas que han llegado tarde a los ejercicios poniendo excusas peregrinas, personas que han entregado como programación dos folios unidos por un clip, personas que han fusilado programaciones de editoriales sin molestarse en quitarles las marcas que las delataban. Personas que se han presentado a las pruebas o incluso peor, han ido a la encerrona vestidas con chancletas, bermudas o camisetas. Es increíble, pero es así. Este comportamiento infantil es, en mi opinión, también producto de un bajo nivel de exigencia en secundaria y universidad y se da sobre todo en las generaciones educadas en la LOGSE. Puede que esto sea lo que explique que en las comunidades en las que hacía más años que no se convocaban oposiciones (y por tanto, donde los tribunales eran más viejos) estos comportamientos han chocado más, multiplicando las cifras de suspensos y llegando a dejar las plazas desiertas.
Por tanto, ¿qué hacer si suspendí las oposiciones? ¡Estudiar, leer y prepararte!
Buscar fuera de nosotros las causas del suspenso
En todo caso, lo más lamentable que yo he visto en este año ha sido la imagen de algunos opositores buscando firmas para reclamar la corrección en las oposiciones. Una imagen triste y desconsoladora, porque es la muestra de la impotencia y también de la incomprensión absoluta de dónde uno se encuentra, de cuál es la naturaleza del proceso en el que se halla inmerso. Es como si una cebra en el Serengueti recogiera firmas porque los leones la quieren devorar. Puede ser más o menos injusto lo ocurrido (generalmente no lo es, aunque haya casos en que sí y yo los he vivido) pero la forma de salvar la vida es moverse y ser inteligente. Nunca ponerse a recoger firmas. La oposición es una lucha individual donde hay plazas y competidores. Quien no ha entendido esto, no ha entendido el ABC del proceso. Tiene mucho que madurar y reflexionar. Lo siento mucho por aquella persona que al leer esto se sienta identificada, pero creo que es mejor desengañarse de los errores cuanto antes.
Por tanto, ¿qué hacer si suspendí las oposiciones? ¡Estudiar, leer y prepararte!
Los tribunales han sido bondadosos
Y es que lo peor del caso es que la mayor parte de los tribunales han sido bondadosos, bordeando la prevaricación (la toma de decisiones a sabiendas de que estas eran injustas). No he hablado con nadie en los tribunales (y lo he hecho con decenas de personas) que no me dijera que habían sido benévolos y habían aprobado a personas con faltas de ortografía o que a todos los que se quedaban cerca del cinco les daban un empujón. Esa es la realidad mayoritaria en estas oposiciones. Sé que a muchas personas esto les puede sonar fatal e incluso hiriente e injusto. Y ante esto yo digo: “Te hablo desde el corazón y desde el cerebro. Los tribunales han hecho su trabajo con honradez y benevolencia. Yo no gano nada diciéndote esto (sé que es impopular), pero creo que debes saber la verdad. Si no asumes tus errores, serás una persona incapaz de mejorar y vencer y, por tanto, serás una persona frustrada toda la vida.”
Hay cosas sobre las que debemos reflexionar muy seriamente. Yo hice BUP y COU. En aquellos días (hablo de los ochenta), el 75% de los alumnos hacía FP o se ponía a trabajar. Ya había una selección tremenda con 14 años. Yo hice la selectividad en 1984. Sólo aprobaban la selectividad el 75% de los presentados. Seguía la selección. Yo empecé mi carrera de Filología Hispánica en 1984 y la terminé en 1990. En 1984 éramos 240 (cuatro clases de 60 personas). En 1990 éramos 70 en una clase. Es decir, la propia carrera había expulsado (seleccionado) a 170 personas (casi el 80%). Luego llegaron las oposiciones y en mi tribunal en 1998 éramos trescientas personas y hubo dos plazas. Mirad esta selección y comparadla con la actual. Que cada uno la compare con su propia vida y hallará explicaciones para muchas cosas. Y no olvidemos otra cosa: las personas que dominan los tribunales son las personas de mi edad o más mayores, por tanto, productos de un sistema mucho más selectivo que el actual.
¿Para quién hay buenas noticias?
Y alguien se preguntará. ¿Para quién hay buenas noticias? Pues hay diferentes grupos.
En primer lugar, para los que estudian y son constantes, sean estudiantes de la ESO o del BUP, pues en la oposición no hay colectivos, sino personas. Si estudias y te esfuerzas. Si eres una persona seria y metódica, hoy es un gran día. Lee esto con atención: el 90% de las personas que se presentan a las oposiciones no van bien preparadas. Y lo mejor de todo: esas personas creen que sí lo están, por lo que en 2020 volverán a ir igual de mal preparadas que lo han ido en 2018. Esto quiere decir que si tú te preparas, vencerás. Como he dicho siempre: “en el reino de los ciegos, el tuerto es el rey”. Aquí no hay superhéroes, sino personas trabajadoras e inteligentes. Yo fui rey en mi día, ahora te toca a ti.
En segundo lugar, para las personas que cursaron BUP. El sistema antiguo (lo siento por los más jóvenes, pero es una realidad tan palmaria que no debo ocultarla) era mucho mejor que el actual. El PSOE destruyó el mejor sistema educativo que ha tenido España (el heredado del franquismo) y lo sustituyó por una educación pública de baja calidad. Quien tiene el BUP, tiene un plus de ventaja, porque ya fue seleccionado en su día. Ahora compite contra personas que no han sido seleccionadas. Eso no quiere decir que todas sean malas, ni muchísimo menos, pues siempre hay y habrá extraordinarios estudiantes; pero sí quiere decir que esas personas no han pasado nunca una selección real. La oposición es para ellos su primera prueba real. Y aunque para algunos no supone mayor obstáculo porque destacaron ya en el instituto, muchos no son capaces de cambiar el ritmo y cambiar de mentalidad.
En tercer lugar, son buenos tiempos para las personas que han cursado carreras que no son Filología Hispánica. En la actualidad, una parte importante de las personas que acaban Filología lo hacen sin sentir pasión por su carrera. Simplemente no la eligieron. Hicieron el bachillerato de Humanidades por esquivar la asignatura de Matemáticas y no les gustaba ni siquiera leer. Y han acabado la carrera sin leer tampoco. Su relación con la lengua y la literatura no es pasional, sino accidental. Vale más una persona inteligente y buena lectora que haya hecho Comunicación Audiovisual, Derecho, Traducción o Filología Clásica que alguien que ha hecho Filología Hispánica sin sentir pasión. La pasión mueve todo y si nos gusta la literatura, estudiar tendrá una importante dosis de placer y no será simplemente una tortura como para la mayoría. Venceremos.
Y finalmente (y no menos importante), a las personas reflexivas y firmes, que son capaces de evitar a las personas negativas. En las oposiciones, como en la vida, hay multitud de personas tóxicas. Las encuentras en las academias, en los foros de internet y allá donde vayas. Todo el día lanzando mensajes negativos. “Todo es injusto e imposible”. “No hay nada que hacer”. Los políticos, los tribunales, los preparadores, las academias… Todos tienen la culpa menos yo. Están indignados por todo y contra todos y no son más que impotentes aterrados porque no comprenden la vida. No hay nada más contagioso que el miedo y la queja. No hay nada más difícil que establecer barreras y hacer oídos sordos a las personas tóxicas. Quienes son capaces de evadirse y luchar en solitario, tienen una gran ventaja en las oposiciones, pues las oposiciones, antes que nada, son una lucha individual.
Espero que tú estés en alguno de estos casos. Si es así, no temas: el futuro es tuyo. Seguro.