Hoy es el primer lunes de septiembre del curso 2020-2021 y, como siempre desde hace cinco años, aquí estamos nosotros para comunicar la solución de nuestro ¡Ponte a prueba!, el acertijo de fin de semana con el que acompañamos a las personas que preparan la prueba de comentario de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura.
En esta ocasión elegimos una obra bastante significativa de la literatura española, una de esas novelas que podría aparecer en cualquier prueba de oposiciones por la importancia de su autor, su contribución al lenguaje literario y su resonancia en la historia de nuestra literatura. Y efectivamente, nuestros participantes han dado muestra nuevamente de su competencia literaria.
Efectivamente se trataba de un fragmento de las primeras páginas de Si te dicen que caí del recientemente fallecido Juan Marsé (1933-2020), premio Cervantes en 2008. Es, como sabemos, una obra importante, ambientada en ese barrio del Guinardó de la posguerra recreado como territorio literario por Marsé en varias de sus obras. Su lenguaje literario tiene elementos experimentales y además aparece una palabra, un neologismo inventado por Marsé y que es una pista indudable acerca de su autoría: “aventi”. Fue una novela acabada en 1971, pero que no pasó la censura franquista y fue publicada en México en 1973.
Y así, Sara Piélagos Martín, Josega Real, Adrián Gómez Acosta y Esperancita MP señalan con acierto claves que les permiten situar la obra en su época. Por su parte, Mery San, Laura Cancio Menéndez, Virginia Luna y Carla Romero aciertan de pleno pues señalan la obra y el autor. ¡Enhorabuena a todos ellos! Ojalá que el Día D tengan la misma fortuna y eso les permita realizar una gran prueba de comentario textual.
Y nada más por hoy. Volveremos el miércoles con un artículo sobre las oposiciones en Cataluña y el viernes con una nueva entrega de nuestro acertijo. Hasta entonces, feliz semana de estudio. Nuestro recuerdo a las víctimas de la pandemia y a sus familiares. Saludos y ánimo.
El segundo episodio que le haría restregarse los ojos, tuvo lugar horas después en la trapería de Java. Sentados en la acera ya le esperaban Luis y Martín, los demás fueron llegando después. Al entrar en la trapería se dió de morros con una montaña de pajaritas de papel que llegaban hasta el techo, y lanzó un silbido de admiración. Luego se tiró en plancha y se sumergió en la montaña.
Jamás había visto tantas pajaritas juntas y de tan diversos tamaños. Observo que la mayoría estaban hechas con páginas arrancadas de viejas revistas republicanas que la abuela de Java no se atrevía a vender, y que guardaba apiladas al fondo de la trapería. El invierno pasado, en días lluviosos y muermos como éste, el Tetas y Amén se la meneaban ojeando la revista Crónica, que venía llena de vicetiples desnudas y bañistas en maillot, anuncios de senos puntiagudos y duros y viciosas cabaretera morfinómanas clavándose la jeringuilla en el muslo por debajo de la mesa. Qué lástima, comentó Sarnita, pero qué gran idea para venderlas, chaval: así nadie verá que son revistas prohibidas y venéreas, ¡a que sí! Tu abuela se las sabe todas, Java, vaya paciencia fabricando pajaritas.
Pero Java dijo que no, repentinamente irritado y sin dignarse mirarle, no me vengas con historias tan de mañana, las pajaritas se las he comprado a un paralítico en un piso del Ensanche, y añadió:
-Tú siempre rumiando aventis, Sarnita. Acabarás majara.