Proseguimos y finalizamos hoy nuestra serie sobre los tribunales. Como recordaréis, la semana pasada tratamos acerca de la influencia de los presidentes de los tribunales en las oposiciones. Hoy analizaremos de forma somera el funcionamiento de los propios tribunales. Como sabemos, el tribunal esta integrado por cinco personas. Cada uno pone una calificación del uno al diez y como dicen todas las bases: “cuando entre las puntuaciones otorgadas por los miembros del tribunal exista una diferencia de tres o más enteros, serán automáticamente anuladas la calificación máxima y mínima, hallándose la puntuación media entre las calificaciones restantes.”
Los seres humanos nos relacionamos por afinidad
Así es y por ello, funciona, como no puede ser de otra manera, como un grupo humano. Las personas establecemos nuestras afinidades por motivos de sexo, generación, ideología, carácter y otras mil variantes que hacen que surja o no la amistad y la simpatía. Cuando una persona pasa a formar parte de un tribunal no deja de ser persona y, por tanto, aun limitada y constreñida por la propia naturaleza del tribunal y del proceso de oposiciones, se manifiesta como es y de forma automática y natural surgen corrientes de simpatía o antipatía hacia las personas que están con nosotros.
Las jerarquías internas de un tribunal
Los seres humanos somos seres sociales. Es nuestra capacidad de asociarnos lo que nos permitió imponernos a otros animales más fuertes. Y sociedad implica jerarquía. Y todo tribunal también establece sus jerarquías externas e internas. La explícita y externa está marcada por la ley (que indica que ha de haber un presidente que dirija el tribunal) y bendecida por la inspección, que marca quienes son esos presidentes. La jerarquía interna se da dependiendo de cómo sean las relaciones personales a las que nos referíamos antes. Recordemos que un tribunal se compone al final de cinco personas, una de las cuales es quien preside. Pero eso no quiere decir que sea quien mande. Y esto es muy importante.
Una anécdota real
Hace muchos años, en Madrid, hablé con una persona (un catedrático de los de antes, un erudito) que había formado parte de los tribunales muchas veces, unas como vocal y finalmente como presidente. Se trataba de una persona asertiva, con grandes conocimientos de nuestra área y contrastada experiencia política. Y me dijo que en todos los tribunales en los que había estado, siempre se había hecho su voluntad, ya que su asertividad y sus comentarios mientras se leían los ejercicios convencían a los demás miembros de cuáles eran los mejores y los peores ejercicios. Puede ser que todos los tribunales no cuenten con liderazgos tan declarados como el que me manifestó esta persona. Efectivamente, habrá eruditos que guarden respetuoso silencio aunque vean errores e ignorantes vanidosos que proclamen su voluntad a los cuatro vientos. El ser humano es muy complejo y el tribunal se comporta esencialmente como un grupo humano.
La sabiduría del tribunal es la mayor suerte que nos puede tocar en las oposiciones
La sabiduría de las personas que integren nuestro tribunal, su dominio del temario de nuestra materia es lo mejor que nos puede ocurrir en las oposiciones. Y aquí, desgraciadamente, hay que ser conscientes de que esta sabiduría no es igual en todos los funcionarios. En este sentido, como sabemos, cada oposición es un mundo, pero hay que ser conscientes de que en los años 1990-1993 y 2008-2010 hubo muchísimas personas que pasaron a ser funcionarias sin aprobar la oposición normal, pues no había comentario. También hay que ser conscientes de que en muchas otras ocasiones, los opositores obtienen la plaza llevando tan solo veinte o treinta temas. Y es rarísima la persona que, tras aprobar, se aprende los restantes. Eso quiere decir que lo más probable es que la mayor parte de los miembros del tribunal sabrá menos del tema que nosotros mismos. ¿Cómo contrarrestan esto? Llevando a las propias oposiciones los temarios que consiguen. La sabiduría del tribunal, por tanto, es básica, pues es el cortafuegos natural a la parcialidad.
El sentido común es también muy importante
Este es también un elemento muy importante. Afortunadamente, la mayor parte de las personas actúa siguiendo su sentido común y esto quiere decir que es capaz de captar quien sabe más y quien sabe menos y se dejará influenciar (siempre aplicando su sentido común) por la opinión de aquellas personas en cuyo criterio confíe. Pero esto no quiere decir que no puedan encontrarse en el tribunal ignorantes o desequilibrados cuyas calificaciones resulten desacertadas. Afortunadamente, la ley que excluye las puntuaciones extremadas impide que personas así tengan una gran influencia en un tribunal.
¿Y la influencia en la práctica didáctica?
Como señalábamos en un artículo de hace unas semanas, la defensa de la programación es el elemento más subjetivo que hay en las oposiciones, pues cada uno de los miembros del tribunal tiene un bagaje pedagógico y una experiencia práctica diferente, por lo que a uno le parecerá imposible de realizar a otro le puede parecer una actividad interesante, motivadora y creativa. ¿Cómo se mide la capacidad motivadora o creativa de una actividad?
¿Qué podemos hacer?
Lo mejor es que, en cuanto sepamos quienes forman parte de nuestro tribunal (recordemos que sus nombres se hacen públicos semanas antes del día D), los busquemos en la Red y extraigamos la mayor información posible sobre ellos, de manera que podamos anticiparnos y actuar en consecuencia.
Una llamada final a la confianza.
Afortunadamente, hoy las administraciones intentan objetivizar todo el proceso al máximo posible y para ello hacen rúbricas de todos los ejercicios que componen la oposición. El más pautado es el ejercicio práctico donde se facilita al tribunal el comentario resuelto y una rúbrica muy parecida a la que empleamos en nuestros cursos de comentario. Para el tema, partiendo de una rúbrica muy general (que no está adaptada a cada tema) lo habitual es que los tribunales empleen temas que consiguen y se pongan al día sobre los temas que vayan a corregir. Y en lo que se refiere a la programación, también partiendo de una rúbrica muy general, los miembros del tribunal deciden la oportunidad o no de las programaciones y unidades expuestas. Pero lo fundamental en las oposiciones, como decimos siempre, es que se trata de un proceso accesible a todo el mundo. Esta no es una oposición difícil. Debido a que se trata de un concurso-oposición, esta es una oposición en la que lo importante es persistir. No conozco a nadie que persistiendo, no haya obtenido la plaza. Y si tú persistes, si tienes constancia y fe, no tengas la menor duda: una plaza es para ti.