¡Ponte a prueba! 20/2020 (Solución) Oposiciones de Lengua castellana y literatura

¡Ponte a prueba! 20/2020 (Solución) Oposiciones de Lengua castellana y literatura

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Como cada lunes, traemos la solución de nuestro acertijo “¡Ponte a prueba!”, que sirve de apoyo y pasatiempo para preparar las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura en su prueba del comentario de texto.

Y en esta ocasión, nadie ha sido capaz de acertar la obra. Sin embargo, sí hay muchos acertantes en lo referente al género y a la época, pues efectivamente se trataba de una novela picaresca del siglo XVIII como atestiguaban numerosos rasgos que los acertantes han ido señalando. Así que hay que dar la enhorabuena a Virginia Luna, Adrián Gómez Acosta, Mercedes Mateos, Josega Real, Anabel Sánchez Mallorquín, Esperancita MP, Carla Romero, Alegala Mell y Cristina Jim porque hubiesen podido realizar un buen comentario de texto desarrollando las líneas de argumentación que han señalado aquí.
El fragmento seleccionado era el párrafo final del capítulo primero de La vida de don Gregorio Guadaña (1644), una entretenida y curiosa novela picaresca al estilo quevedesco de Antonio Enríquez Gómez (1600-1663), un escritor muy interesante de origen judío. Es una obra difícil de encontrar y yo la compré hace unos años de casualidad en una visita en Zaragoza, lo que me alegró la mañana. Aquí os dejo la portada de la misma.

Editorial Iberia. Barcelona, 1958.


Y nada más por hoy. El miércoles volveremos con el análisis de las últimas convocatorias de oposiciones publicadas.
Feliz semana de estudio. Saludos y ánimo.

Mi bisabuela tiraba por otro rumbo; era barbera de las damas, quiero decir, que les quitaba el vello, y a veces el pellejo; pintaba cejas, hacía mudas, aderezaba pasas, forjaba arreboles, bañaba soles, ponía lunares, y preparaba solimán; el inocente rostro que se ponía en sus manos, si no salía mártir, salía confesor; anochecían en su casa las viejas palomas, y salían cuervos, es esto de sacar manchas era única, quitaba las de la cara, pero no las del cuerpo. Últimamente, no pretendo cansar a vuestras mercedes con brujulear más la baraja de mi honrada genealogía, pues era proceder infinito y dar con la que tuvo Adán en el campo damasceno. Estos fueron los más honrados de mi linaje, de cuyos oficios saqué mis armas; bien podía mi vanidad pintar en su escudo zorras, zorrillas, perros, gavilanes, castillos y otras sabandijas, pero sería igualarme, y aún condenarme, por la vía ordinaria; la guadaña y el orinal saqué de mi padre, las muelas de mi tío, las redomas de mi boticario, y a este paso los demás con que adorno el escudo de mis armas; si soy bien nacido, dirá el capítulo que sigue, y si tengo nobleza, lo dirán mis obras en el discurso de mi vida, pues a mi flaco juicio, el más bien nacido fue siempre el que vive mejor.