Hoy es el Día de la Hispanidad y nuestro acertijo semanal no puede abstraerse de esta fecha. Preparamos opositores para ser profesores de español. Y para un profesor de español, hoy es un día señalado porque es, sin lugar a dudas, el día más importante para nuestra lengua. No seríamos lo que somos sin el día de hoy. Nuestro trabajo y nuestra vida sería enteramente distinta sin el día de hoy. Pensemos en las editoriales, las películas, la música… Todo ello sería distinto sin disfrutar de un idioma hablado por quinientos millones de personas. Somos grandes porque somos muchos. Seremos fuertes si estamos unidos. Solo citar un dato, el 15% del PIB de España (según datos del Banco Santander) es consecuencia del español.
Para los españoles, América no fue nunca una colonia. América fue una parte de España, porque España era un imperio: el Imperio en el que no se ponía el sol. Y por ello, los habitantes de todas sus tierras eran, de hecho, españoles con los mismos derechos hubieran nacido en la península o en cualquiera de sus territorios.
En las cortes de Cádiz y en todos nuestros parlamentos, siempre tuvieron representación, como una provincia más Cuba, México o Argentina. Nuestros hermanos americanos siempre fueron tratados como lo que eran: españoles.
El texto que traemos hoy es significativo de esto que estamos diciendo. Como ya sabéis, la participación ha de hacerse en nuestra página de Facebook
Mas la América nuestra, que tenía poetas
desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl,
que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco,
que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió;
que consultó los astros, que conoció la Atlántida,
cuyo nombre nos llega resonando en Platón,
que desde los remotos momentos de su vida
vive de luz, de fuego, de perfume, de amor,
la América del gran Moctezuma, del Inca,
la América fragante de Cristóbal Colón,
la América católica, la América española,
la América en que dijo el noble Guatemoc:
«Yo no estoy en un lecho de rosas»; esa América
que tiembla de huracanes y que vive de Amor,
hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive.
Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol.
Tened cuidado. ¡Vive la América española!
Hay mil cachorros sueltos del León Español.
Se necesitaría, Roosevelt, ser Dios mismo,
el Riflero terrible y el fuerte Cazador,
para poder tenernos en vuestras férreas garras.
Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!