Hoy es quince de mayo, día de San Isidro y, como es viernes, nosotros ya estamos de nuevo aquí con nuestro acertijo “¡Ponte a prueba!”, con el que intentamos servir de ayuda y pasatiempo a las personas que las oposiciones de Lengua Castellana y literatura en su faceta de comentario de textos.
Y hoy venimos con un texto muy especial que pondrá efectivamente a prueba la competencia literaria de nuestros participantes. Suponemos que reconocer autor y obra no será tarea fácil (aunque puede haber gratas sorpresas), por lo que será un éxito acertar el género, la época y el movimiento literario en el que podríamos encuadrar el texto.
Ya sabes que para participar, puedes hacerlo dejando tu comentario en el Facebook de la página de www.opolengua.com hasta el domingo por la noche a las 23:59 y que las soluciones las daremos el lunes 18.
Y nada más por hoy. Nuestro recuerdo a las víctimas de la pandemia y nuestro abrazo para sus allegados. Feliz fin de semana. Saludos y ánimo.
Su padre me mira de arriba abajo con unos ojillos grises que chispean dentro de las cejas peludas.
-¡Ah! Sí, este es el hijo de la lavandera de que me has hablado. ¡Podías aprender de él, que buenos cuartos me cuestas, para que luego seas más burro que el hijo de la lavandera!
Nieto se queda completamente pálido y yo siento que me pongo rojo. El padre Joaquín me pone una mano encima de la cabeza y le empuja de un brazo a Nieto, diciéndonos a los dos:
-Andad, idos un poco por ahí.
Se vuelve muy serio al padre de Nieto y le dice:
-Aquí son los dos iguales, mejor dicho, aquí el hijo de la lavandera es más que el hijo de dueño de minas que paga trescientas pesetas al mes.
Da media vuelta y se marcha tranquilamente sin volver la cabeza. El viejo se queda mirándole y después llama a su hijo. Se ponen los dos a discutir en el banco.
Yo paso por delante y le digo al chico:
-Hasta mañana, Nieto.- Y sigo andando sin saludar a su padre. En la puerta está el padre Joaquín que no me dice nada. Yo tampoco. Le beso la mano y me voy.
Cuando bajo las escaleras del portal no las veo, porque se me llenan los ojos de agua. Lo que ha hecho el padre Joaquín es contra la regla del colegio, donde no se puede tratar mal a la gente de dinero. Si lo supieran se quedaría solo contra todos los curas. Por ser así, toca el oboe a los pájaros y les habla.
Yo también me quedo solo como él. Porque somos distintos de los demás.