Como cada lunes, iniciamos nuestra semana de trabajo con la publicación de la solución de nuestro acertijo: “¡Ponte a prueba!” que es nuestra manera de acompañar y a poyar a las personas que preparan el ejercicio práctico de las oposiciones de Lengua castellana y literatura.
En esta ocasión, ha habido una buena participación y grandes dosis de conocimiento (y reconocimiento) entre las personas que siguen nuestro acertijo y por ello estamos muy contentos., ya que eso es muestra de una buena competencia literaria que, de seguro, les resultará útil el día D. Efectivamente, Galdós murió (y tuvo un espectacular entierro al estilo de otras grandes figuras como Lope) en 1920 y este año se cumple el centenario de esa fecha. No es común que estos elementos hayan incidido en las oposiciones, pero tampoco es descartable que ello pueda ser así y, por tanto, mejor es estar avisados.
El texto elegido se corresponde con un párrafo del inicio de Doña Perfecta, novela de tesis del autor canario, tras cuyo personaje principal estaba, al parecer, su propia madre. Y por ello tenemos que felicitar a David González Garrido, Dani ED, Montse Clemente, Manuela Kim, Mercedes Mateos, Henar PC y Adrián Gómez Acosta, que realizan el pleno, seguramente, como indica atinadamente Dani ED, al identificar el espacio de Orbajosa (Ciudad de ajos, dentro del simbolismo nominalista de Galdós) con la obra. Es también acertado el comentario de Virginia Luna, pues reconoce movimiento, época y autor. ¡Enhorabuena para todos ellos y ojalá que el día D tengan la misma fortuna!
Y nada más por hoy. Tan solo os recordamos que están saliendo convocatorias en muchas comunidades autónomas y que son tan generosas como preveíamos, por lo que os animamos a estudiar a tope para alcanzar la mayor nota posible e incluso la propia plaza. El miércoles volveremos con nuestra entrada de fondo.
Después de media hora de camino, durante la cual el Sr. D. José no se mostró muy comunicativo, ni el Sr. Licurgo tampoco, apareció a los ojos de entrambos apiñado y viejo caserío asentado en una loma, y del cual se destacaban algunas negras torres y la ruinosa fábrica de un despedazado castillo en lo más alto. Un amasijo de paredes deformes, de casuchas de tierra pardas y polvorosas como el suelo, formaba la base, con algunos fragmentos de almenadas murallas, a cuyo amparo mil chozas humildes alzaban sus miserables frontispicios de adobes, semejantes a caras anémicas y hambrientas que pedían una limosna al pasajero.
Pobrísimo río ceñía, como un cinturón de hojalata, el pueblo, refrescando al pasar algunas huertas, única frondosidad que alegraba la vista. Entraba y salía la gente en caballerías o a pie, y el movimiento humano, aunque pequeño, daba cierta apariencia vital a aquella gran morada, cuyo aspecto arquitectónico era más bien de ruina y muerte que de prosperidad y vida. Los repugnantes mendigos que se arrastraban a un lado y otro del camino, pidiendo el óbolo del pasajero, ofrecían lastimoso espectáculo. No podían verse existencias que mejor cuadraran en las grietas de aquel sepulcro, donde una ciudad estaba no sólo enterrada sino también podrida. Cuando nuestros viajeros se acercaban, algunas campanas tocando desacordemente, indicaban con su expresivo son que aquella momia tenía todavía un alma.
Llamábase Orbajosa, ciudad que no en Geografía caldea o cophta sino en la de España figura con 7.324 habitantes, ayuntamiento, sede episcopal, partido judicial, seminario, depósito de caballos sementales, instituto de segunda enseñanza y otras prerrogativas oficiales.