¡Ponte a prueba! 15/2021

¡Ponte a prueba! 15/2021

Ponte a prueba. Logo Opolengua

Se acerca la navidad. Hay mucho que corregir y que preparar, pero nosotros planteamos un breve paréntesis, un sencillo reto que, a modo de amable pasatiempo, sirva como reto para medir nuestra competencia lectora. Es una nueva entrega de nuestro ¡Ponte a prueba!, el acertijo creado con la intención de ayudar a las personas que preparan las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura en su vertiente del comentario de texto.

Hoy traemos un texto interesante, que en su época tuvo una importante proyección y cuya resonancia actual podrá verse en las respuestas de nuestros participantes. Como siempre, tal y como señalábamos en nuestro artículo de ayer, es bueno indicar a qué parte de la obra corresponde el fragmento si conocemos la obra y si no, será suficiente organizar nuestro comentario de forma razonada a partir de la época, el género y el movimiento literario.

Como siempre, las respuestas se pueden dar en nuestra página de Facebook hasta el domingo por la noche y el lunes daremos la relación de acertantes y la solución del acertijo.

Y nada más por hoy. Como siempre, nuestro recuerdo a las víctimas de la pandemia y a sus familiares. Saludos y ánimo.

La emoción ahogaba sus palabras y le brillaban los ojos, como un mar a punto de estallar en espumas. Casilda estiró las piernas y le hizo sitio en el regazo, indicándole que apoyase la cabeza en aquella especie de nido.
-No te preocupes, que ya me encuentro mucho mejor. Y calla un poco, anda, descansa también tú. ¡Vaya folletín que estamos montando en diez minutos! No sé quién está más loco de los dos. ¿Por qué no te relajas? Te vendrá bien.
Y luego, mientras le acariciaba el pelo revuelto, y empezaba a percibir el temblor de su cuerpo, le decía bajito, en tono de salmodia:
-Estás temblando, hijo, a ver si arrancas a llorar. Cuesta mucho, lo sé, a mí también me cuesta, pero sienta bien, sobre todo si tienes quien recoja tus lágrimas. Limpia el alma atascada, y naces a otra vida, sales del fuego al agua. Yo de pequeña, cuando notaba que me quemaba algo por dentro, inventaba cuentos que terminaban mal para poder salir a llorar aquí, mirando la solas. Llorar es romper aguas. Los niños siempre lloran al nacer… ¿Prefieres estar solo?
Él levantó la cabeza de su regazo y negó vivamente. Arrodillado ahora de nuevo junto a ella, la miraba ferviente y alucinado, como aún aparición milagrosa.
-Por fin has venido, Gerda, cuánto has tardado en venir. Dame un beso -suplicó con voz velada por la emoción.
Casilda se incorporó, adelantó el cuerpo y empezó a besarle despacio en la frente, en las mejillas, en los párpados. Luego, cuando vio que llegaba el momento, juntó las manos y las colocó bajo la barbilla de Leonardo, a modo de cuenco, para recoger aquel llanto que, desbordando los ojos incapaces de contenerlo, ya le resbalaba manso por la cara.
Noto que, dentro de la primera lágrima, relucía una especie de aguja de vidrio que vino a pincharse, al caer, en la palma de su mano izquierda. La cogió con dos dedos de la otra y la miro al trasluz. Era el cristalito de hielo.