¡Ponte a prueba! 11/2020 (Solución) Oposiciones de Lengua castellana y literatura

¡Ponte a prueba! 11/2020 (Solución) Oposiciones de Lengua castellana y literatura

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Comenzamos la semana en www.opolengua.com con la publicación del resultado de nuestro acertijo de fin de semana, “¡Ponte a prueba!”, un reto ameno que sirve para comprobar nuestra “competencia literaria” de cara a la prueba de comentario de las oposiciones de Lengua castellana y literatura. 

En esta ocasión, nuestros participantes han demostrado, una vez más, un fino olfato. Efectivamente, se trataba del primer párrafo de la famosa novela de nuestro Nobel, Mario Vargas Llosa (1936), La tía Julia y el escribidor (1977), novela con gran poso autobiográfico en la que narra su amor por su tía Julia. 

Y han sido muchos los acertantes que en esta prueba podrían hacer valer sus conocimientos y reconocimientos para enfocar su comentario de forma exitosa. Así, Josega Real, Adrián Gómez, Dani ED y Javier Ojeda han acertado el género, la época y el movimiento. Pero hay que dar el premio especial por su pleno a Mercedes Mateos, Angie de Pineda y Sara Cristóbal Martín, pues aciertan la obra. ¡Enhorabuena a todos y ojalá que el día D tengáis la misma fortuna! 

Y nada más por hoy. El miércoles volveremos con nuestra entrada de fondo, como siempre. Feliz semana de estudio. Saludos y ánimo.

En ese tiempo remoto, yo era muy joven y vivía con mis abuelos en una quinta de paredes blancas de la calle Ocharán en Miraflores. Estudiaba en San Marcos, Derecho, creo, resignado a ganarme más tarde la vida con una profesión liberal, aunque, en el fondo, me hubiera gustado más llegar a ser escritor. Tenía un trabajo de título pomposo, sueldo modesto, apropiaciones ilícitas y horario elástico: director de Informaciones de Radio Panamericana. Consistía en recortar las noticias interesantes que aparecían en los diarios y maquillarlas un poco para que se leyeran en los boletines. La redacción a mis órdenes era un muchacho de pelos engomados y amante de las catástrofes llamado Pascual. Había boletines cada hora, de un minuto, salvo los de mediodía y de las nueve, que eran de quince, pero nosotros preparábamos varios a la vez, de modo que yo andaba mucho en la calle, tomando cafecitos en la Colmena, alguna vez en clases, o en las oficinas de Radio Central, más animadas que las de mi trabajo.