Ya estamos a finales de marzo y esto quiere decir que se acortan las semanas que nos quedan para enfrentarnos al temido día D. Y la certeza de que el día decisivo se acerca y la incertidumbre acerca de lo que las pruebas nos depararán suelen conducirnos a estados de ánimos cambiantes en los que se mezclan la ilusión con los temores, la inseguridad con la esperanza. En estos momentos puede resultar útil reflexionar unos instantes para generar una energía positiva que nos impulse como viento en las velas para alcanzar el ya cercano puerto.
Acumular energía positiva
Puede que en ocasiones nos invadan sentimientos de culpa. “Si hubiera dedicado una hora más al día a estudiar…”, “si me hubiera decidido rápidamente por tal proyecto o enfoque en la programación…” “si..”, “si…” Condicionales imposibles que ya no nos aportan nada. Nadie es perfecto y, por supuesto, que en esta singladura hemos tomado decisiones erróneas. Pero no es momento de mirar hacia atrás sino hacia delante y eso implica acumular certezas positivas que anulen el efecto de los pensamientos negativos.
Seguir estudiando es la mejor de las garantías
Lo primero que es un gran éxito es seguir aquí, sumando temas, mejorando la programación, esforzándonos por conseguir la mejor preparación y optimizar nuestro tiempo en las semanas que nos quedan. ¿Acaso no somos conscientes de la cantidad de personas que han abandonado por el camino? ¿A cuántas personas conocemos que se quejan de la seguridad que otorga una plaza de funcionario como si fuéramos apestados, pero no se han enfrentado a unas oposiciones de verdad? Nosotros seguimos aquí, con nuestras dificultades, unas semanas haciendo más y otras menos, hasta incluso con lagunas porque la vida se nos interpone… pero aquí seguimos mirando al frente.
Y es que seguir estudiando es la prueba más infalible de que, al final, conseguiremos nuestros objetivos. La constancia, la fe, la persistencia son las llaves de la plaza. Y esto no hemos de olvidarlo nunca.
Alegrarse por lo conseguido
A estas alturas, además, ya somos conscientes de lo mucho que hemos avanzado desde aquellos primeros días en que la oposición era para nosotros una figura desdibujada y neblinosa cuyos contornos apenas podíamos distinguir. Hemos buscado ayuda que nos ha corregido los ejercicios, los temas y las programaciones. Ya nos han hecho ver nuestras puntos a mejorar y trabajamos día a día por superarnosy, sobre todo, también nos han dicho nuestras fortalezas. Ya tenemos muchas certezas.
Hemos aprendido muchas cosas. Hemos aprendido a estudiar mejor, a sacar el máximo partido a la información que disponemos. Hemos aprendido a repasar, a realizar exámenes de acuerdo con lo que en la oposición se nos pide. Hemos aprendido a comentar, a distribuirnos el tiempo y a elaborar los ejercicios prácticos de forma eficaz. Hemos aprendido a programar y tenemos nuestra programación terminada o ya muy avanzada.¡Sí! Todo eso lo hemos conseguido. ¡Y cuando llegamos no teníamos nada! Y todo eso se lo debemos a nuestro esfuerzo. ¡Agradezcámonoslo a nosotros mismos! A nuestra fe, a nuestra determinación, a nuestra constancia.
Pero lo mejor de todo no es eso, sino que hemos aprendido a conocernos mejor y eso ha servido para que nos valoremos más de lo que lo hacíamos hace unos meses. Nuestra autoestima es más alta, porque esta enorme montaña, este enorme océano que hemos dejado ya a nuestra espalda, nos ha demostrado lo mucho que valemos y la capacidad que hemos demostrado de apostar por nosotros mismos hasta el final. Somos personas muy valiosas que vamos a alcanzar siempre, nos cueste lo que nos cueste, nuestros objetivos. Esos somos y esto hemos conseguido.
La victoria nos aguarda
Las oposiciones de educación están al alcance de todos. Hace falta una correcta orientación, una información adecuada para enfrentarse a cada una de las pruebas y un tremendo esfuerzo. Pero ese esfuerzo obtiene su recompensa siempre. Todavía no he conocido a la persona, y llevo en esto veinte años, que no haya alcanzado, persistiendo, su plaza. Solo los que abandonaron no alcanzaron su objetivo. Solamente estar aquí, leyendo estas palabras, es tu triunfo.
La luz del puerto nos anuncia la paz
Y finalmente, como dice el refrán: “no hay mal que cien años dure” o “tras la tempestad, llega la calma”. Es decir, el día D ya asoma en el horizonte. Lo que se nos pide es un esfuerzo más, el supremo, el último tras el que, ocurra lo que sea, llegará al menos la tranquilidad y el merecido descanso, incluso, Dios lo quiera, la plaza.
No es momento de dudar, sino de poner todas nuestras energías y liberar todas las bolsas de horas posibles a favor del objetivo final. Llegaremos a ese día, seguro, con el alma exhausta, pero con el convencimiento de que nos hemos esforzado al máximo para conseguir nuestra meta. Seremos un ejemplo para nosotros mismos y también para todas esas personas que nos rodean y apoyan y están esperando lo mejor de nosotros con las mismas ilusiones. No nos vamos a traicionar ni les vamos a defraudar. Vamos a darlo todo para conseguir nuestra meta. Hasta la victoria final.