¡Ponte a prueba! 17/2020 (Solución) Oposiciones de Lengua castellana y literatura

¡Ponte a prueba! 17/2020 (Solución) Oposiciones de Lengua castellana y literatura

Ponte a prueba. Logo Opolengua

La semana comiena siempre en www.opolengua.com con el resultado de nuestro acertijo de fin de semana, “¡Ponte a prueba!”, el reto que pretende servir para entretenernos y además para comprobar nuestra competencia literaria en relación con la siempre difícil prueba de comentario de las oposiciones de Lengua castellana y literatura.

Como siempre, nuestros participantes han demostrado una buena competencia lectora. Efectivamente, se trataba de un fragmento de la famosa novela de Miguel Delibes (1920-2010), Los santos inocentes (1981), novela ambientada en Extremadura en la que refleja, como siempre, su preocupación por el mundo rural y, en este caso, denuncia el odioso caciquismo. El hecho de que este año se celebre el centenario del nacimiento de nuestro autor nos ha animado a incluirla en nuestra prueba. Se trata de un autor que ya ha aparecido en varias ocasiones en las oposiciones y, por ello, no es descartable que en este año de su centenario vuelva a aparecer, sobre todo en comunidades con las que, por razones de nacimiento o temática, tiene relación.

Han sido muchos los acertantes que cpodrían hacer valer sus conocimientos para abordar su ejercicio de forma exitosa. Así, Virginia Luna, Mery San, Josega Real, Adrián Gómez, Maica Maiqueta, Angie de Pineda, Henar PC, Esperancita MP, Dani ED, Javier Ojeda y Carla Romero han acertado. ¡Enhorabuena a todos y ojalá que el día D tengáis la misma fortuna!

Y nada más por hoy. El miércoles volveremos con nuestra entrada de fondo, como siempre. Feliz semana de estudio. Saludos y ánimo.

Crespo, no me dejes de la mano a esos muchachos, Paco el Bajo ya va para viejo y yo no puedo quedarme sin secretario,
pero ni el Quirce ni el Rogelio sacaban el prodigioso olfato de su padre, el Paco, era un caso de estudio. ¡Dios mío!, desde chiquillo, que no es un decir, le soltaban una perdiz aliquebrada en el monte y él, se ponía a cuatro patas y seguía el rastro con su chata nariz pegada al suelo sin una vacilación, como un braco, y andando el tiempo, llegó a distinguir las pistas viejas de las recientes, el rastro del macho del de la hembra, que el señorito Iván se hacía cruces, entrecerraba sus ojos verdes y le preguntaba,
pero ¿a qué diablos huela la caza, Paco, maricón?
y Paco, el bajo,
¿de veras no la huele usted, señorito?
y el señorito Iván,
si la oliera no te lo preguntaría,
y Paco, el Bajo,
¡qué cosas se tiene el señorito Iván!
y en la época en que el señorito Iván era el Ivancito, que, de niño, Paco le decía el Ivancito al señorito Iván, la misma copla,
¿a qué huele la caza?
y Paco, el Bajo, solícito
¿es cierto que tú no la hueles, majo?
Y el Ivancito,
pues no, te lo juro por mis muertos, a mí la caza no me huele a nada,
y Paco,
ya te acostumbrarás, majo, ya verás cuanto tengas más años,