Hoy es lunes y aunque es fecha típica para las juntas de evaluación de final de curso, tenemos un espacio, como no, para nuestro concurso “¡Ponte a prueba!”, el reto con el que acompañamos desde 2016 a las personas que preparan las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura en su prueba de comentario de texto.
Decíamos el viernes pasado que era la primera ocasión en que el género tratado aparecía en nuestro acertijo, aunque en las oposiciones sí ha aparecido en bastantes ocasiones. Y la respuesta de nuestros concursantes ha sido tan positiva como siempre.
De este modo, Ricardo Rodríguez Boceta apuesta acertadamente por la edad de la autora al señalar que es de la misma quinta de Juan Manuel de Prada, que nació en 1970. Efectivamente, la autora del texto nació no exactamente el mismo año, pero sí muy poco tiempo antes, en 1966. Por lo que se refiere al género, Anabel Sánchez Mallorquín se inclina por el texto periodístico basándose en el estilo, mientas que tanto Mercedes Mateos como José Manuel Serrano Valero dudan y apuntan la posibilidad de que sea un ensayo. Adrián García Acosta acierta porque efectivamente se trata de un ensayo. En lo referente a la época tanto José Manuel Serrano Valero como Mercedes Mateos y Adrián García Acosta aciertan, pues indican que el texto podría ser de finales del XX o inicios del XXI.
El texto era un fragmento de Fracasología (Premio Espasa 2019), que es el último ensayo de la doctora en literatura medieval y profesora de Lengua en el IES Huerta Alta de Alhaurín de la Torre (Málaga), María Elvira Roca Barea (1966), que es en la actualidad una de las ensayistas más vendida en España (sobre todo tras su éxito de ventas Imperiofobia y leyenda negra), donde con estilo cercano analiza la posición de las élites españolas ante la identidad y los problemas de España tras la caída de la dinastía Habsburgo.
Y nada más por hoy. Volveremos el viernes con la última entrega de nuestro concurso de este curso. Como siempre, nuestro recuerdo a las víctimas de la pandemia y nuestro cariño a sus allegados.
Saludos y ánimo.
El 99% de los católicos, creyentes y no creyentes, es incapaz, incluyendo los que tienen estudios superiores y doctorados (o sea, sus élites), de entender cómo funciona el mecanismo de transferencia de culpa que está en la base de toda la mentalidad protestante y muy especialmente de la puritana. Consiste en un estado perpetuo de juicio moral a los otros que, acusando a los demás, sobre todo a los católicos, de lo que ellos mismos han hecho y hacen logra que sus propios pecados sean invisibles incluso para ellos mismos. El mundo católico es intolerante. Luego ellos no lo son, porque no son católicos. El mundo católico es inquisitorial. Luego ellos no lo son, porque no son católicos. Los españoles acabaron con los indios. Luego ellos no lo hicieron, porque no son españoles. La operación que está en marcha en California desde hace varios años es justo lo que acabamos de explicar: un gigantesco sistema de autoexculpación WASP. Y funciona. Y funciona porque es básico, primitivo y pre-racional. Es pensamiento mágico, dual y actúa por semejanza o contraste. Lo explica fantásticamente bien Frazer en La rama dorada.
No vale sonreír con aires de superioridad ante lo burdo de la mentira y lo ridíciulo del planteamiento. Ya verán qué éxito alcanza y cómo se repite año tras año. ¿Por qué? Porque con la moda del indigenismo creciendo en las universidades no hay forma de obviar que apenas queda población indígena o mestiza en Estados Unidos. Alguien tendrá la culpa y ese alguien no va a ser un WASP.
Hablábamos más arriba de los que tienen estudios superiores y doctorados. La mayoría no son creyentes, pero da lo mismo porque se comportan con la misma pasividad de los creyentes. Esta actitud profundamente católica, que exalta el martirio y que consiste en poner la otra mejilla y buscar el apaciguamiento de quien te ofende, la tienen tanto los intelectuales católicos creyentes como los no creyentes. Los ateos creen que no comparten las trabas mentales de los creyentes. Craso error. Las tienen todas. La más grave es haber aceptado el supremacismo protestante, como hicieron los católicos creyentes hace mucho tiempo. Si realmente se hubiesen quitado la costra de la Iglesia católica se habrían puesto a pensar por su cuenta. Librepensador no es pensar como los protestantes y repetir los tópicos autocomplacientes con los que justifican su supremacismo. Librepensamiento es tirarse al monte a buscar la verdad en sentido griego. Porque la verdad hay que salir a cazarla como a los tigres y no conformarse con la primera que te encuentras fabricada, sobre todo si los que han producido la manufactura dicen que son más ricos que tú y más blancos que tú.