Comenzamos una semana de estudio que nos conduce al día D, a ese 19 de junio que parece ser la fecha en la que realizaremos el examen de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura. Y nosotros volvemos con la solución de nuestro ¡Ponte a prueba!, el reto con el que pretendemos ayudar a las personas que preparan su prueba de comentario.
Decíamos el viernes que lo mejor es siempre acertar obra y autoría del texto que nos toque en suerte. Pero no es eso lo imprescindible. Es mejor comprender el texto y señalar sus elementos temáticos y formales más característicos aunque no reconozcamos obra y autoría, que reconocer ambos elementos y sin embargo ser incapaces de explicar su forma y contenido. Con esto queremos tranquilizar a las personas que semana a semana no reconocen los textos que vamos eligiendo y que son, en algunas ocasiones muy fáciles y, en otras, muy difíciles.
Esta semana han sido muchas las personas que han participado señalando que el texto pertenecía al Siglo de Oro. Ya sabemos que en ocasiones deslindar entre lo barroco y lo renacentista no es tan fácil, aunque el tono humano y vitalista y el tratamiento cercano hacia el ser amado nos dirigía más hacia el Barroco que al Renacimiento. Y así, Rafael Robledo Simón, Marta Rojas o Elena González lo han situado en el Siglo de Oro. Pero quienes han hecho pleno han sido, efectivamente, Anabel Eseéme y Javier Ojeda, pues han reconocido a su autora. ¡Enhorabuena y ojalá que el día D tengan la misma fortuna!
Y es que, tal y como han señalado, se trataba del soneto titulado “En que satisfaga un recelo con la retórica del llanto” de la extraordinaria poetisa (tanto por su talento literario como por su trayectoria vital) sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695).
Y nada más por hoy. Volveremos mañana con una entrada de análisis.
Como siempre, nuestro recuerdo a las víctimas de la pandemia y a sus familiares. Saludos y ánimo.
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y en tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba.
Y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía,
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.
Baste ya de rigores, mi bien, baste,
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste
con sombras necias, con indicios vanos:
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.