Nuevamente es viernes y, como siempre desde hace ya cuatro años, volvemos a la cita semanal con nuestro acertijo “¡Ponte a prueba!”, deseando que ayude a las personas que preparan las oposiciones de Lengua castellana y literatura en la prueba del ejercicio práctico que en casi todas las comunidades incluye un comentario de texto.
El texto que traemos hoy es para mí una incógnita, pues no sé si será reconocible para muchas personas, pues no se trata de un texto que hoy se lea mucho, aunque tuvo una influencia importante en la historia de nuestra literatura. Como en otras ocasiones, el objetivo es reconocer obra y autor o al menos señalar el género al que pertenece la obra, su movimiento y época.
Puedes participar escribiendo tus respuestas hasta el domingo por la noche en nuestra página de Facebook. El lunes daremos la solución y la lista de acertantes. Feliz fin de semana. Saludos y ánimo.
En ese tiempo remoto, yo era muy joven y vivía con mis abuelos en una quinta de paredes blancas de la calle Ocharán en Miraflores. Estudiaba en San Marcos, Derecho, creo, resignado a ganarme más tarde la vida con una profesión liberal, aunque, en el fondo, me hubiera gustado más llegar a ser escritor. Tenía un trabajo de título pomposo, sueldo modesto, apropiaciones ilícitas y horario elástico: director de Informaciones de Radio Panamericana. Consistía en recortar las noticias interesantes que aparecían en los diarios y maquillarlas un poco para que se leyeran en los boletines. La redacción a mis órdenes era un muchacho de pelos engomados y amante de las catástrofes llamado Pascual. Había boletines cada hora, de un minuto, salvo los de mediodía y de las nueve, que eran de quince, pero nosotros preparábamos varios a la vez, de modo que yo andaba mucho en la calle, tomando cafecitos en la Colmena, alguna vez en clases, o en las oficinas de Radio Central, más animadas que las de mi trabajo.