Con la entrada de hoy quiero hacer una llamada al optimismo a todas las personas que se están planteando opositar en 2020. Hay muchas razones que nos permiten afirmar que sacarle la plaza en un año es posible. Un dato estadístico lo confirma; la cuarta parte de las personas que obtuvieron su plaza en 2018 no tenían tiempo de servicio. ¿Por qué no ser tú una de ellas?
Hemos dicho en muchas ocasiones que esta oposición es para aquellas personas que tienen fe y perseveran; hemos dicho siempre que no conocemos a nadie que, si ha perseverado, no haya obtenido su plaza. Y es verdad. Como decimos siempre: lo único que no sabemos es cuándo obtendremos nuestra plaza. Lo único que no sabemos es el plazo de espera.
Pero hoy quiero incidir en esta misma idea con un argumento nuevo y es el que anuncia el título de la entrada. Las oposiciones de 2020 empiezan casi desde cero. ¿Qué queremos decir con esto?
Las oposiciones fueron un cuello de botella
En los años noventa, desde que acabó el proceso de regularización que se llevó a cabo con la implantación de la ESO con las oposiciones de 1993 hasta el año 1998, se convocaban muy pocas plazas al año. En toda España no llegaban al millar de plazas de Lengua. Yo recuerdo haberme presentado en Madrid a convocatorias de cinco, ocho o doce plazas. Y nos presentábamos miles de personas.
¿Qué suponía esto? Pues que decenas, centenares de personas, bien preparadas y que año tras año iban acumulando puntos y temas estudiados, se quedaban sin plaza y tenían que volver a opositar dos años después. Ese fue mi caso. Yo, a partir de 1994, ya llevaba todos los temas estudiados y acumulaba dos años más de experiencia docente en cada convocatoria hasta que obtuve mi plaza en 1998. Y yo no era el único caso: había centenares de personas así que, aunque se preparaban bien, el sistema no podía absorber porque no sacaba suficientes plazas. Recuerdo que en aquel año en el que obtuve la plaza, cuando veía a alguien más joven o inexperto que yo, estaba absolutamente convencido de que no era oponente para mí. Yo llevaba seis años opositando y tenía cinco años de antigüedad. Quien haya opositado, sabe bien de qué estoy hablando.
Eso quería decir que al llegar las nuevas convocatorias, estos veteranos opositores éramos adversarios temibles, porque dominábamos el temario, el ejercicio práctico, teníamos gran experiencia de otras oposiciones y además contábamos con muchos puntos por años de servicio. Era muy difícil que una persona sin puntos nos pudiera adelantar. Y de hecho, en aquellos años, nadie que no tuviera puntos de antigüedad podía entrar en el sistema. Esa situación se reprodujo también hasta hace pocos años porque, por dar un dato, en las oposiciones andaluzas de 2014, de las cincuenta plazas, tan solo una fue a parar a una opositora sin tiempo de servicio. Efectivamente, la oposición era un cuello de botella en el que se agolpaban centenares de personas con años de servicio esperando su oportunidad.
Las oposiciones de 2020 comienzan desde cero.
Sin embargo, las últimas convocatorias de 2017 y 2018 han demostrado que ahora mismo las oposiciones comienzan desde cero. ¿Qué queremos decir con esto? Pues que, en toda España, hubo miles de personas que alcanzaron su plaza y el 76% tenían tiempo de servicio. Es decir, tres cuartas partes eran adversarios temibles en un concurso oposición que, afortunadamente para los que comienzan ahora su andadura, ya no están entre los opositores, sino que ya son funcionarios. Centenares de personas con puntos, temas estudiados y experiencia que ya no estarán entre nuestros contendientes.
Centenares de personas que tendrían ventaja sobre nosotros (como yo la tenía en 1998 sobre miles de personas) ya no opositarán. No los tendremos enfrente en los tribunales. Ya no están apelotonados como un cuello de botella esperando su oportunidad porque ya han entrado y no hacen cola ante la puerta. Nos dejan el paso libre porque ya han entrado. Así que en esta competencia desigual que son las oposiciones, en la que unos empiezan antes y otros después; en donde cada uno tiene su propio bagaje y sufre sus propios problemas, podemos tener una cosa clara. Hay una oportunidad para nosotros.
Y ese es un motivo para el optimismo. Las oposiciones nos muestran su “portus quietis”, ese puerto o refugio seguro del que habla el tópico grecolatino, para que nosotros concluyamos allí nuestra travesía triunfal. Hace falta valor, determinación y salir a la mar. Y allí estaremos nosotros para guiarte hasta el final de la singladura. Contigo siempre.