Finalizamos hoy el “¡Ponte a prueba!” de este curso, el acertijo con el que pretendemos ayudar a las personas que preparan la temida prueba de comentario de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura.
Y lo hacemos con una obra por la que siento cariño, pues fue la primera representación a la que asistí en mi adolescencia, cuando cursaba BUP en el Colegio Montserrat de Madrid. Como siempre, se trata de señalar la obra y, si es posible, situar el fragmento dentro de la misma. Si no reconocemos la obra, podremos organizar un buen comentario identificando razonadamente su época, su género y movimiento.
Como siempre, las respuestas pueden ser incluidas como comentario en nuestra página de Facebook hasta el domingo por la noche y nosotros daremos la solución y la lista de acertantes el lunes.
Antes de despedirnos, no queremos dejar de recordar a las víctimas de la pandemia y mandar también un afectuoso saludo a sus allegados. Feliz fin de semana. Saludos y ánimo.
LUIS.- (Se ha quedado un momento en silencio, contemplando el campo.) ¿Te imaginas que aquí hubiera una guerra de verdad?
PABLO.- Pero ¿dónde crees que estás? ¿En Abisinia? ¡Aquí qué va a haber una guerra!
LUIS.- Bueno, pero se puede pensar.
PABLO.- Aquí no puede haber una guerra por muchas razones.
LUIS.- ¿Por cuáles?
PABLO.- Pues porque para una guerra tiene hace falta mucho campo o el desierto, como en Abisinia, para hacer trincheras. Y aquí no se puede porque estamos en Madrid, en una ciudad. En las ciudades no puede haber batallas.
LUIS.- Sí, es verdad.
PABLO.- Y, además, está muy lejos de la frontera. ¿Con quién podía tener España una guerra? ¿Con los franceses? ¿Con los portugueses? Pues fíjate, primero que lleguen hasta aquí, la guerra se ha acabado.
LUIS.- Hombre, yo decía suponiendo que este sitio estuviera en otra parte, que no fuera la Ciudad Universitaria, ¿comprendes? Que estuviera, por ejemplo, cerca de los Pirineos.
PABLO.- ¡Ah!, eso sí. Pero mientras este sitio esté aquí es imposible que haya una guerra.
LUIS.- Sí, claro. Tienes razón.
(PABLO y LUIS se levantan, se sacuden el polvo de sus pantalones bombachos y siguen su paseo).